/ lunes 1 de julio de 2024

¡Ay mi Mazatlán!

Curioso, ¿no? Sorprende que los mitotes que se han generado en Mazatlán en los últimos meses atraigan a los turistas nacionales. Perece que el sainete de las bandas Vs hoteleros fue algo planeado que rindió frutos sin pagar una gran campaña de marketing para promocionar el puerto.

Aunque Mazatlán cuenta con una gran oferta turística hotelera y de rentas vacacionales oficiales e informales, no se puede consideran que los visitantes que llegan sean de gran poder adquisitivo. Lo sentimos, se tenía qué decir y se dijo.

Antes de la inauguración de la Autopista Durango-Mazatlán, había una palabra que atemorizaba a los integrantes del sector turismo: piojillo. Así se referían a las temporadas en las que no había periodos vacacionales en el País, pues hoteles y restaurantes en temporadas altas llegaban a lo mucho al 65 por ciento de demanda-ocupación.

Pero la supervía trajo esta bonanza de los estados del norte de México, que adoptaron a la Perla del Pacífico como su segunda casa, ¿y cómo no? Si la tierra de Pedro, el Faro natural más alto del mundo, las pulmonías por el malecón para observar el Océano Pacífico son una patente de que disfrutar Mazatlán es una garantía.

A ver cómo se pone la próxima temporada vacacional, la de invierno, si es que ya está lista la tirolesa, que ha sido la última controversia en el puerto.

Escalada brutal y golpe al bolsillo

Las consecuencias de la escasez de agua en las diferentes regiones agrícolas del país ya golpean el bolsillo de los ciudadanos, con una brutal escalada de precios sobre todo en las frutas y verduras, que van desde un 20 por ciento, pasando por un 50, 100 y hasta un 300 por ciento en productos como el cilantro, cuyo precio histórico ha sido la nota principal de varios medios nacionales.

De acuerdo con activistas ambientales, como los que integran la asociación Conselva, la disponibilidad del agua será cada vez menos, ya que el cambio climático ya está haciendo estragos en el territorio mexicano, y ni se diga en el sinaloense, que provocó que el año pasado se sembrara solamente la mitad de la superficie cultivable ya que en 2023, las presas sólo alcanzaron un mínimo de 30 por ciento de almacenamiento.

Sin embargo, para nuestros políticos esto parece no ser preocupante, pues es hora que no se aterrizan políticas públicas encaminadas a una mejor gestión del agua industrial, el de uso agrícola y el de consumo humano.

Hasta el momento, lo que se ve es que las autoridades están a la espera de que la lluvia sea abundante en esta temporada 2024, pero eso es centrar en un deseo y una esperanza una problemática que pudiera paliarse desde la generación de directrices en el manejo del recurso hídrico. Si a estas alturas nuestros gobernantes siguen diciendo que “no pasa nada” y no estamos en una situación de alerta, es porque viven en una burbuja.

La primera consecuencia es que se redujo la superficie de siembra, que se juntó con la baja rentabilidad de sembrar debido a los sobrecostos que representa, y ahora la escalada de precios que amenaza con no detenerse en las próximas semanas en que entre la canícula, pues los aunque llueva en julio, no será suficiente para abastecer lo que ya se está gestando: golpe a la economía de las familias.

Curioso, ¿no? Sorprende que los mitotes que se han generado en Mazatlán en los últimos meses atraigan a los turistas nacionales. Perece que el sainete de las bandas Vs hoteleros fue algo planeado que rindió frutos sin pagar una gran campaña de marketing para promocionar el puerto.

Aunque Mazatlán cuenta con una gran oferta turística hotelera y de rentas vacacionales oficiales e informales, no se puede consideran que los visitantes que llegan sean de gran poder adquisitivo. Lo sentimos, se tenía qué decir y se dijo.

Antes de la inauguración de la Autopista Durango-Mazatlán, había una palabra que atemorizaba a los integrantes del sector turismo: piojillo. Así se referían a las temporadas en las que no había periodos vacacionales en el País, pues hoteles y restaurantes en temporadas altas llegaban a lo mucho al 65 por ciento de demanda-ocupación.

Pero la supervía trajo esta bonanza de los estados del norte de México, que adoptaron a la Perla del Pacífico como su segunda casa, ¿y cómo no? Si la tierra de Pedro, el Faro natural más alto del mundo, las pulmonías por el malecón para observar el Océano Pacífico son una patente de que disfrutar Mazatlán es una garantía.

A ver cómo se pone la próxima temporada vacacional, la de invierno, si es que ya está lista la tirolesa, que ha sido la última controversia en el puerto.

Escalada brutal y golpe al bolsillo

Las consecuencias de la escasez de agua en las diferentes regiones agrícolas del país ya golpean el bolsillo de los ciudadanos, con una brutal escalada de precios sobre todo en las frutas y verduras, que van desde un 20 por ciento, pasando por un 50, 100 y hasta un 300 por ciento en productos como el cilantro, cuyo precio histórico ha sido la nota principal de varios medios nacionales.

De acuerdo con activistas ambientales, como los que integran la asociación Conselva, la disponibilidad del agua será cada vez menos, ya que el cambio climático ya está haciendo estragos en el territorio mexicano, y ni se diga en el sinaloense, que provocó que el año pasado se sembrara solamente la mitad de la superficie cultivable ya que en 2023, las presas sólo alcanzaron un mínimo de 30 por ciento de almacenamiento.

Sin embargo, para nuestros políticos esto parece no ser preocupante, pues es hora que no se aterrizan políticas públicas encaminadas a una mejor gestión del agua industrial, el de uso agrícola y el de consumo humano.

Hasta el momento, lo que se ve es que las autoridades están a la espera de que la lluvia sea abundante en esta temporada 2024, pero eso es centrar en un deseo y una esperanza una problemática que pudiera paliarse desde la generación de directrices en el manejo del recurso hídrico. Si a estas alturas nuestros gobernantes siguen diciendo que “no pasa nada” y no estamos en una situación de alerta, es porque viven en una burbuja.

La primera consecuencia es que se redujo la superficie de siembra, que se juntó con la baja rentabilidad de sembrar debido a los sobrecostos que representa, y ahora la escalada de precios que amenaza con no detenerse en las próximas semanas en que entre la canícula, pues los aunque llueva en julio, no será suficiente para abastecer lo que ya se está gestando: golpe a la economía de las familias.