MORELIA, Mich. Carlos Armella se encontró un grafiti pintado en una pared con una declaración de amor. Es le hizo preguntarse cuatro cosas: ¿Quién lo pintó?, ¿A quién iba dirigido?, ¿Esa persona lo habría visto? ¿De quién era esa pared donde la imagen estaba pintada?
Esa curiosidad sobre las pasiones y el enamoramiento adolescente, así como la timidez que representa ese grafiti anónimo, llevaron al cineasta a crear a Martín (Rodrigo Cortés), uno de los cuatro personajes que integran ¡Ánimo juventud!, película que compite en la sección de Largometraje Mexicano de la decimoctava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia y donde se plasman las tragedias y obstáculos de cuatro adolescentes en la Ciudad de México.
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“Ese planteamiento me dio el personaje y el tono que marcó la película: la cuestión del enamoramiento y de la pasión juvenil, pero a su vez el absurdo de declarar un amor en una pared cualquiera, con la posibilidad de que incluso el mensaje no llegue a la persona que va dirigido”, cuenta Armella en entrevista.
“Más que tratarse de un coming of age, este género de cine adolescente que habla sobre el paso a la madurez, traté de manejarlo como un anti- coming of age, porque los personajes atraviesan estas circunstancias, pero luego de hacerlo conservan este espíritu adolescente. Y de cierta manera la película va dirigida a todo aquel que haya sido adolescente”, señala el director, quien realiza su segundo largometraje de ficción luego de una carrera como documentalista.
Armella quiso plasmar las problemáticas propias de la juventud como “la necesidad de encajar en el mundo, aunque tengas que integrarte al grupo de las bullys o los bulleados”. Ello lo cuenta a través de Dulce (Daniela Arce), una adolescente que encuentra su espacio junto a las “chicas pesadas” de la escuela y que “a pesar de parecer que tiene una carga negativa, en realidad es un personaje que tiene ganas de cambiar”.
El personaje de Daniel, interpretado por Mario Palmerín, representa la terquedad adolescente de ser “el que dice la última palabra a pesar de que sea nada más por llevar la contra. Esa terquedad lo mete en problemas y a su vez lo saca adelante”.
Finalmente está la historia de Pedro, (Iñaki Godoy), que representa la incomprensión que los jóvenes viven frente a los adultos. “Él habla su propio idioma a pesar de que nade lo entiende. Es una metáfora que se vuelve muy literal, porque te confrontas a este grupo social que te dice que te comportes como alguien normal, aunque hay veces donde uno dice ‘yo no quiero ser normal, qué aburrido’. Es una metáfora que puede aplicarse a muchas de las problemáticas de adolescentes”.
¡Ánimo juventud! toma como escenario la Ciudad de México, que de manera indirecta el universo adolescente en tiempos de inseguridad y corrupción.
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