/ lunes 27 de junio de 2022

Madres buscadoras viven bajo la amenaza del crimen organizado

Ser buscadora de desaparecidos o defensor de derechos humanos llega a tener un costo muy alto que se cobra con amenazas, intimidaciones, apatía de autoridades y revictimización

Un grupo de hombres armados llegó y se plantó frente a las madres rastreadoras de desaparecidos que excavaban en un desolado paraje en la región ostionera de Puerto Peñasco, Sonora. Uno de ellos que aparentaba ir al mando, preguntó de manera agresiva:

–¿Quién es Paty?

También te puede interesar: En los últimos 2 años más de 2 mil 300 personas han desaparecido en Sinaloa

Todas se voltearon a ver entre sí aterrorizadas, de pronto Cecilia Flores cuyo segundo nombre es Patricia, los encaró dejando entrever una entereza que ya había mostrado en otros momentos.

–Yo soy Paty.

–Tírense al suelo todas –ordenó a gritos uno de los pistoleros.

–No me voy a tirar, porque si me vas a matar prefiero que sea de pie, yo no me moriré arrodillada; yo no te debo nada a ti ni a nadie. Nosotras lo único que hacemos es buscar a nuestros hijos.

Aquella mañana del 21 de octubre de 2019, el colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, del cual Cecilia Flores es fundadora, llevaba tres días junto con una organización de Arizona rastreando la zona conocida como Ostionera 2, ubicada a unos ocho kilómetros al sur de Puerto Peñasco.

Habían comenzado a excavar el 18 de octubre y después de tres días de labor extenuante, ya habían descubierto unos 42 cuerpos, algunos todavía con materia orgánica en descomposición y otros en los huesos.

Aquel grupo armado formaba parte de una organización criminal que opera en esa zona de Sonora. Foto: Mario Ibarra | El Sol de Sinaloa

Aquel grupo armado formaba parte de una organización criminal que opera en esa zona de Sonora. Ese día intentaron disuadir con amenazas a ese puñado de mujeres solitarias para que dejaran de buscar, porque debajo de la dura superficie del desierto convertido en fosa clandestina, había víctimas cuya memoria se les revelaba a sus familias.

Esos días el colectivo liderado por Cecilia Flores descubrió 54 cadáveres a los que tuvieron que hacerles espacio en las camionetas del forense, donde la mayoría aguardaba ser identificado.

A dos años y medio de aquel momento, Cecilia reflexiona: “Sí tengo miedo, vivo con el miedo de que me maten a un lado, porque yo a lo único que me debo es a mis hijos, y si voy a morir por buscarlos, entonces me despediré con amor”.

CECILIA FLORES HA SIDO AMENAZADA DOS VECES

Cecilia es una de las más de tres mil personas defensoras de derechos humanos que se encuentran en el Mecanismo de Protección de la Secretaría de Gobernación, un ente público que ha sido cuestionado con severidad por las mismas organizaciones que luchan por salvar a activistas y periodistas que están bajo amenaza.

Cecilia va y viene a Ciudad de México siempre con un anillo de seguridad. En su rutina una regla no escrita es que no puede estar mucho tiempo en un solo lado, porque parecería que sobre ella pesa una condena de muerte. En los últimos 19 días ha estado al norte de Sinaloa en la comunidad de Juan José Ríos, en la búsqueda de su hijo Alejandro Islas Flores, desaparecido el *15 de octubre de 2015 cuando iba camino a Los Mochis.

Va para siete años en que Cecilia se ha entregado a la imperiosa tarea de encontrarlo, y en este largo caminar ha perdido todo. Su casa que tuvo que vender en Hermosillo, a su pareja que no le aguantó el ritmo de vida y hasta sus hijas dejaron a sus esposos para irse con ella en pos de la búsqueda de Alejandro y otros desaparecidos.

Fuente: Comisión Nacional de Búsqueda.

“He visto cómo poco a poco mi familia se desmorona, pero aquí sigo, ya estoy cerca de mi hijo”, comenta.

