Mazatlán. - Pese a su discapacidad y edad, Canuto García, Luis Tabares y Margarita Yuriart, se ven en la necesidad de salir cada mañana a pedir ayuda en las calles y cruceros, con la esperanza de obtener lo suficiente para comer, comprar medicinas y cubrir los gastos del hogar.
Al igual que ellos, decenas de personas de la tercera edad hacen lo mismo, seleccionando las avenidas y cruces viales con más tráfico, sin importar el peligro o los riesgos de un accidente, ya sea porque nadie los contrata a esa edad, los hijos se independizaron y no asumen la responsabilidad, o las ayudas gubernamentales tan anunciadas no les llegan.
En el último año, el DIF municipal ha atendido 42 casos de personas reportadas en los cruceros de Mazatlán.
Es muy difícil saber el número de personas que están actualmente en los cruceros, pero estamos atendiendo las llamadas y reportes que nos hacen, vamos y hacemos apercibimientos, platicamos con las personas, y damos asistencia, sobre todo cuando hay menores de edad.
Director del DIF municipal, Roberto Rodríguez Lizárraga.
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Dijo que se tienen casos específicos de personas de la tercera edad que salen de sus casas y se colocan en los cruceros para pedir ayuda y sostener a sus familias; en esos casos, señaló, el DIF atiende de manera directa a las personas.
Siempre estamos atendiendo los reportes que nos llegan por teléfono y que nos hacen para estos casos, tanto el adulto mayor como el niño que se encuentra en las esquinas vulnerables ante el medio en que se encuentran que son los carros y vehículos, la gente y motocicletas, en todos los casos siempre atendemos la parte más vulnerable.
Rodríguez Lizárraga
Refirió que los casos han aumentado en el último año, porque se han atendido los reportes y se le ha dado seguimiento, prueba de ello citó los 37 menores que se encuentran bajo resguardo y cuidado en el albergue Mi Ángel de la Guarda, los cuales agregó no todos fueron sacados de las calles y cruceros, pero sí parte de ellos.
Indicó que normalmente las personas que están en las esquinas son familias que de manera transitoria vienen a Mazatlán y se quedan por meses, pero de manera temporal, o son personas adultas que alguien las puso para obtener dinero.
En todos los casos, añadió, se hace un apercibimiento.
“SI NO PIDO EN LA CALLE, ¿QUIÉN ME DA?”
Canuto García, vive en Rincón de Urías, tiene 59 años de edad, él comenta que a los 47 años tuvo un accidente automovilístico donde se le quebró la cadera, lo operaron en el Seguro Social y le pusieron una prótesis.
Desde entonces no puede trabajar, los médicos le recomendaron no levantar cosas pesadas.
Él recuerda que antes del accidente trabajaba en la construcción, primero de peón y después de albañil, en lo que sea.
Ya no pude trabajar en la obra, así que ahora ando pidiendo para poder comer, porque si no pido en la calle, ¿quién me da?, el trabajo está difícil, apenas de velador porque ya no puedo hacer muchas cosas, pero voy a solicitar por ahí, voy a buscar, aunque sea de velador.
Canuto García
Canuto vive con su esposa Mélida de 58 años de edad, ella también sufrió un accidente automovilístico, la atropelló una camioneta, pero mucho tiempo antes que, a él, tienen 4 hijos, 3 son mujeres y un varón, todos sus hijos ya se casaron y viven aparte.
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Yo soy originario del estado de Nayarit, nomás que como aquí me casé, aquí vivo, es que mi esposa es de aquí de Mazatlán.
Canuto García
Canuto dice estar muy agradecido por el apoyo que le da la gente, pero que a veces no le alcanza porque renta casa y tiene que llevar dinero para su casa y su mujer; es por eso, que siempre está pensando en conseguir un trabajo, aunque sea de velador, pero por más que busca no lo encuentra.
“UN PESO O DOS, SON BUENOS”
Luis Tabares López tienen 63 años de edad, es originario de Aranda, Jalisco, pero vive en Mazatlán desde hace 3 años, en casa de sus dos hijas y sus dos yernos, él tiene diabetes desde hace 35 años, problemas en su próstata, deficiencia visual y hace 14 años le amputaron su pierna derecha.
Señala que, aunque ya solicitó la ayuda por discapacidad del gobierno federal, esta no le ha llegado, por el contrario lo borraron de la primera lista que se hizo, pero ya volvió a registrarse.
Comenta que de manera local obtuvo la credencial con la que no le cobran el transporte público, y ha recibido atención en el Centro de Salud y el Hospital General.
Tabares López está en tratamiento, la medicina que tomaba antes en pastillas, dice, le afectó la vista y los riñones, ahora se la aplica inyectada, pero requiere dos pomos que le cuestan en el mercado mil 200 pesos para 40 días.
Desde las 9:00 de la mañana hasta las 11:00 horas, pide apoyo en el crucero de Insurgentes y Juan Pablo II. A sus hijas no les gusta que salga a pedir, pero él insiste en que no solo es por dinero, sino para mantenerse activo, ya que cuando no sale se le entume la otra pierna y teme que también se la amputen.
