/ jueves 16 de mayo de 2024

Política en Serio | La crianza positiva como derecho

Es necesario desnaturalizar la idea de que los golpes puedan ser una forma de enseñar algo, o de que sean un “derecho” de las familias.

(UNICEF)

El reciente informe del Índice de Paz México 2024, confirma el monitoreo de las instituciones gubernamentales y del reclamo de activistas respecto a que la violencia familiar y la violencia sexual han aumentado cada año: ambas tasas se han más que duplicado desde 2015. Esto se suma a lo denunciado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señalando al a México como primer lugar en abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes y la del Fondo de Naciones Unidas para la Atención de la Infancia (UNICEF) en el que señala a México como el segundo país en donde se comete el mayor número de agravios también contra este sector, el más vulnerable.

Los informes dan para análisis más amplios y profundos, sin embargo, focalizo mi atención sólo en estas estadísticas, me pregunto ¿qué pasa al interior de las familias mexicanas? Y me preocupa el nivel de desamparo en el que hemos dejado a las niñas, niños y adolescentes, esto me hizo recordar que cuando era estudiante de mi licenciatura en derecho, en el que nos tocó la armonización de las grandes reformas en materia de derechos humanos, siempre había debate en la materia, y que en una ocasión una de mis compañeras de clase, y madre, lloraba ante la confesión de que fue denunciada por su hijo por maltrato infantil…

La violencia es injustificable, pero hace unos días, motivo del festejo de día de las madres, circulaban los “memes”, videos y bromas respecto al famoso método del “chanclazo”, sin adentrar demasiado al tema, reconocer es necesario para desnaturalizar, esos y otros “métodos” como correctivos y modelos de crianza, son impensables en el anhelo de vivir en una cultura de paz y en reconocimiento de los derechos humanos, por eso es necesario transitar y dimensionar lo prioritario que es brindar herramientas para crianzas positivas, porque más allá de las sanciones y penalidades ¿tienen acceso madres y padres para accesar a estos nuevos modelos de crianza?

El modelo de crianza define el desarrollo no solo físico, sino además cognitivo, emocional y social de las personas en desarrollo, sabemos que la violencia es

progresiva, educar para la paz es trabajar para brindar herramientas que nos ayuden a interrumpir el ciclo de la violencia, y posiciona a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos, con opinión, identidad, intereses y habilidades propias. Nos hace ver que hemos vivido bajo un sistema familiar, y hasta hace poco jurídico adultocéntrista que debemos desmontar.

Es verdad que la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Sinaloa establece el derecho a la vida, a la paz, a la supervivencia y al desarrollo, así como el acceso a una vida libre de violencia, ahí mismo mandata que todas las autoridades estatales y municipales desde el ámbito de su respectiva competencia están obligada a tomar las medidas necesarias para prevenir, atender y sancionar los casos en los que niñas, niños y adolescentes se vean afectados por cualquier tipo de violencia.

Pero no es suficiente, además de que se garanticen esas medidas, necesitamos que se encuentren también herramientas asertivas como el buen trato, la comunicación asertiva, los estímulos y la negociación entre otras estrategias que generarán entornos armónicos y propicios para el sano desarrollo de la niñez y la adolescencia, para transitar a modelos de paz, se requiere un ambiente libre de violencia, y que de acuerdo a nuestra lucha, la dignidad se haga costumbre…

Es necesario desnaturalizar la idea de que los golpes puedan ser una forma de enseñar algo, o de que sean un “derecho” de las familias.

(UNICEF)

El reciente informe del Índice de Paz México 2024, confirma el monitoreo de las instituciones gubernamentales y del reclamo de activistas respecto a que la violencia familiar y la violencia sexual han aumentado cada año: ambas tasas se han más que duplicado desde 2015. Esto se suma a lo denunciado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señalando al a México como primer lugar en abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes y la del Fondo de Naciones Unidas para la Atención de la Infancia (UNICEF) en el que señala a México como el segundo país en donde se comete el mayor número de agravios también contra este sector, el más vulnerable.

Los informes dan para análisis más amplios y profundos, sin embargo, focalizo mi atención sólo en estas estadísticas, me pregunto ¿qué pasa al interior de las familias mexicanas? Y me preocupa el nivel de desamparo en el que hemos dejado a las niñas, niños y adolescentes, esto me hizo recordar que cuando era estudiante de mi licenciatura en derecho, en el que nos tocó la armonización de las grandes reformas en materia de derechos humanos, siempre había debate en la materia, y que en una ocasión una de mis compañeras de clase, y madre, lloraba ante la confesión de que fue denunciada por su hijo por maltrato infantil…

La violencia es injustificable, pero hace unos días, motivo del festejo de día de las madres, circulaban los “memes”, videos y bromas respecto al famoso método del “chanclazo”, sin adentrar demasiado al tema, reconocer es necesario para desnaturalizar, esos y otros “métodos” como correctivos y modelos de crianza, son impensables en el anhelo de vivir en una cultura de paz y en reconocimiento de los derechos humanos, por eso es necesario transitar y dimensionar lo prioritario que es brindar herramientas para crianzas positivas, porque más allá de las sanciones y penalidades ¿tienen acceso madres y padres para accesar a estos nuevos modelos de crianza?

El modelo de crianza define el desarrollo no solo físico, sino además cognitivo, emocional y social de las personas en desarrollo, sabemos que la violencia es

progresiva, educar para la paz es trabajar para brindar herramientas que nos ayuden a interrumpir el ciclo de la violencia, y posiciona a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos, con opinión, identidad, intereses y habilidades propias. Nos hace ver que hemos vivido bajo un sistema familiar, y hasta hace poco jurídico adultocéntrista que debemos desmontar.

Es verdad que la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Sinaloa establece el derecho a la vida, a la paz, a la supervivencia y al desarrollo, así como el acceso a una vida libre de violencia, ahí mismo mandata que todas las autoridades estatales y municipales desde el ámbito de su respectiva competencia están obligada a tomar las medidas necesarias para prevenir, atender y sancionar los casos en los que niñas, niños y adolescentes se vean afectados por cualquier tipo de violencia.

Pero no es suficiente, además de que se garanticen esas medidas, necesitamos que se encuentren también herramientas asertivas como el buen trato, la comunicación asertiva, los estímulos y la negociación entre otras estrategias que generarán entornos armónicos y propicios para el sano desarrollo de la niñez y la adolescencia, para transitar a modelos de paz, se requiere un ambiente libre de violencia, y que de acuerdo a nuestra lucha, la dignidad se haga costumbre…