Mazatlán, Sin.- Antonio Zamudio Quesada, tiene su pequeño taller de reparación de relojes en la colonia Benito Juárez; a sus 73 años de edad y con 60 años trabajando en este oficio, asegura que es la primera vez que tiene que cerrar su negocio por una pandemia, en momentos en que planea mejor “pensionarse” para evitar riesgos e irse a comer frijoles guisados o de la olla, encerrado en casa con la familia.
Comenta que tiene 6 hijos, y sólo al primero le nació el gusto de aprender a reparar relojes, quien le ayuda por momentos en su taller, ubicado sobre la avenida De las Américas.
Refiere que en la actualidad la gente vive contra reloj, donde la tecnología y la ciencia se ha multiplicado y los oficios de antaño pasan a un segundo término, como lo es el de relojero, al que le ha dedicado toda una vida.
Antes le llegaban relojes de buena marca como los Steelco, Haste, Longinnes, Nidos, Rolex, Orient, Citizen, Seiko, Wittnauer y Marvin, hoy la mayoría son electrónicos con bobina y pila, casi desechables.
Ahora todos son desechables porque son ‘quitapilas’ y ‘ponpilas’, ya es donde valió m... el oficio, si cuando el reloj es bueno trabaja exacto, pero no, cómo cambia y revoluciona el tiempo, desde aquí prendo el aire acondicionado, desde mi trabajo, y cuando llego a casa ya está helado el cuarto, que chulada es la tecnología.
Antonio
Su taller, al igual que muchos establecimientos que realizan actividades no esenciales, tuvieron que cerrar por los riesgos del coronavirus Covid-19, él esperaba trabajar hasta el 15 o 20 de abril, cuando se prevé el punto más crítico de la pandemia, para ganar un poco más y poder sobrellevar la cuarentena.
Hay que cerrar, todo mundo cierra, yo esperaba para el día 15 o 20, unos días más porque hay viene lo más peligroso, acaso no dicen que cuando te da calentura te tomas la medicina y ya se te quita... ¡Y vóitelas!, en este tiempo, estando ya mayor edad viene la pandemia de coronavirus y que a todo mundo nos encierran para estar en casa, queremos estar aliviados, pero en casa con la familia.
Antonio
Por otra parte, señala que la relojería se acabó como oficio, ya que los que arreglan relojes hoy en día son ‘ponepilas’ y no relojeros.
Son dizque relojeros pero no lo son, ‘ponepilas’ es una cosa y relojero otra, aunque se enojen, este oficio me costó toda la vida, y no se aprende por completo, tiene uno que estar constante para poder arreglar al tiempo, no que el tiempo te arregle a ti.
Antonio
Indicó que todavía no le han llevado el reloj que no pueda reparar, así que si Dios le presta vida y salud, después de la cuarentena, decidirá si se retira o no de su oficio, dependerá de los tiempos, de sus fuerzas, y que la gente lo siga procurando en su taller.
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“Tengo 73 años, cómo se va el tiempo, ya me quiero ‘pensionar’ de los relojes, toda una vida, voy a ver quién me pensiona”, comenta entre risas, pues es un autoempleado, como muchos que tienen su taller y dependen de sus clientes.
NUNCA SE DEJA DE APRENDER
Zamudio Quesada es originario de Tepic, Nayarit, pertenece a una familia numerosa de nueve hermanos, su padre era ferrocarrilero, él los trajo a este puerto cuando lo cambiaron de estación, primero vivieron en una casa por la calle Rosales y Canizalez, en el Centro, de ahí se mudaron a la colonia Juárez, por la calle Novena, donde estaba el cine Juárez, enseguida.
Tenía 17 años cuando fue arreglar un reloj marca Marvin a un pequeño taller que estaba por el Lienzo Charro, sobre la calle Pérez Arce; a su propietario, Salvador Mondragón, le llamó la atención que se quedara a ver cómo arreglaba el reloj.
