Los ojos del diablo y el caporal se pierden entre los asistentes al Xantolo, algo buscan y no lo encuentran entre los seres vivos. Se van recorriendo las veredas de la huasteca en San Luis Potosí, ambos bailando al ritmo de vinuetes, y encuentran en el camino a las almas que hallaron un escondite detrás de las máscaras de madera que portan las comparsas, integradas por sus familiares que los homenajean con danzas, vibrando, con el corazón acelerado, dejando expresar al cuerpo la alegría de saberlos cerca aún después de la muerte.