Culiacán, Sin.- Testigo de cómo el coronavirus, afecta a los pacientes, al personal médico y familiares, el intendente, Abel Camacho Rodríguez, ha asumido el compromiso de ir más allá de su labor, alivianando el tenso ambiente de un área Covid-19 con su música, carisma y respaldo a doctores y enfermeras.
El trabajador que tiene cuatro años perteneciendo a la cuadrilla del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Culiacán y Navolato, se ha mantenido al “pie del cañón” por ya casi un año, presenciando como el Covid-19 ha acabado con la vida de decenas de pacientes y como el trabajo del equipo médico y la lucha de los enfermos, logra vencer al “bicho”.
A sus 38 años de edad, con cuatro hijos y una esposa que es enfermera en el hospital de Navolato, Abel tomó la difícil decisión de permanecer en las filas del IMSS bajo un contrato específico para las áreas Covid-19, al considerar que su trabajo de limpieza es pieza fundamental para hacer frente a la pandemia.
“Pero yo creo que cuando uno decide ingresar aquí al Seguro Social, determina muchas cosas al momento de ingresar, prestar el servicio en el área que te toca, de una u otra manera hacerlo, es tu trabajo y dar lo mejor para la gente”, expresó.
Abel no era ajeno a lo que ocurría del otro lado del mundo con el Covid-19 y su esperanza era que la enfermedad no llegara a Sinaloa, por saber a lo que se tendría que enfrentar dentro del nosocomio.
LLAMADO A FILAS
Para febrero cuando se confirmó el paciente 01 en el estado, él estaba en descanso por haber terminado su contrato en enero, pero para marzo regresó al IMSS; primero en el triage en Navolato y en abril, en el Hospital General Regional No. 1 en Culiacán. Momento en el que se contagió de coronavirus y al sufrir varios de los síntomas de la enfermedad, reforzó sus protocolos de seguridad.
Por meses, la inspiración de Abel para seguir entrando a las áreas Covid-19 ha sido que ningún familiar ha sido hospitalizado y al percatarse de la inmensa lucha que se ha sometido al equipo médico, su aportación más allá de cumplir con los estándares de higiene y sanitización, ha sido sumar con actividades como ayudar a una enfermera cuando baña al paciente, pasando el cesto, agua o lo que ocupe.
“Uno también está con ellos, independientemente de que sea el trabajo de uno de limpieza, apoyar, porque si es muy pesado para los enfermeros, los doctores, un paciente Covid-19 no es fácil, requiere muchos servicios, estar encima de él, te está hablando, que quiero agua, que me siento mal, que muéveme, que le quiero hablar a mi mamá, que le quiero hablar al familiar”, comentó.
En su ir y venir en el área Covid-19 del hospital, Abel aprovecha su pasatiempo de escuchar música mientras trabaja y al mismo tiempo contagia su energía a los pacientes, quienes cuando tienen oportunidad le agradecen por llegar con diferentes canciones que les sirve como distracción.
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“A lo mejor no les gustará la música a todos, a otros sí, pero trato de hacerles un poquito más cómoda la estancia, el tiempo que van a estar aquí y sí, muchos lo han dicho, nomás estas tú y se siente el cambio, se nota que aquí estas, cualquier cosa que te hable haces caso, sí estás al pendiente de tu trabajo y de nosotros también”, compartió.
ALIGERAR LA CARGA
Una sección más del hospital en el que Abel ha dejado su huella, es en la sala de espera de los familiares, en donde por un mes cubrió a otro compañero, percatándose que había personas que tenían desde una semana hasta casi dos meses esperando a que se diera de alta a su paciente y en lo único que él podía hacer para aminorar la angustia, era manteniendo el espacio limpio, “lo mejor de mí para ellos, para la gente”.
“Si me tocó esa parte también vivirla al principio y la verdad sí es muy desgastante también para los familiares, estar en una situación de estas, trataba yo de tenerlos en lo mejor posible limpio, lo que es el área, los baños que era indispensable para ellos”, explicó.
Por formar parte de la primera línea de atención, el intendente ya recibió la primera dosis contra Covid-19 de la farmacéutica Pfizer, confiado en que es una vacuna que está avalada por las autoridades, pero al ser consciente de que existe un porcentaje de riesgo de contagio, no ha bajado la guardia en la aplicación de los protocolos sanitarios.
A finales de enero, el intendente, fue de los primeros trabajadores que recibió la vacuna y las secuelas que presentó fue un dolor en el brazo que no le permitió moverlo por dos días y tuvo “el cuerpo cortado”. Ahora está a la espera de que se le aplique la segunda dosis.
El reconocimiento durante la pandemia se ha enfocado al personal médico, dejando en cierto modo de lado al equipo de intendencia que corre también un alto riesgo de contagio, pero que, sin esperar un agradecimiento de regreso, Abel, como el resto sus compañeros seguirán aportando en la batalla contra el Covid-19.
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