Estaba viendo cómo le hacía el relojero y luego me dijo ‘te gusta la chamba’, y le respondí que me gustaría aprender, y me dijo ‘pues vente mañana y yo te digo cómo le hagas’, y ándale que me enseñó con los relojes de mesa, de esos grandotes, primero me enseñó a afinar el volante para que la máquina trabaje exactamente, y desde allá pa’cá aquí estoy todavía en este pueblo.
Antonio
No obstante, Antonio Zamudio trabajó poco para don Salvador, ya que un día “un cuate lo mató”, quizá por quererlo asaltar, nunca se supo a ciencia cierta qué pasó.
Al tiempo puso su propia joyería.
Tuve que enseñarme primero porque esta cosa no tiene fin, el que dice que ya sabe es mentira, aquí siempre se aprende, y más porque antes sólo había automáticos y de cuerda, y ahora llegó la ‘pandemia’ de la pila y bien diferente, ya son electrónicos, y antes eran de cuerda y automáticos.
Antonio
Refiere que ahora todos los relojes son prácticamente desechables. Para él, los relojes con mejores máquinas han sido los Steelco, los Haste y los Wittnauer.
Refiere que los Nidos, los Rolex y los Orient vinieron después, y el Citizen y el Seiko, son de los más nuevos, con máquinas buenas.
Don Antonio dice que todavía le llegan relojes buenos, pero cada día batalla más para encontrar las refacciones, actualmente las manda pedir a Guadalajara, Jalisco, donde todavía hay refaccionarias de relojes antiguos.
Las piezas que más se piden son los ejes de los relojes, ya que es el primero que se daña, de ahí le sigue el espiral, porque a veces la gente le mete mano, lo rompe y lo echa a perder, así que tiene que reponerse nuevo, éste se pide por calibre.
LOS TIEMPOS CAMBIAN
Zamudio Quesada añora los tiempos de antes, cuando arreglaba de 5 a 6 relojes diarios, ya que ahora le llegan 2 o 3, a veces ninguno, reparar 5 son buenos días, pero escasos, y la mayoría son electrónicos que requieren el cambio de pila o la bobina.
Lo que se le arregla a los relojes nuevos es la batería o la bobina, es lo que se friega, la bobina es la que hace andar el motor del reloj, se rompe la bobina, lo mojan, se circuita y se friega y ya, le pones la bobina y la pila nueva y otra vez corre por la vía, así es la vida.
Antonio
Lo describe como un carro que se desviela, al cambiarse el motor, todo sigue igual por fuera, con el mismo caparazón, pero por dentro con motor nuevo.
Asegura que la relojería se acabó, pero ‘ponepilas’ hay muchos, que se hacen pasar como relojeros.
A veces hay chamba y a veces no, es como todo, si fuera tortillería habría a diario, pero la relojería es muy diferente, antes había mucha chamba, ya no hay porque son de pila, llegué arreglar hasta 5 o 6 relojes en un día, a veces nomás 1 porque salían batallosos, dependiendo lo complejo, hay fáciles y difíciles, actualmente a veces me llegan 2 o 3, a veces 5, a veces ni uno, que bueno que hubiera chamba, ya fuera rico como el de Teléfonos de México.
Antonio
Recuerda que en otros tiempos trabajó también de manera alternada la carpintería, como Pedro Infante, oficio que le dejó muchas experiencias bonitas, pero que ya no puede repetirlas por la edad.
Ya a estas alturas es viernes, ahora ya está uno viejo, no es la misma, antes podía hacerlo de manera alternada, pero ya no se puede, y menos con esto de la pandemia del coronavirus, a ver si la libramos, después de esto veremos si nos pensionamos o no de los relojes.
Antonio
TEXTUAL
Todavía no me han traído el reloj que no pueda arreglar, si me traen un reloj que no sirva, yo se los arreglo, y si no, le cambio la máquina por otra y el cascarón queda igual.Antonio Zamudio Quesada
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