/ sábado 17 de abril de 2021

Bienvenidos a la casa de Uva: los panecillos más famosos del Centro

Doña Uva tiene más de más de 20 años dedicada a la repostería, un oficio que aprendió de una tía y que ahora lo transmite a su hijo y nietas

Mazatlán, Sin.- Hoy en día, aún son pocas las mujeres que ocupan altos cargos en la industria de la panificación, ya que el hombre es todavía el rostro principal que, en la mayoría de los casos, es responsable de todo lo que va al mostrador.

Sin embargo, según datos del pasado, cuando la panadería todavía no se había industrializado, eran las abuelas, mujeres amas de casa principalmente, las que hacían el pan en casa. Sus sabias y experimentadas manos sabían al derecho y al revés las recetas de las masas y la temperatura adecuada para colocar el pan a cocer.

El ingrediente secreto es que le pone mucho amor a sus recetas. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Tal es el caso de Uvaldina Valenzuela Valdez, de 78 años, quien prepara y vende al público una variedad de ricos panecillos y pasteles.

Bienvenidos a la casa de Uva, es así como recibe a todos sus clientes desde hace más de 20 años, afuera de su domicilio en la calle Constitución 1104, en el Centro de Mazatlán. Ahí tiene su vitrina con una variedad de sus ricos panecillos.

Cuando tenía 14 años le nació el gusto por hornear, pues su tía prepara pasteles y de ahí aprendió, y después de varios intentos, fue hasta 40 años después cuando decidió vender pan.

"Cuando yo tuve a mi primer hijo empecé hacer pan, pero en esa época no era tan vendido como hoy y lo dejé, porque antes las amas de casa hacían sus propio pan y pasteles, me puse a trabajar en otra cosa y cuando me quedé sin empleo decidí hacer pan, la necesidad lo hace a uno buscar el cinco y aquí sigo", comenta.

La venta de sus ricos panecillos es un negocio totalmente familiar, con el paso de los años se han unido su hijo y su nuera, y seguramente en unos pocos años más sus nietas.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Doña Uva hace unos años tuvo un accidente y perdió la movilidad de su brazo derecho en un 80% y después de un año de cirugías y terapias, con un gran esfuerzo, pero con el mismo amor, continúa haciendo pan.

"Al inicio me ayudaba mi esposo Manuel, cuando él faltó, mi hijo y su esposa Azalea empezaron a ayudarme más de lo que normalmente lo hacían, pero desde hace unos años empezamos a dividirnos las tareas, con mi edad y el accidente ya no puedo hacer muchas cosas".

Recuerda que a finales de 1999 empezó con la batida de tres tazas de harina para hornear en dos charolitas de 12 bollos su producto “estrella”, los bollitos, y de ahí se fue incrementando, sin embargo, les ha costado trabajo posicionar los diferentes sabores, como plátano, chocolate o naranja, porque la gente busca el tradicional.

Con 78 años de edad, su día inicia a las 5:00 de la mañana, se baña, hace oración y las 6:00 empieza a preparar la masa para el pan que le toca, a esa hora sale la primera horneada de bollitos por parte de su hijo y nuera, quienes tienen que entregarlos en el mercado José María Pino Suarez antes de entrar a trabajar.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

A las 6:30 sacan a la puerta de la casa la vitrina, la cual van surtiendo de bollitos de plátano, vainilla, naranja, zanahoria, de coco y piña, pan de elote, bísquets, niño envuelto de cajeta y nuez, sin dejar de mencionar los brownies, el pay de queso, marmoleado con glaseado, en cuanto van saliendo del horno.

"A pesar de la edad que tengo, yo me la juego con cualquiera que venda bollos, las recetas que yo tengo, no es que sean únicas, sino que utilizamos productos de calidad para el pan tradicional casero, aquí en Mazatlán hay lugares que venden buen pan, no les quito el mérito, pero ninguno está igual que estos".

La repostera mazatleca, que lleva más de 20 años con las manos en la masa, comparte que el mayor secreto de su pan es hacerlo con amor, con tiempo, porque necesita un determinado tiempo de amasado, reposo y cocción.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

"Un pan normal se encuentra en cualquier lugar, el especial es el que está hecho con amor, con gusto y tiempo. Mi ingrediente principal y secreto, es precisamente que hago las cosas con amor y no toda la gente lo hace".

Señala que a las nuevas generaciones que hacen pasteles se les olvida utilizar los ingredientes básicos, como el huevo, mantequilla, leche, porque ahora te venden las harinas preparadas y betunes en polvo.

