/ sábado 23 de marzo de 2024

Escritores Luca Crippa y Maurizio Onnis reviven la historia del fotógrafo de Auschwitz

Los escritores italianos Luca Crippa y Maurizio Onnis presentan una novela sobre la vida del prisionero que fue obligado por el régimen a retratar las atrocidades del Holocausto

El día en que falleció el fotógrafo polaco Wilhelm Brasse, a la edad de 94 años, el 23 de octubre de 2012, la noticia se difundió en todos los medios europeos. Sin embargo, a los escritores italianos Luca Crippa y Maurizio Onnis les parecía insuficiente lo que se decía sobre este hombre que había logrado sobrevivir a los horrores de Auschwitz, el mayor campo de concentración y exterminio del Holocausto judío, habiendo sido obligado por el régimen nazi, como prisionero político, a documentar con fotografías las atrocidades en ese lugar.

En la búsqueda de más información sobre este personaje, ambos autores, dedicados a la escritura de novelas históricas, encontraron una vida digna de ser contada. Después de exhaustivas investigaciones, la revisión de la limitada información testimonial de Wilhelm Brasse, principalmente del documental “The Portraitist” (2005) y la entrevista con dos de sus hijos, nació la novela “El fotógrafo de Auschwitz”.

“Wilhelm es un personaje particular, porque fue una víctima del terror nazi y testigo personal de esa tragedia. Lamentablemente, fue muchos años después de haberse salvado que comenzó a contar algo de su experiencia. Como les sucedió a muchos sobrevivientes, no tenía el coraje para hablar, pensaba que nadie le creería, que nadie lo escucharía, además de que se sentía afligido porque se había salvado tomando fotografías.

“Su trabajo nos deja pruebas muy importantes de lo sucedido, porque hay personas que hoy olvidan o incluso niegan que hayan sido así los campos de concentración. Fueron miles de víctimas, las que el retrató y que hoy son documentos históricos y testimoniales que incluso aparecen en las páginas de los libros de educación italiana”, comenta, vía remota, el teólogo y filósofo Luca Crippa, en entrevista con El Sol de México.

FOTÓGRAFO PROFESIONAL

La novela refiere a la formación de Brasse en el estudio de su tía antes de la guerra y en cómo, sin que fuera una persona interesada en la pugna política, fue aprehendido tras negarse a jurar lealtad a Hitler, y reconocerse como polaco y no como austriaco, aunque contaba con ambas nacionalidades.

También se cuenta desde la psicología del personaje sobre el contexto de las desgarradoras imágenes que retrató en alrededor de 50 mil fotografías, tanto en la identificación de prisioneros, como en la documentación de experimentos médicos y registro del horror en las cámaras de gas. Además, se narra cómo se unió al movimiento de resistencia organizado desde dentro del campo de concentración.

“Brasse fotografió a decenas de miles de prisioneros y ya fuera consciente o inconscientemente, siempre intentó presentarlos bajo la mejor luz. Muchas veces él mismo contaba que literalmente retocaba el rostro de los prisioneros para que no se notaran las marcas de los golpes recibidos.

“Pero también tenía que hacer este trabajo con los alemanes, porque en el estudio fotográfico de la oficina de identificación acudían muchos de ellos, desde simples soldados hasta oficiales de alto rango del campo que querían ser fotografiados para enviar un recuerdo a casa. Allí, al igual que cualquier profesional de la fotografía, él tenía el deber de comportarse como tal y hacer que las personas parecieran las más hermosas del mundo, incluso aquellos que en realidad actuaban como salvajes”, apunta el guionista y escritor Maurizio Onnis.

DERROTAR EL ODIO

Ambos autores coinciden en que aún es necesario seguir escribiendo sobre el Holocausto judío y la Segunda Guerra Mundial desde la literatura. Primero porque la literatura es la forma “más fácil de comunicar” el sentimiento de una época, a través de la vida y pensamientos de sus personajes, lo cual suele desdibujarse en un ensayo histórico. Y segundo, porque se trata de una historia viva para los habitantes de Europa.

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“Especialmente en Italia y en Alemania, sentimos esta historia que es lamentable. Hoy, todavía ocurren en el mundo graves crímenes contra la humanidad. Y cada vez es más importante que estos graves crímenes sean descubiertos, denunciados y estudiados, porque debemos vencer la violencia que los sostiene. Debemos derrotar el odio, el racismo.

“Todo esto sucede, como sucedió en los campos de concentración nazis, que desafortunadamente fueron nuestros campos, es decir, nuestros abuelos hicieron esto o lo permitieron, o incluso apoyaron a partidos políticos que querían eso. Es por eso que cuando estudiamos y escribimos de estos hechos, lo hacemos para entender el pasado, pero también para mejorar el presente”, finaliza Luca Crippa.