Cecilia dice que no sólo enfrenta esta situación familiar, sino a la incapacidad de las autoridades de hacer su trabajo. La nula empatía del gobierno y, por si fuera poco, el acoso constante de parte de quienes les molesta que ella sea la voz de los que piden regresar a casa.

“Estoy amenazada en Sonora y ahora en Sinaloa, desde lo de Puerto Peñasco ya no puedo volver pa’ allá, pero igual no voy a dejar de buscar a mi hijo, ellos (delincuentes) me mandan recados y yo les mando mi fortaleza, porque no me pienso ir sin encontrar a mi hijo, ahora que ya lo siento cerca”, indica.


LA BÚSQUEDA DE CECILIA FLORES EN SINALOA

Mientras se encuentra en Juan José Ríos –siempre con escoltas y personal de la Guardia Nacional custodiando al grupo de madres–, no dejan de pasar individuos a bordo de motocicletas cerca de donde pernoctan.

“Es un acoso constante, es la forma en que mandan recados”, explica.

El acoso constante de parte de quienes les molesta que ella sea la voz de los que piden regresar a casa. Foto: Cortesía | Cecilia Flores

En el predio conocido como Laguna de Oxidación, ubicado al final de la calle 100, en las afueras de Juan José Ríos, han encontrado tres osamentas en los últimos días. Dos de ellas estaban expuestas, señal de que nadie entra a la zona por temor, detalla.

Mientras relata sus vivencias Cecilia recuerda que su hijo fue detenido frente a una gasolinera, y siete años después cuenta con datos para encontrarlo. Tiene la plena seguridad que está en una fosa en una de estas decenas de hectáreas de monte.

“Yo les dije a las autoridades quién fue lo de mi hijo Alejandro, les puse todo en bandeja de plata para detener a la persona, pero ni siquiera que se la lleven a la cárcel, simplemente para que la investigaran y dijera dónde estaba mi hijo, hasta el momento ha sido nulo el apoyo de parte de las autoridades”.

En todos estos años el colectivo que encabeza ha participado del hallazgo de cientos de cuerpos. Su hija Mily también formó un grupo de jóvenes buscadoras para potencializar la red de personas defensoras de derechos humanos, blindarse y tomar forma para protegerse entre ellas. La unión es lo que las hace más fuerte, asegura.

Un grupo de hombres armados llegó y se plantó frente a las madres rastreadoras de desaparecidos que excavaban en un desolado paraje en la región ostionera de Puerto Peñasco, Sonora. Uno de ellos que aparentaba ir al mando, preguntó de manera agresiva:

–¿Quién es Paty?

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Todas se voltearon a ver entre sí aterrorizadas, de pronto Cecilia Flores cuyo segundo nombre es Patricia, los encaró dejando entrever una entereza que ya había mostrado en otros momentos.

–Yo soy Paty.

–Tírense al suelo todas –ordenó a gritos uno de los pistoleros.

–No me voy a tirar, porque si me vas a matar prefiero que sea de pie, yo no me moriré arrodillada; yo no te debo nada a ti ni a nadie. Nosotras lo único que hacemos es buscar a nuestros hijos.

Aquella mañana del 21 de octubre de 2019, el colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, del cual Cecilia Flores es fundadora, llevaba tres días junto con una organización de Arizona rastreando la zona conocida como Ostionera 2, ubicada a unos ocho kilómetros al sur de Puerto Peñasco.

Habían comenzado a excavar el 18 de octubre y después de tres días de labor extenuante, ya habían descubierto unos 42 cuerpos, algunos todavía con materia orgánica en descomposición y otros en los huesos.

Aquel grupo armado formaba parte de una organización criminal que opera en esa zona de Sonora. Foto: Mario Ibarra | El Sol de Sinaloa

Aquel grupo armado formaba parte de una organización criminal que opera en esa zona de Sonora. Ese día intentaron disuadir con amenazas a ese puñado de mujeres solitarias para que dejaran de buscar, porque debajo de la dura superficie del desierto convertido en fosa clandestina, había víctimas cuya memoria se les revelaba a sus familias.

