/ jueves 5 de octubre de 2023

¿Agricultura o consumo humano? Un experto de la UAS te lo explica

La crisis agrícola que se avecina podría generar inseguridad alimentaria y afectaría también la riqueza del estado y fuentes de empleo

Culiacán, Sin.- En medio de una de las sequías más severas que ha enfrentado Sinaloa en el año 2023, donde factores climáticos como el fenómeno de "El Niño" en el Pacífico y una corriente anticiclónica han dejado al estado sin lluvias significativas, surge un dilema crítico: ¿se debe priorizar la distribución del agua para el consumo humano o para la agricultura?

Omar Mancera, investigador de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), con años de experiencia analizando las condiciones de las presas en el estado, ha señalado que el 97% del agua disponible se destina a la agricultura, mientras que solo el 2% se utiliza para la industria y un escaso 1% está destinado al consumo humano.

También puedes leer: Presas de Sinaloa aún no alcanzan el mínimo necesario para garantizar ciclo agrícola

"Esto significa que la distribución del agua en Sinaloa se inclina abrumadoramente hacia la agricultura. Si consideramos que las presas están por debajo del 20% de su capacidad y solo queda disponible el 1% para consumo humano, las instancias federales y estatales de gobierno se enfrentan a una decisión de gran magnitud: ¿a quién se le asignará ese 20%, a los agricultores o a la población?", reflexiona Mancera.

El desafío

El desafío va más allá de lo meramente meteorológico y se convierte en un problema social considerable. El foco de atención y preocupación recae en los agricultores, ya que la falta de agua pone en riesgo el ciclo agrícola venidero. Además, se han observado manifestaciones sociales en varias localidades como El Rosario, Guasave y Los Mochis, donde la población ha salido a las calles exigiendo acceso al vital líquido.

Omar Mancera aseguró que el problema no termina ahí, la producción agrícola es un pilar fundamental de la economía local, generando empleo, riqueza y movilizando una cadena de suministro que abarca diversos sectores. La escasez de empleo resultante de la crisis agrícola podría aumentar la inseguridad alimentaria, afectando a tiendas, vendedores de ropa y otros comerciantes locales.

“Empezamos hablando de lo meteorológico, pero vienen todas estas implicaciones sociales complejas y al no haber empleo, a su vez no consumes al de la tienda, al que vende la ropa, al que vende un artículo para el hogar, haciéndose una cadena”, señaló.

Ante el problema de la sequía y el bajo nivel de las presas, expuso que de la agricultura dependen otras actividades secundarias y terciarias y un número cuantioso de personas.

Sinaloa abastece al 30 por ciento del mercado nacional de hortalizas y granos, por lo que, de continuar esta situación, se encarecerían no solo las hortalizas, y nosotros que lo adquirimos relativamente barato padecería también de esa carecía”.

En medio de este panorama, algunos agricultores han considerado la posibilidad de cultivar cártamo, pero Omar Mancera insta a reconsiderar esta decisión.

El experto señala que no existe una cadena de producción establecida para el cártamo, y compara esta situación con los desafíos que enfrenta la producción de maíz, un alimento básico en el país. La pregunta que surge es cómo se posicionaría el cártamo, quién lo compraría y quién lo procesaría en aceite.

Finalmente, señaló que ante el panorama desolador de este fenómeno tan complejo, será un debate lamentable, pero interesante conocer cuáles serán las decisiones en caso de mantenerse esta terrible ola de calor y la falta de precipitación.

Culiacán, Sin.- En medio de una de las sequías más severas que ha enfrentado Sinaloa en el año 2023, donde factores climáticos como el fenómeno de "El Niño" en el Pacífico y una corriente anticiclónica han dejado al estado sin lluvias significativas, surge un dilema crítico: ¿se debe priorizar la distribución del agua para el consumo humano o para la agricultura?

Omar Mancera, investigador de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), con años de experiencia analizando las condiciones de las presas en el estado, ha señalado que el 97% del agua disponible se destina a la agricultura, mientras que solo el 2% se utiliza para la industria y un escaso 1% está destinado al consumo humano.

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"Esto significa que la distribución del agua en Sinaloa se inclina abrumadoramente hacia la agricultura. Si consideramos que las presas están por debajo del 20% de su capacidad y solo queda disponible el 1% para consumo humano, las instancias federales y estatales de gobierno se enfrentan a una decisión de gran magnitud: ¿a quién se le asignará ese 20%, a los agricultores o a la población?", reflexiona Mancera.

El desafío

El desafío va más allá de lo meramente meteorológico y se convierte en un problema social considerable. El foco de atención y preocupación recae en los agricultores, ya que la falta de agua pone en riesgo el ciclo agrícola venidero. Además, se han observado manifestaciones sociales en varias localidades como El Rosario, Guasave y Los Mochis, donde la población ha salido a las calles exigiendo acceso al vital líquido.

Omar Mancera aseguró que el problema no termina ahí, la producción agrícola es un pilar fundamental de la economía local, generando empleo, riqueza y movilizando una cadena de suministro que abarca diversos sectores. La escasez de empleo resultante de la crisis agrícola podría aumentar la inseguridad alimentaria, afectando a tiendas, vendedores de ropa y otros comerciantes locales.

“Empezamos hablando de lo meteorológico, pero vienen todas estas implicaciones sociales complejas y al no haber empleo, a su vez no consumes al de la tienda, al que vende la ropa, al que vende un artículo para el hogar, haciéndose una cadena”, señaló.

Ante el problema de la sequía y el bajo nivel de las presas, expuso que de la agricultura dependen otras actividades secundarias y terciarias y un número cuantioso de personas.

Sinaloa abastece al 30 por ciento del mercado nacional de hortalizas y granos, por lo que, de continuar esta situación, se encarecerían no solo las hortalizas, y nosotros que lo adquirimos relativamente barato padecería también de esa carecía”.

En medio de este panorama, algunos agricultores han considerado la posibilidad de cultivar cártamo, pero Omar Mancera insta a reconsiderar esta decisión.

El experto señala que no existe una cadena de producción establecida para el cártamo, y compara esta situación con los desafíos que enfrenta la producción de maíz, un alimento básico en el país. La pregunta que surge es cómo se posicionaría el cártamo, quién lo compraría y quién lo procesaría en aceite.

Finalmente, señaló que ante el panorama desolador de este fenómeno tan complejo, será un debate lamentable, pero interesante conocer cuáles serán las decisiones en caso de mantenerse esta terrible ola de calor y la falta de precipitación.

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