Rosa María Guerrero es recibida entre música y llantos de alegría

La paratleta llegó a su tierra Mazatlán, luego de ganar la medalla de bronce en los Paralimpicos de Tokio 2020

Isac Chavez | El Sol de Mazatlán

  · miércoles 8 de septiembre de 2021

La porteña está orgullosa del logro obtenido. Foto: Isac Chavez | El Sol de Mazatlán

Mazatlán, Sin.- Con una fiesta y al ritmo de mariachi y banda, fue recibida esta mañana en el Aeropuerto Internacional Rafael Buelna, la paratleta Rosa María Guerrero, quien arribó a tierras mazatlecas a a las 11:00 horas, procedente de la Ciudad de México, en el vuelo venía acompañada del también sinaloense y concordense Juan Castellanos, quien fue parte el cuerpo técnico de la ahora medallista de bronce.

Al arribo de la porteña la esperaba su mamá Alicia Cazares, una fiel inseparable de Rosa, además de su familia que siempre ha sido un pilar muy importante para seguir luchando por sus metas.

En cuanto Rosa María pudo deslumbrar sus ojos a las afueras del aeropuerto, la banda sobornar y el mariachi ya la esperaban con el corrido de Mazatlán, cosa que le puso la piel chinita a la medallista, que con orgullo y lágrimas abrazaba a su familia y amigos que fueron a recibirla.

“Esta medalla es muestra del esfuerzo que he tenido, sacrificio, sudor y lágrimas, estoy muy agradecida con las muestras de cariño y con el recibimiento que me han dado, enfatizó Guerrero entre llantos de alegría de poder volver a su familia y poder estar de nueva cuenta en casa”.

La medallista está consciente que este es sólo el inicio, pues dijo orgullosa que el 2024 va por la medalla de oro, es una de las metas que tiene presente y sabe de lo que es capaz.

“Todavía me falta camino por recorrer, es el inicio, Paris 2024 será cuando traiga la medalla de oro y vamos a luchar por ello”, dijo entre aplausos y porras de los presentes, los cuales no paraban de tomarse fotos con ella, ya que su llegada paralizó por completo al Aeropuerto Internacional.

Luego del recibimiento que tuvo; la banda y él mariachi no dejaban de tocar, entre la lluvia de aplausos y apapachos para Rosa María, una guerrera de sangre porteña.



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