Octavio Paz, el poeta, el escritor, el hombre. Ensayista y diplomático. Conquistó para México el Premio Nobel de Literatura en 1990, erigiéndose en uno de los grandes personajes de nuestro país de todos los tiempos. Influía con su prosa y su intelecto en el devenir histórico, haciéndose acreedor a la estima de propios y extraños, políticos y gobernantes, estadistas, artistas y gente del pueblo.
Cuando se dio a conocer la noticia de su Premio Nobel para México, la gente estalló en una explosión de alegría. Era, el también diplomático, un personaje que daba lustre a nuestra patria en el contexto mundial de las naciones. Octavio Paz, Premio Nobel. ¡Qué orgullo!
Han transcurrido 95 años desde su nacimiento y la iconografía del personaje que hoy nos ocupa se mantiene incólume, firme, como una de las leyendas de la literatura universal, agregando, además, su paso como embajador de México en la India y encargado de negocios ante el gobierno de Japón, así como sus imágenes en el mundo contemporáneo. Es la figura del hombre que dio voz romántica y de protesta, a la vez, a la comunidad, sin caer en exabruptos.
Octavio Irineo Paz Lozano era su nombre completo. Nació el 31 de marzo de 1914 en la capital de la República Mexicana. De acuerdo a sus biógrafos, cursó estudios en la Universidad Autónoma de México, la universidad de Berkeley y otras instituciones.
En el plano personal, estuvo casado con la también escritora Elena Garro de 1937 a 1959; posteriormente, contrajo nupcias con Marie Jose Tramino, en 1964.
Entre otros de sus reconocimientos destaca el Premio Cervantes al que se hizo acreedor en el año 1981. Octavio Paz publicó en 1933 el poemario Luna Silvestre, editado por Miguel N. Lira, revelándose ya como un gran prospecto de las letras. En ese entonces tocaba aspectos del espíritu romántico que aún permanecen vigentes en la poesía moderna.
El mismo Rafael Alberti dijo de la obra de Octavio que no era una poesía social, sino más bien una poesía intimista y describió al poeta como un revolucionario, al considerar que había en él una tentativa por transformar el lenguaje.
Otro momento importante en la trayectoria de Paz fue aquel cuando, a finales de 1936, escribió la primera versión del libro de poemas Raíz del Hombre, el cual le valió una crítica de Jorge Cuesta, quien, tiempo después advirtió en el poeta una filiación con las voces de Ramón López Velarde, Pablo Neruda, Carlos Pellicer y Xavier Villaurrutia.
Fue vasta la obra de Paz, resaltando entre sus ensayos El laberinto de la soledad, Las peras del olmo, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, y La otra voz: poesía y fin de siglo, entre otros más; en tanto, en materia poética destaca su prosa en El mono gramático, Entre la piedra y la flor, Libertad bajo palabra, Árbol adentro y Vuelta, pero, además, realizó entrevistas y otras actividades siempre relacionadas con su labor literaria.