/ sábado 27 de julio de 2024

Bajo perfil y negociación, las armas perfectas de ‘El Mayo’

El líder histórico del Cártel de Sinaloa se volvió la pieza principal de un sistema criminal que lo mismo negociaba con otros cárteles que con las más altas esferas de los gobiernos en turno

Un viejo refrán cita: “El chiste del diablo es hacerle creer al mundo que no existe”.

Con esta frase se puede resumir la vida y obra de Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, el histórico líder del Cártel de Sinaloa, quien este jueves fue capturado por el Gobierno de Estados Unidos en Texas.

Su captura revive muchos pasajes del narcotráfico en México en los últimos 24 años.

También puedes leer: Rinden tributo a Héctor Melesio Cuén Ojeda en Culiacán

En la mayoría de ellos el sinaloense siempre salió fortalecido, pues en el país jamás pisó la cárcel ni para visitar a un familiar.

Pero la guerra contra el narcotráfico emprendida por el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa, de 2006 a 2012, le asestó el primer golpe fuerte en su vida: la detención de su primogénito Vicente Zambada Niebla en la Ciudad de México en marzo de 2009.

El cártel sinaloense, que había entrado en una espiral sin control por divisiones entre “El Chapo” Guzmán y sus primos los Beltrán Leyva, impactó a toda la estructura del narcotráfico en el País.

El estado fue sitiado por el Ejército y la Policía Federal Preventiva y los enfrentamientos en las calles eran el “set del horror” para los habitantes de la capital sinaloense.

En ese contexto de violencia “El Mayo” se erigió como el negociador con el que el Gobierno federal y los otros grupos criminales podían negociar para reducir los niveles de violencia y las zonas de operación para el trasiego de drogas a los Estados Unidos.

Pero “El Mayo” también tenía sus ejércitos de sicarios, por si las dudas, que protegían el terreno por donde se desplazaba.

De esta manera la figura de “El Mayo” pasó de ser un importante operador a una especie de “consiglieri”, esos consejeros de la mafia italiana al que consultan los capos.

Esa capacidad de negociación fue evidente cuando tres hijos de “El Chapo” Guzmán fueron secuestrados en Puerto Vallarta en 2016.

Zambada García fue el artífice de la negociación con el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, para liberar sanos salvos a los hijos de Guzmán Loera.

El pleito al interior del cártel sinaloense no cesaba a pesar de que la mayoría de los Beltrán Leyva estaba fuera de servicio en el mundo criminal, muertos o detenidos.

A “El Mayo” parecían no tocarlo en sus intereses, salvo el Gobierno federal, que por aquellos años le congeló cuentas de casas de empeño y guarderías en la que Hacienda aseguró lavaban activos del cártel.

En este contexto, las fuerzas armadas comenzaron con una serie de cateos a propiedades de Zambada García tanto en Culiacán como en la zona rural, principalmente en El Salado, donde se presumía el capo se movía por ser originario de ese lugar.

Los aseguramientos de vehículos de lujo, deportivos y clásicos, daban cuenta del poderío del jefe máximo del Cártel de Sinaloa.

De “El Mayo” se sabe que nunca fue ostentoso, al contrario, era precavido y con bajo perfil, a lo que se sumó su capacidad de negociación.

Por eso no hay muchas fotos suyas donde se le vea teniendo vida social, salvo algunas del pasado, en los años 80, con sombrero.

La última imagen en la que se le ubica es la que se tomó en la entrevista que le hizo Julio Sherer García, director de Proceso en 2010.

Un viejo refrán cita: “El chiste del diablo es hacerle creer al mundo que no existe”.

Con esta frase se puede resumir la vida y obra de Ismael Zambada García, alias “El Mayo”, el histórico líder del Cártel de Sinaloa, quien este jueves fue capturado por el Gobierno de Estados Unidos en Texas.

Su captura revive muchos pasajes del narcotráfico en México en los últimos 24 años.

También puedes leer: Rinden tributo a Héctor Melesio Cuén Ojeda en Culiacán

En la mayoría de ellos el sinaloense siempre salió fortalecido, pues en el país jamás pisó la cárcel ni para visitar a un familiar.

Pero la guerra contra el narcotráfico emprendida por el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa, de 2006 a 2012, le asestó el primer golpe fuerte en su vida: la detención de su primogénito Vicente Zambada Niebla en la Ciudad de México en marzo de 2009.

El cártel sinaloense, que había entrado en una espiral sin control por divisiones entre “El Chapo” Guzmán y sus primos los Beltrán Leyva, impactó a toda la estructura del narcotráfico en el País.

El estado fue sitiado por el Ejército y la Policía Federal Preventiva y los enfrentamientos en las calles eran el “set del horror” para los habitantes de la capital sinaloense.

En ese contexto de violencia “El Mayo” se erigió como el negociador con el que el Gobierno federal y los otros grupos criminales podían negociar para reducir los niveles de violencia y las zonas de operación para el trasiego de drogas a los Estados Unidos.

Pero “El Mayo” también tenía sus ejércitos de sicarios, por si las dudas, que protegían el terreno por donde se desplazaba.

De esta manera la figura de “El Mayo” pasó de ser un importante operador a una especie de “consiglieri”, esos consejeros de la mafia italiana al que consultan los capos.

Esa capacidad de negociación fue evidente cuando tres hijos de “El Chapo” Guzmán fueron secuestrados en Puerto Vallarta en 2016.

Zambada García fue el artífice de la negociación con el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, para liberar sanos salvos a los hijos de Guzmán Loera.

El pleito al interior del cártel sinaloense no cesaba a pesar de que la mayoría de los Beltrán Leyva estaba fuera de servicio en el mundo criminal, muertos o detenidos.

A “El Mayo” parecían no tocarlo en sus intereses, salvo el Gobierno federal, que por aquellos años le congeló cuentas de casas de empeño y guarderías en la que Hacienda aseguró lavaban activos del cártel.

En este contexto, las fuerzas armadas comenzaron con una serie de cateos a propiedades de Zambada García tanto en Culiacán como en la zona rural, principalmente en El Salado, donde se presumía el capo se movía por ser originario de ese lugar.

Los aseguramientos de vehículos de lujo, deportivos y clásicos, daban cuenta del poderío del jefe máximo del Cártel de Sinaloa.

De “El Mayo” se sabe que nunca fue ostentoso, al contrario, era precavido y con bajo perfil, a lo que se sumó su capacidad de negociación.

Por eso no hay muchas fotos suyas donde se le vea teniendo vida social, salvo algunas del pasado, en los años 80, con sombrero.

La última imagen en la que se le ubica es la que se tomó en la entrevista que le hizo Julio Sherer García, director de Proceso en 2010.

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