Esos días el colectivo liderado por Cecilia Flores descubrió 54 cadáveres a los que tuvieron que hacerles espacio en las camionetas del forense, donde la mayoría aguardaba ser identificado.

A dos años y medio de aquel momento, Cecilia reflexiona: “Sí tengo miedo, vivo con el miedo de que me maten a un lado, porque yo a lo único que me debo es a mis hijos, y si voy a morir por buscarlos, entonces me despediré con amor”.

CECILIA FLORES HA SIDO AMENAZADA DOS VECES

Cecilia es una de las más de tres mil personas defensoras de derechos humanos que se encuentran en el Mecanismo de Protección de la Secretaría de Gobernación, un ente público que ha sido cuestionado con severidad por las mismas organizaciones que luchan por salvar a activistas y periodistas que están bajo amenaza.

Cecilia va y viene a Ciudad de México siempre con un anillo de seguridad. En su rutina una regla no escrita es que no puede estar mucho tiempo en un solo lado, porque parecería que sobre ella pesa una condena de muerte. En los últimos 19 días ha estado al norte de Sinaloa en la comunidad de Juan José Ríos, en la búsqueda de su hijo Alejandro Islas Flores, desaparecido el *15 de octubre de 2015 cuando iba camino a Los Mochis.

Va para siete años en que Cecilia se ha entregado a la imperiosa tarea de encontrarlo, y en este largo caminar ha perdido todo. Su casa que tuvo que vender en Hermosillo, a su pareja que no le aguantó el ritmo de vida y hasta sus hijas dejaron a sus esposos para irse con ella en pos de la búsqueda de Alejandro y otros desaparecidos.

Fuente: Comisión Nacional de Búsqueda.

“He visto cómo poco a poco mi familia se desmorona, pero aquí sigo, ya estoy cerca de mi hijo”, comenta.

Cecilia dice que no sólo enfrenta esta situación familiar, sino a la incapacidad de las autoridades de hacer su trabajo. La nula empatía del gobierno y, por si fuera poco, el acoso constante de parte de quienes les molesta que ella sea la voz de los que piden regresar a casa.

“Estoy amenazada en Sonora y ahora en Sinaloa, desde lo de Puerto Peñasco ya no puedo volver pa’ allá, pero igual no voy a dejar de buscar a mi hijo, ellos (delincuentes) me mandan recados y yo les mando mi fortaleza, porque no me pienso ir sin encontrar a mi hijo, ahora que ya lo siento cerca”, indica.


LA BÚSQUEDA DE CECILIA FLORES EN SINALOA

Mientras se encuentra en Juan José Ríos –siempre con escoltas y personal de la Guardia Nacional custodiando al grupo de madres–, no dejan de pasar individuos a bordo de motocicletas cerca de donde pernoctan.

“Es un acoso constante, es la forma en que mandan recados”, explica.

El acoso constante de parte de quienes les molesta que ella sea la voz de los que piden regresar a casa. Foto: Cortesía | Cecilia Flores

En el predio conocido como Laguna de Oxidación, ubicado al final de la calle 100, en las afueras de Juan José Ríos, han encontrado tres osamentas en los últimos días. Dos de ellas estaban expuestas, señal de que nadie entra a la zona por temor, detalla.

Mientras relata sus vivencias Cecilia recuerda que su hijo fue detenido frente a una gasolinera, y siete años después cuenta con datos para encontrarlo. Tiene la plena seguridad que está en una fosa en una de estas decenas de hectáreas de monte.

“Yo les dije a las autoridades quién fue lo de mi hijo Alejandro, les puse todo en bandeja de plata para detener a la persona, pero ni siquiera que se la lleven a la cárcel, simplemente para que la investigaran y dijera dónde estaba mi hijo, hasta el momento ha sido nulo el apoyo de parte de las autoridades”.

En todos estos años el colectivo que encabeza ha participado del hallazgo de cientos de cuerpos. Su hija Mily también formó un grupo de jóvenes buscadoras para potencializar la red de personas defensoras de derechos humanos, blindarse y tomar forma para protegerse entre ellas. La unión es lo que las hace más fuerte, asegura.

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