En medio de controversias por supuestos contenidos inmorales e ideológicos en los libros de texto gratuitos de educación primaria para el ciclo escolar 2023-2024, se conmemoró el día mundial del orgasmo femenino el pasado 08 de agosto, siendo imprescindible eliminar mitos que limitan el placer de las mujeres, también invisibilizado cuando se trata de nosotras.
Esta efeméride tiene su origen en Brasil, apenas en el 2006, cuando a un hombre, representante de ese gobierno, le llamó la atención un estudio que mostraba que 28% de las mujeres en su región no podían llegar al orgasmo, relacionándose con una problemática de salud pública, y causas como el propio conocimiento del cuerpo y creencias, por lo que su proposito es concientizar sobre sexualidad y derecho al placer de las mujeres.
En los años 60´s la norteamericana Betty Friedan, ganadora del premio Pulitzer, escribió el libro la mística de la feminidad que a partir de encuestas a egresadas del nivel universitario, estadísticas, entrevistas y estudios de diversas disciplinas, que por las características del universo, se trataban de mujeres blancas, y posicionadas en la clase media, “la esposa de”, “la madre de”, “la hija de”…analizó roles y estereotipos de género, y en ese marco acuñó la frase “ninguna mujer tiene un orgasmo limpiando el piso de la cocina”.
Con esa publicación renegó del aspiracionismo impuesto a la mujeres, que para realizarnos hay que casarnos con un hombre, tener hijos, cuidar de ellos (as) y del hogar, y siempre lucir hermosa, usar un collar de perlas (de las de verdad), vestido y tacones; atenta, dispuesta, disponible, para las necesidades de él o los demás. Otras publicaciones le siguieron, y con ello el activismo por una revolución sexual, pues cuestionó el papel de las instituciones del estado en relación a la desigualdad, el sometimiento, la explotación, y la imposibilidad de tomar decisiones sobre sus cuerpos y su sexualidad, la tercera ola en el movimiento de los derechos de las mujeres acontecía.
En los 90´s, la mexicana, doctora Marcela Lagarde y de los Ríos, abría un parteaguas en nuestro país, su libro Los Cautiverios de las Mujeres: madresposas, monjas, presas, putas y locas, nos mostraba su análisis en cuanto las relaciones de poder y desigualdad entre hombres y mujeres, en espacios de lo público y lo privado donde se acostumbra encasillarnos, despojarnos de alternativas y decisiones.
Más tarde sus análisis la llevaron a una revolución jurídica en el seno del Congreso de la Unión, impulsando la creación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que por primera vez plasmaba en nuestro marco jurídico la categoría de género, la perspectiva de género, tipos, modalidades de violencia, responsabilidad y atribuciones de los tres niveles de gobierno; siendo así, una ley espejo para todas las entidades de la República, y el impulso de políticas públicas desde otro enfoque.
Hoy, con una amplia gama de políticas públicas con perspectiva de género, instituciones, secretarías, presupuesto, discursos, desayunos, comidas, videos, fotos, y todo lo que la creatividad de un aparato gubernamental y servidores (as) públicos permite, aparecen de nuevo los detractores, los grupos organizados por sus prejuicios, para apuntar con el dedo, y rechazar los contenidos en educación primaria relacionados con la sexualidad, ampliando con ello las brechas de género.
Las nuevas generaciones no se detienen, y ante sus inquietudes buscarán información sobre sus cuerpos y su sexualidad, ejercerán su derecho y en los lugares y momentos equivocados serán presa fácil del delito, mientras nosotros (los adultos) nos resistimos a hablar de autocnocimiento del cuerpo, sexo, de orgasmos, de preferencia, orientación e identidad sexual, los dueños del capital, de los medios de control, promueven la imagen feminina como objeto sexual, como producto de explotación, prostitución y trata de personas.
Negarnos a hablar de sexualidad, imposibilita el diálogo, impide el acceso a información adecuada, conducen a las niñas, niños y adolescentes a utilizar canales inseguros como el internet y las redes sociales para responder a sus inquietudes, propician la violencia y explotación sexual, el matrimonio infantil, los embarazos adolescentes, obstaculizan el proyecto de vida de las mujeres, otra vez nos hunden en los cautiverios.