/ lunes 13 de noviembre de 2023

Dinero bajo escrutinio

Al año, el Congreso del Estado destina 4.5 millones de pesos para pagarles a los diputadas y diputados considerados como foráneos, el hospedaje, alimentación y gasolina, lo que se ha convertido en otra forma de ordeñar el presupuesto del Poder Legislativo.

¿Por qué es necesario seguir pagándole estos privilegios a los legisladores, si cada mes cobran su sueldo mensual bastante holgado de 105 mil pesos? La razón es simple: ellos tienen el poder y disponen de todo el recurso que se designa al Congreso del Estado, sin importar que el pueblo bueno y sabio apenas puede sobrevivir con salarios mínimos devorados por la inflación.

Y es que el beneficio de 16 mil pesos mensuales lo reciben 24 de los 40 diputados locales, cuyos distritos se encuentran fuera de la capital del estado, esto bajo la excusa de que requieren este dinerito para moverse.

De acuerdo con el reglamento, este cheque extra es para aquellos legisladores que tienen domicilio ubicado a 50 kilómetros de la capital. Esto levantó polémica en semanas pasadas debido a que Serapio Vargas, de Morena, puso que tiene su domicilio en el ejido El Corazón, pero vecinos de la comunidad aseguran que nunca se para por aquellos lares.

Esta situación, sobra decir, se torna grave, porque entonces puede darse la presunción de que algún diputado no solamente tiene este beneficio que ya de por sí es un privilegio, sino que además miente flagrantemente. Serapio Vargas se defendió solamente con saliva, no mostró pruebas.

Mientras tanto, ahí anda procurando ser diputado federal ahora por el distrito 6 de Mazatlán. Ahí que los electores vean si este impresentable es votado para la Cámara, si en el Congreso estatal hizo menos que nada como legislador.

TRÁFICO AL POR MAYOR

Mazatlán ha sido devorado por el tráfico, lo mismo la capital del estado. El parque vehicular desborda las calles y las avenidas del puerto con cerca de 200 mil vehículos que atestan la ciudad turística.

En Culiacán de manera histórica se cuenta con un parque vehicular de 600 mil unidades, esto habla que las autoridades han privilegiado el uso del auto en lugar de fomentar un mejor transporte público.

No es poca cosa. No se trata nada más de la molestia del tráfico que impide avanzar con fluidez en horas pico, sino se trata de la mala gestión de la ciudad, que le da más espacio a los vehículos que a los peatones.

Desde hace años que en la capital del estado se discute el tema, pero en lugar de que los gobiernos, tanto los de antes como los de hoy, le apuesten al mejoramiento del transporte público, lo que se ve es que los políticos mantienen su obsesión por la pavimentación.

Pero ya está visto que entre más pasos vehiculares se hagan, más puentes o calles para pretender desfogar el tráfico, lo único que fomenta esta forma de gestionar la imagen urbana, es que los cuellos se botella persistan, porque los ciudadanos buscan la comodidad, y esto muchas veces se cree que se logra teniendo un carro en el cual ir venir por todos lados.

Hasta ahora, no ha habido gobierno que busque contener esta situación que si de por sí ya asfixiaba a Culiacán, ahora Mazatlán se unió a estas ciudades aglomeradas.