Vaya sinceridad la del alcalde Édgar González. Eso no está en duda, lo raro es si cree que le creemos. La inseguridad en el puerto, los recientes asesinatos en la zona urbana, siembran en la ciudadanía la percepción de que la violencia de otras regiones de la entidad ya empieza a tocar la puerta en Mazatlán.

El cierre de negocios, las afectaciones al turismo en hotelería, restaurantes y el transporte público de alquiler no es más que la antesala de lo que podría convertirse en el futuro inmediato una crisis en la seguridad del puerto. Esteremos que no ocurre.

Esta situación ya se vivió entre 2008 y 2010 y provocó que los cruceros turísticos dejaran de venir, lo que colapsó la economía de los comercios que dependían directamente de ese tipo de turismo, y se tardó años en recuperarlo.

Se suele decir que percepción es realidad.

Las desapariciones forzadas que a diario se denuncian en las redes sociales ya han pegado en esto, pues la gente prefiere resguardarse en sus casas por temor a que le suceda algo. El reclamo ahí está en el espectro virtual.

Por las noches, antros y taxis han nota estrepitosas caídas en la demanda.

Imagínense, un municipio que vive de la actividad turística todo el año, ahora sometido por ese fantasma del miedo.

La declaración del Presidente Municipal, por más honesta que parezca, no abona al ambiente que sienten los ciudadanos.

Decir que los asesinatos de inicio de semana fueron “sorpresivos” a nadie le gustó escuchar y leer, porque la gente piensa, con toda razón, que a la autoridad la agarran desprevenida.

Aunque esos crímenes no tienen el tufo de lo que se vive en otras regiones de ña entidad, socavan la mucha o poca confianza que la gente tiene en sus autoridades…