El día en que falleció el fotógrafo polaco Wilhelm Brasse, a la edad de 94 años, el 23 de octubre de 2012, la noticia se difundió en todos los medios europeos. Sin embargo, a los escritores italianos Luca Crippa y Maurizio Onnis les parecía insuficiente lo que se decía sobre este hombre que había logrado sobrevivir a los horrores de Auschwitz, el mayor campo de concentración y exterminio del Holocausto judío, habiendo sido obligado por el régimen nazi, como prisionero político, a documentar con fotografías las atrocidades en ese lugar.

En la búsqueda de más información sobre este personaje, ambos autores, dedicados a la escritura de novelas históricas, encontraron una vida digna de ser contada. Después de exhaustivas investigaciones, la revisión de la limitada información testimonial de Wilhelm Brasse, principalmente del documental “The Portraitist” (2005) y la entrevista con dos de sus hijos, nació la novela “El fotógrafo de Auschwitz”.

“Wilhelm es un personaje particular, porque fue una víctima del terror nazi y testigo personal de esa tragedia. Lamentablemente, fue muchos años después de haberse salvado que comenzó a contar algo de su experiencia. Como les sucedió a muchos sobrevivientes, no tenía el coraje para hablar, pensaba que nadie le creería, que nadie lo escucharía, además de que se sentía afligido porque se había salvado tomando fotografías.

“Su trabajo nos deja pruebas muy importantes de lo sucedido, porque hay personas que hoy olvidan o incluso niegan que hayan sido así los campos de concentración. Fueron miles de víctimas, las que el retrató y que hoy son documentos históricos y testimoniales que incluso aparecen en las páginas de los libros de educación italiana”, comenta, vía remota, el teólogo y filósofo Luca Crippa, en entrevista con El Sol de México.

FOTÓGRAFO PROFESIONAL

La novela refiere a la formación de Brasse en el estudio de su tía antes de la guerra y en cómo, sin que fuera una persona interesada en la pugna política, fue aprehendido tras negarse a jurar lealtad a Hitler, y reconocerse como polaco y no como austriaco, aunque contaba con ambas nacionalidades.

También se cuenta desde la psicología del personaje sobre el contexto de las desgarradoras imágenes que retrató en alrededor de 50 mil fotografías, tanto en la identificación de prisioneros, como en la documentación de experimentos médicos y registro del horror en las cámaras de gas. Además, se narra cómo se unió al movimiento de resistencia organizado desde dentro del campo de concentración.

“Brasse fotografió a decenas de miles de prisioneros y ya fuera consciente o inconscientemente, siempre intentó presentarlos bajo la mejor luz. Muchas veces él mismo contaba que literalmente retocaba el rostro de los prisioneros para que no se notaran las marcas de los golpes recibidos.

“Pero también tenía que hacer este trabajo con los alemanes, porque en el estudio fotográfico de la oficina de identificación acudían muchos de ellos, desde simples soldados hasta oficiales de alto rango del campo que querían ser fotografiados para enviar un recuerdo a casa. Allí, al igual que cualquier profesional de la fotografía, él tenía el deber de comportarse como tal y hacer que las personas parecieran las más hermosas del mundo, incluso aquellos que en realidad actuaban como salvajes”, apunta el guionista y escritor Maurizio Onnis.

DERROTAR EL ODIO

Ambos autores coinciden en que aún es necesario seguir escribiendo sobre el Holocausto judío y la Segunda Guerra Mundial desde la literatura. Primero porque la literatura es la forma “más fácil de comunicar” el sentimiento de una época, a través de la vida y pensamientos de sus personajes, lo cual suele desdibujarse en un ensayo histórico. Y segundo, porque se trata de una historia viva para los habitantes de Europa.

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“Especialmente en Italia y en Alemania, sentimos esta historia que es lamentable. Hoy, todavía ocurren en el mundo graves crímenes contra la humanidad. Y cada vez es más importante que estos graves crímenes sean descubiertos, denunciados y estudiados, porque debemos vencer la violencia que los sostiene. Debemos derrotar el odio, el racismo.

“Todo esto sucede, como sucedió en los campos de concentración nazis, que desafortunadamente fueron nuestros campos, es decir, nuestros abuelos hicieron esto o lo permitieron, o incluso apoyaron a partidos políticos que querían eso. Es por eso que cuando estudiamos y escribimos de estos hechos, lo hacemos para entender el pasado, pero también para mejorar el presente”, finaliza Luca Crippa.

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