En la Casa de la Uva fue el primer lugar donde se empezaron a preparar y vender los mini pasteles con mucho éxito, también crearon la nueva línea saludable, sin azur, harina y gluten.



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Mazatlán, Sin.- Hoy en día, aún son pocas las mujeres que ocupan altos cargos en la industria de la panificación, ya que el hombre es todavía el rostro principal que, en la mayoría de los casos, es responsable de todo lo que va al mostrador.

Sin embargo, según datos del pasado, cuando la panadería todavía no se había industrializado, eran las abuelas, mujeres amas de casa principalmente, las que hacían el pan en casa. Sus sabias y experimentadas manos sabían al derecho y al revés las recetas de las masas y la temperatura adecuada para colocar el pan a cocer.

El ingrediente secreto es que le pone mucho amor a sus recetas. Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Tal es el caso de Uvaldina Valenzuela Valdez, de 78 años, quien prepara y vende al público una variedad de ricos panecillos y pasteles.

Bienvenidos a la casa de Uva, es así como recibe a todos sus clientes desde hace más de 20 años, afuera de su domicilio en la calle Constitución 1104, en el Centro de Mazatlán. Ahí tiene su vitrina con una variedad de sus ricos panecillos.

Cuando tenía 14 años le nació el gusto por hornear, pues su tía prepara pasteles y de ahí aprendió, y después de varios intentos, fue hasta 40 años después cuando decidió vender pan.

"Cuando yo tuve a mi primer hijo empecé hacer pan, pero en esa época no era tan vendido como hoy y lo dejé, porque antes las amas de casa hacían sus propio pan y pasteles, me puse a trabajar en otra cosa y cuando me quedé sin empleo decidí hacer pan, la necesidad lo hace a uno buscar el cinco y aquí sigo", comenta.

La venta de sus ricos panecillos es un negocio totalmente familiar, con el paso de los años se han unido su hijo y su nuera, y seguramente en unos pocos años más sus nietas.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

Doña Uva hace unos años tuvo un accidente y perdió la movilidad de su brazo derecho en un 80% y después de un año de cirugías y terapias, con un gran esfuerzo, pero con el mismo amor, continúa haciendo pan.

"Al inicio me ayudaba mi esposo Manuel, cuando él faltó, mi hijo y su esposa Azalea empezaron a ayudarme más de lo que normalmente lo hacían, pero desde hace unos años empezamos a dividirnos las tareas, con mi edad y el accidente ya no puedo hacer muchas cosas".

Recuerda que a finales de 1999 empezó con la batida de tres tazas de harina para hornear en dos charolitas de 12 bollos su producto “estrella”, los bollitos, y de ahí se fue incrementando, sin embargo, les ha costado trabajo posicionar los diferentes sabores, como plátano, chocolate o naranja, porque la gente busca el tradicional.

Con 78 años de edad, su día inicia a las 5:00 de la mañana, se baña, hace oración y las 6:00 empieza a preparar la masa para el pan que le toca, a esa hora sale la primera horneada de bollitos por parte de su hijo y nuera, quienes tienen que entregarlos en el mercado José María Pino Suarez antes de entrar a trabajar.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

A las 6:30 sacan a la puerta de la casa la vitrina, la cual van surtiendo de bollitos de plátano, vainilla, naranja, zanahoria, de coco y piña, pan de elote, bísquets, niño envuelto de cajeta y nuez, sin dejar de mencionar los brownies, el pay de queso, marmoleado con glaseado, en cuanto van saliendo del horno.

"A pesar de la edad que tengo, yo me la juego con cualquiera que venda bollos, las recetas que yo tengo, no es que sean únicas, sino que utilizamos productos de calidad para el pan tradicional casero, aquí en Mazatlán hay lugares que venden buen pan, no les quito el mérito, pero ninguno está igual que estos".

La repostera mazatleca, que lleva más de 20 años con las manos en la masa, comparte que el mayor secreto de su pan es hacerlo con amor, con tiempo, porque necesita un determinado tiempo de amasado, reposo y cocción.

Foto: Rolando Salazar │ El Sol de Mazatlán

"Un pan normal se encuentra en cualquier lugar, el especial es el que está hecho con amor, con gusto y tiempo. Mi ingrediente principal y secreto, es precisamente que hago las cosas con amor y no toda la gente lo hace".

Señala que a las nuevas generaciones que hacen pasteles se les olvida utilizar los ingredientes básicos, como el huevo, mantequilla, leche, porque ahora te venden las harinas preparadas y betunes en polvo.

En la Casa de la Uva fue el primer lugar donde se empezaron a preparar y vender los mini pasteles con mucho éxito, también crearon la nueva línea saludable, sin azur, harina y gluten.



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