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Antes que caiga el sol fuerte me voy, 50 pesos son buenos, lo que saque es bueno para la medicina, aquí lo más que saco son 150 pesos, 100 a veces, la gente está gastada, con un peso que me den eso es bueno, yo le doy gracias a la gente, porque ellos no tienen por qué ayudarme, ellos me ayudan por voluntad.
Tabares López
Don Luis se considera gente de rancho, desde los 5 años trabaja y a los 15 empezó a vender en las calles y avenidas de Guadalajara, lo último que vendía antes de venirse a Mazatlán eran naranjas, pero le subieron a la gasolina y ya no pudo seguir en el comercio.
Al principio le daba vergüenza pedir en la calle, pero la misma necesidad lo convenció de hacerlo, ya que, si bien es cierto que sus hijas y yernos le dan hospedaje y alimento, él está ahorrando para operarse la próstata y la vista. La primera operación le cuesta 15 mil pesos y la segunda 20 mil, apenas lleva 5 mil pesos ahorrados.
Mis hijas me dicen ‘papá no vaya, aquí le damos la comida’, yo les respondo: mira hija no es lo que salga, yo sé que ustedes me mantienen, pero si yo duro días sin salir, la pata se me entume, ya no puedo moverme, y la gente sí me ayuda, gracias a Dios.
Tabares López
“AL GOBIERNO NO LE DEBO NI UN VASO DE AGUA”
Margarita Yuriart tiene 67 años de edad, desde hace 9 años tiene un serio problema en su columna que le impide caminar, pero eso no la detiene en casa, todos los días se traslada desde la colonia Flores Magón, donde vive, hasta el crucero de la Clouthier y Luis Donaldo Colosio, en auriga y sobre una silla de ruedas, para pedir ayuda a los conductores que pasan por el lugar.
Antes de su enfermedad, en ese mismo crucero vendió periódico durante 5 años, al igual que su esposo Alfonso, de 76 años, que continúa con la venta de diarios.
Margarita recuerda que primero le empezó a doler el pie y la cadera, hasta que un día se cayó y ya no se pudo levantar, los médicos en el Seguro Social le diagnosticaron problemas en su columna, la internaron por un tiempo, pero al no ver mejoría, le pidió a su familia que la sacaran de ahí y lo hicieron.
A pesar de que tiene 67 años de edad, ella asegura que no ha podido tener acceso a los programas de pensión para el bienestar de adultos mayores o personas con discapacidad, aunque los ha solicitado.
“Yo al gobierno no le agradezco ni un vaso de agua, con eso le digo todo, me apuntaron ahora que entró El Químico, que, porque iba a dar ayuda a los más necesitados, le daría a los que no la necesitan, porque a mí ni agua me han dado”, expresó.
Dijo que son muchos los funcionarios y servidores públicos que han platicado con ella y que le han prometido ayudarla, incluyendo los apoyos de los 60 y más, pero nunca le han dado un peso partido por la mitad.
“Vienen y ofrecen, pero no ha habido apoyo de nada”.
Refirió que la apuntaron en la lista de apoyos, pero no salió beneficiada pese a su condición.
Yo para moverme ocupo la auriga, para ir y para regresar, el señor de la auriga me dijo vamos a ver, yo le voy a ayudar porque él también se apuntó, y le dijeron que sí que me esperara, pero aquí sigo esperando, él ya cobra el apoyo, a él sí se la dieron, y digo ¿por qué a mí no me llegó? Está muy raro, pero pues ni modo.
Margarita
También le han prometido despensas, así como ayudarla con una silla de ruedas nuevas, porque la que tiene ya no le sirve, pero no ha habido el apoyo.
“Eso es lo que yo quisiera, que me ayudaran cuando menos con una silla para seguir viniendo a pedir ayuda”.
Comentó que a veces ni para el auriga completa de lo que le da la gente, ya que le cobran 60 pesos por traerla y 60 pesos por llevarla.
“A veces nomas saco para el auriga y para el agua, cuando no alcanzo, el chofer de la auriga me da chanza, pero me lo apunta para cobrarlo, no me la perdona”.
Margarita requiere además sondas y medicamentos para la retención de líquidos y el dolor.
Ella confía más en la caridad de la gente que en las promesas de los gobernantes y funcionarios, quienes le han prometido mucho, y no le han cumplido nada, al grado que lo puede decir en voz alta, que se pierde entre el bullicio de los carros: “Al gobierno no le debo ni un vaso de agua”.
CIFRAS
42 apercibimientos han realizado el DIF municipal en lo que va del año, en cruceros de Mazatlán.
37 menores de edad se encuentran bajo cuidado en el albergue Mi Ángel de la Guarda, parte de ellos rescatados de la calle y cruceros.
TEXTUALES
Ya no pude trabajar en la obra, así que ahora ando pidiendo para poder comer, porque si no pido en la calle, ¿quién me da?
Canuto García, 59 años
Con un peso o dos que me den eso es bueno, yo le doy gracias a la gente, porque ellos no tienen por qué ayudarme, ellos me ayudan por voluntad.
Luis Tabares López, 63 años
Yo al gobierno no le debo ni un vaso de agua, vienen y ofrecen, pero no ha habido apoyo de nada.
Margarita Yuriart, 67 años
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