En un constante esfuerzo por mantener la juventud y vitalidad, las tendencias de cuidado de la piel han ido desde lo convencional hasta lo extravagante. Pero ¿qué hay de cierto en la novedosa práctica de los baños de hielo?
Sumergirse en agua fría puede parecer una hazaña digna de los valientes, pero sus beneficios para la piel podrían sorprenderte. Acompáñanos en este viaje a través de los misterios del agua fría y descubre cómo puede revolucionar tu rutina de cuidado facial y corporal.
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Circulación
El agua fría, lejos de ser dañina, se ha erigido como un complemento valioso para tu régimen de belleza. Los expertos señalan que los beneficios de la inmersión en agua fría son diversos y poderosos, destacando en primer lugar su impacto en la circulación sanguínea.
Cuando el cuerpo entra en contacto con el frío, los vasos sanguíneos se contraen inicialmente, protegiendo al cuerpo de la pérdida de calor. Sin embargo, esta reacción defensiva es seguida por una respuesta más generosa: los vasos se dilatan, fomentando una circulación sanguínea mejorada. Este flujo revitalizado de sangre oxigena la piel y la purifica, brindando un aspecto más firme y elástico.
Elastina
Si la producción de colágeno y elastina en la piel suena como una utopía, según algunos expertos, el agua fría podría acercarte más a ella de lo que piensas. La circulación sanguínea mejorada que proviene de la inmersión en agua fría también despierta la generación de estas proteínas esenciales.
El colágeno, la proteína que otorga firmeza y flexibilidad a la piel, disminuye con el paso de los años, contribuyendo al envejecimiento cutáneo. Sin embargo, el agua fría actúa como un despertador para la producción de colágeno y elastina, generando una sensación rejuvenecedora y una apariencia más fresca.
Por ende, la piel, bajo el influjo del agua fría, experimenta una regeneración profunda que se traduce en suavidad, firmeza y tonificación.
El agua fría también presenta una carta en la manga como antiinflamatorio. La estimulación de la circulación sanguínea tiene un efecto calmante sobre la piel, reduciendo el enrojecimiento y la inflamación. Esta característica es especialmente beneficiosa en la zona de las ojeras, donde el agua fría puede desinflamar y revitalizar la piel cansada.
¿Cómo aplicarla?
La aplicación del agua fría en la piel es una técnica sencilla, pero requiere ciertos cuidados. Si deseas incluirla en tu rutina facial, simplemente moja tu rostro con agua fría antes de aplicar los productos de limpieza.
En cambio, si prefieres aprovechar la ducha, empieza por mojar los pies con agua fría y ve ascendiendo gradualmente hacia la cara. Al principio, limita el tiempo de exposición a no más de 15 segundos, aumentándolo progresivamente. En la ducha, extiende el tiempo de inmersión hasta dos minutos para tonificar zonas como el abdomen.