/ miércoles 6 de noviembre de 2024

Los güeritos

De su roncho pecho, la cónsul canadiense en Mazatlán se aventó una frase de antología.

Entrevistada sobre la alerta de viaje que emitió Canadá para que los ciudadanos de ese país no visten Mazatlán por la violencia que se ha vivido en las últimas semanas, dijo que eso le corresponde tratarlo a la embajada y al gobierno de su país con las autoridades mexicanas.

Pero a pesar del llamado, se atrevió a decir que ya hay mucha “gente blanca” en las calles del puerto, en referencia a los canadienses que ya vacacionan por acá.

Mazatlán no es exclusivo de la gente blanca, señora cónsul, y ahí le faltó ejercer la diplomacia.

En esos términos, su comentario puede tomarse con tintes racistas, y Mazatlán se ha distinguido a lo largo de su historia por ser un puerto que alberga a todas las culturas del planeta, precisamente porque el mar es la conexión con el mundo.

Pese al “warning”, sus connacionales seguirán viniendo a Mazatlán porque se sienten como en casa cuando se encuentran por acá, porque eso es el puerto, no por algo es la Perla del Pacífico.

El miedo

Dos hechos violentos registrados entre la noche del lunes y la madrugada del martes abonan al clima de miedo que arroja la inseguridad.

Y todos sabemos lo que pasa cuando el miedo se apodera de los ciudadanos: encierro seguro.

Pese a los operativos coordinados entre las autoridades de los tres niveles de gobierno, el sonido de las balas en dos sectores de la ciudad, sobre todo con una gran población, corren como reguero de pólvora y desestabilizan las ganas de andar en la calle.

No hacen faltan enfrentamientos, con solo escuchar disparos le gente asume que la violencia que se vive en el centro de la entidad ya se mudó para acá