/ jueves 11 de julio de 2024

Política en serio | El Protagonismo de la Suprema Corte

Las instituciones son las reglas del juego de una sociedad.

Douglas C. North

Habrá que tener clara siempre la historia; gobiernos “divididos” es la categoría que se dio a partir de gobiernos en el que los poderes Ejecutivo y Legislativo empezaban a funcionar como poderes autónomos, dejando a tras el episodio en México conocido como la “Dictadura Perfecta” en el que por más de 70 años el presidente del país no tenía contrapesos en las cámaras ni en el poder judicial. Fue a partir de 1997 cuando por primera vez el partido en el gobierno perdió la mayoría absoluta en la cámara de diputados, lo que generó el principio a un sistema democrático.


La alternancia en la presidencia de la república en el año 2000, hizo notable la judicialización de las disputas político-electorales con elecciones cada vez más competitivas y nuevos partidos, dando un nuevo valor de contrapeso al poder judicial; los cambios ahí desde los años 90´s fueron consistentes: la creación del consejo de la judicatura y en 2011 la gran reforma en materia de derechos humanos que terminarían generando controversias constitucionales, dando especialmente un protagonismo a la Suprema Corte de Justicia a través de las ponencias y resoluciones sobre las acciones de inconstitucionalidad.


Ante los últimos resultados electorales no es de sorprender que, el protagonismo de la corte que, a todas luces molesta al presidente de la república, se observe que la reforma al poder judicial sea el tema principal. La propuesta comprende la elección por voto popular de ministros/as, magistrados/as, jueces y juezas, prevista para el 2025 mediante una elección extraordinaria, que dicho sea de paso contempla la paridad, y la sustitución del Consejo de la Judicatura Federal por un Tribunal de Disciplina Judicial, entre otros.


El sistema político mexicano se pensaba en un perfectible equilibrio en los tres poderes; Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tratando de cumplir la máxima de Montesquieu, por la claridad de que un poder limitaba a otro poder, sin embargo, no hay coincidencia mayoritaria de esa premisa. Poco ayuda y conflictúa el propósito de la reforma con las filias y fobias del presidente, tanto en la asignación de los espacios de gobierno y en el mensaje comunicacional desde el poder, se respira un ambiente de polarización política e ideológica, sustentado en la denostación y falta de diálogo con los otros poderes y con las hoy minorías. La pregunta detrás de estas reformas es ¿cuándo se debate y dónde se plantean los nuevos límites al poder ejecutivo?...


Para llegar a considerar estas reformas de manera integral, debemos también observar y en su caso, establecer nuevos candados para el poder ejecutivo, estas medidas deben contemplar la autorregulación de este y generar consecuencias de los otros poderes, más allá del voto popular, eso permitirá no pecar de ingenuos ante la mercantilización de políticas de bienestar, o de cualquier nombre, y evitar que se conviertan en estandarte ideológico, político y electoral, y que forma parte de este debate.


Existe preocupación fundada sobre el espacio genuino para el disenso, que no tienen cabida cuando desde el poder se tiene una plataforma comunicacional con cobertura amplia, con impunidad y sin derecho a réplica, esto hace sentido si incorporamos la tesis de Hanna Arendt sobre que, el sujeto ideal para un régimen totalitario son las personas para quienes la distinción entre hechos y ficción y la distinción entre lo verdadero y lo falso han dejado de existir…

Las instituciones son las reglas del juego de una sociedad.

Douglas C. North

Habrá que tener clara siempre la historia; gobiernos “divididos” es la categoría que se dio a partir de gobiernos en el que los poderes Ejecutivo y Legislativo empezaban a funcionar como poderes autónomos, dejando a tras el episodio en México conocido como la “Dictadura Perfecta” en el que por más de 70 años el presidente del país no tenía contrapesos en las cámaras ni en el poder judicial. Fue a partir de 1997 cuando por primera vez el partido en el gobierno perdió la mayoría absoluta en la cámara de diputados, lo que generó el principio a un sistema democrático.


La alternancia en la presidencia de la república en el año 2000, hizo notable la judicialización de las disputas político-electorales con elecciones cada vez más competitivas y nuevos partidos, dando un nuevo valor de contrapeso al poder judicial; los cambios ahí desde los años 90´s fueron consistentes: la creación del consejo de la judicatura y en 2011 la gran reforma en materia de derechos humanos que terminarían generando controversias constitucionales, dando especialmente un protagonismo a la Suprema Corte de Justicia a través de las ponencias y resoluciones sobre las acciones de inconstitucionalidad.


Ante los últimos resultados electorales no es de sorprender que, el protagonismo de la corte que, a todas luces molesta al presidente de la república, se observe que la reforma al poder judicial sea el tema principal. La propuesta comprende la elección por voto popular de ministros/as, magistrados/as, jueces y juezas, prevista para el 2025 mediante una elección extraordinaria, que dicho sea de paso contempla la paridad, y la sustitución del Consejo de la Judicatura Federal por un Tribunal de Disciplina Judicial, entre otros.


El sistema político mexicano se pensaba en un perfectible equilibrio en los tres poderes; Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tratando de cumplir la máxima de Montesquieu, por la claridad de que un poder limitaba a otro poder, sin embargo, no hay coincidencia mayoritaria de esa premisa. Poco ayuda y conflictúa el propósito de la reforma con las filias y fobias del presidente, tanto en la asignación de los espacios de gobierno y en el mensaje comunicacional desde el poder, se respira un ambiente de polarización política e ideológica, sustentado en la denostación y falta de diálogo con los otros poderes y con las hoy minorías. La pregunta detrás de estas reformas es ¿cuándo se debate y dónde se plantean los nuevos límites al poder ejecutivo?...


Para llegar a considerar estas reformas de manera integral, debemos también observar y en su caso, establecer nuevos candados para el poder ejecutivo, estas medidas deben contemplar la autorregulación de este y generar consecuencias de los otros poderes, más allá del voto popular, eso permitirá no pecar de ingenuos ante la mercantilización de políticas de bienestar, o de cualquier nombre, y evitar que se conviertan en estandarte ideológico, político y electoral, y que forma parte de este debate.


Existe preocupación fundada sobre el espacio genuino para el disenso, que no tienen cabida cuando desde el poder se tiene una plataforma comunicacional con cobertura amplia, con impunidad y sin derecho a réplica, esto hace sentido si incorporamos la tesis de Hanna Arendt sobre que, el sujeto ideal para un régimen totalitario son las personas para quienes la distinción entre hechos y ficción y la distinción entre lo verdadero y lo falso han dejado de existir…