Alberto es el “chacharero” de Mazatlán

Recorre las calles del Centro para obtener el sustento diario con la pepena de cartón, papel, plástico y fierro viejo

Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

  · sábado 11 de septiembre de 2021

Con su triciclo, Alberto recorre las calles del Centro para obtener el sustento diario con la pepena de cartón, papel, plástico y fierro viejo. Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

Mazatlán, Sin.- Para los pepenadores un basurero es un “paraíso” que siempre tiene algo qué ofrecerles, ya sea pet, cartón, papel, fierro, juguetes o aparatos electrónicos, que luego venden en las recicladoras.

Alberto, quien tiene cinco años como chacharero, es uno de los tantos hombres y mujeres que se dan a la tarea de recorrer todos los días las calles para obtener el sustento diario con la pepena de cartón, plástico y demás objetos que son desechados a la calle.

Como si se tratara de un ritual, cada mañana y tarde sale de su domicilio ubicado en el Centro de Mazatlán, recorre muchas calles, revisa los contenedores que se encuentra para recoger los residuos que pueda vender a una chatarrera.

El chacharero de 45 años de edad ve utilidad en objetos que para otros son basura. En su triciclo recorre decenas de calles para buscar en los desechos, antes de que el camión recolector pase.

Después de la primera jornada de tres a cuatro horas, una báscula decide cuánto valió el esfuerzo de haber recorrido varias calles. Es la ruta diaria, lo mismo hace en su segunda jornada que dura de dos a tres horas.

"Uno busca donde le paguen mejor, cincuenta centavos o un peso más, lo que pagan más bien es el pet, pero está muy liviano, tienes que juntar un montón y el cartón también, pero el papel vale un poquito más, pero casi no hay, es raro que salga mucho".

Foto: Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

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Al quedarse sin empleo se vio en la necesidad de dedicarse a la pepena, son muchos los que viven de esto y ahora con la crisis económica por el Covid son más.

Los pepenadores han aprendido a respetar sus zonas, incluso cuando ven que ya hay gente revisando la basura en un lugar se van de largo, pepena hay para todos.

"Muchos de vivimos de eso, señoras, señores, jóvenes. El trabajo es muy arduo y el ingreso poco, pero lo que los mueve es la necesidad. De aquí nos vestimos y calzamos todos los días, hay que salir a buscar chácharas, si no, no hay para comer".

El “gordo”, como lo conocen en el Centro, señala que ha encontrado anillos, cadenitas de oro, de plata y también dinero, la última vez se encontró dos billetes de 500 pesos.

Foto: Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

Dice que lo que para unos es basura, para otros es dinero, pues hay quienes tiran cosas buenas como muebles, ropa y otras con desperfectos mínimos como abanicos, televisiones, que se arreglan para venderlas a un mejor precio.

De aquí ha sacado adelante a su familia pues lo menos que gana al día son 300 pesos y lo más, de mil a mil 500 pesos. También depende de la persona y de su ruta.

Comenta que en ocasiones se traslada en su triciclo a colonias alejadas del Centro, por cosas que van a tirar algunos conocidos, como lavadoras viejas, aires acondicionados y, protecciones de fierro.

"Hay quienes me guardan la basura, pero se tiene que buscar por aquí, por allá, para que pueda salir, a veces los policías no te dejan trabajar, porque hay gente que se queja de nosotros, hay muchos que sí dejan toda la basura regada, pero no todos".

Foto: Marimar Toledo | El Sol de Mazatlán

Dice que en este oficio se corre mucho riesgo, sobre todo cuando traen el triciclo cargado de cartón, lo que le impide la visibilidad, y hay carros, principalmente los camiones urbanos, que son muy abusivos y le echan la unidad encima

"He tenido que correr hacia la banqueta, prefiero que se lleven el triciclo y que no me atropellen a mí. Hace poco me tocó ver que un camión arremangó a un compañero en un triciclo en el Centro".

Cuando empezó en esto le daba mucha vergüenza que lo vieran revisando y recogiendo cosas de la basura, pero ya después no. La necesidad quita todo, incluso la vergüenza de que lo vean como “cosa rara” y con desconfianza.

Mientras salga para comer, el seguirá en la “pepena”. Las calles de Mazatlán son como su oficina, de donde sale el sustento para vivir y sacar adelante a su familia.



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