Mazatlán, Sin.- Joselín Guzmán Guillén acaba de cumplir 15 años, ella como muchos jóvenes de su edad está muy nerviosa porque empezará sus estudios de preparatoria en este ciclo escolar, con la novedad de que ahora será desde casa, a través de clases virtuales; sin embargo, en su caso, se añaden algunas barreras no previstas que tendrá que enfrentar, ya que es ciega y siempre ha recibido instrucción de manera presencial, con el apoyo de su madre al lado.
Su mamá, Hilda Guillén Ledezma, dice estar estresada y preocupada, pues hasta la fecha desconoce cómo se trabajará con ella, pues el acuerdo cuando se inscribió en la preparatoria Rosales de la UAS, que es una de las mejor equipadas en infraestructura y programas de inclusión, era que la acompañaría un estudiante de Servicio Social fungiendo como “monitor” durante todas las clases.
El plan era que el ciclo escolar 2020-2021 iniciara en septiembre con clases presenciales, pero la alerta sanitaria por el Covid-19 se extendió y cambió la estrategia, al grado de que lo único que se sabe hasta ahora es que las clases empezarán el 28 del próximo mes de manera virtual.
Hilda es presidenta de la Red de Padres con Hijos con Discapacidad en Mazatlán, y recibe a diario quejas y comentarios de padres de familia que no saben cómo le van a hacer con esta nueva modalidad.
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“Sí hay mucha incertidumbre en todos los chicos que tienen discapacidad, cómo se va a trabajar con ellos, porque lo veo complicado, porque los padres de familia no hemos tenido una capacitación, cada padre de familia hace todo lo posible por prepararse, pero hasta qué punto nosotros podemos apoyar a nuestros hijos, obviamente no todos los niños tienen la misma retención, no todos aprenden a la par que todos los demás estudiantes, pero sí está complicado, muy complicado”, expresó.
Como madre de una hija con discapacidad, ella tuvo que aprender a escribir y leer en Braille por su propia cuenta, inició en una academia y siguió de manera autodidacta, incluso ha enseñado a varios docentes que le han impartido clases a Joselín en la primaria y secundaria.
Tuvo que librar una odisea para conseguir los libros de texto para su hija, adaptados a los programas educativos en primaria y secundaria, así como aprender y dominar las materias para explicar y responder las dudas de Joselín. Como quien dice, volvió a cursar la primaria y secundaria, al lado de su hija.
En todo este tiempo, se dio cuenta de que ni los docentes, mucho menos los padres, están capacitados para dar atención en clases presenciales a niños con alguna discapacidad.
Y las preguntas que más le aterran son qué va a pasar ahora con los alumnos que tienen alguna discapacidad, qué métodos usarán los maestros para enseñarles y cómo se les va a evaluar, si las clases serán totalmente a distancia.
LARGA LISTA
Al igual que Joselín, Rodrigo Tadeo López, con déficit de atención, está por iniciar su ciclo escolar, pero él en la universidad, en la carrera de Gastronomía.
En esta nueva normalidad, Rodrigo ya hizo su examen de Ceneval vía Internet y participó en un concurso virtual de taekwondo, en el que ganó una medalla de oro desde casa, pero todavía le falta su principal reto: las clases virtuales.
Su madre, Ana Catalina Huerta, siempre lo ha apoyado y ha estado a su lado, por lo que ahora no será la excepción, y ya se preparan para el nuevo desafío, el uso de las tecnologías.
Por su parte, César Armando Rodríguez está en tercer año de bachiller, es un joven de 18 años de edad con trastorno del déficit de atención. Él y Harley Chollet, de 17 años y con autismo, cursarán su preparatoria en el Centro de Atención Múltiple (CAM laboral), en clases virtuales.
“En todos es igual, pero le estoy hablando de casos excepcionales que inspiran a pesar de la condición que tienen, lo que saben hacer, en muchos casos sus madres no trabajan o sacrificaron sus carreras, para apoyar a sus hijos, porque para nosotros ha sido más importante sacar adelante a nuestros hijos”, comentó Hilda.
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La lista de estudiantes con discapacidad es larga, entre ellos Joel Gutiérrez Palos, quien cursa tercero de secundaria; Emily Guadalupe Olague, sexto de primaria, y Cristina Esparza, con discapacidad auditiva, estudia primero de secundaria.
“Tenemos carencias en los niños que tienen discapacidad, pero que están en escuelas regulares; en los casos de los niños ciegos, ellos aprenden de acuerdo a lo que escuchan, pero si la mamá no está preparada para darle una atención personalizada a su hijo, no va a aprender nada, depende también en qué grado está el niño y cuál es la capacidad del padre de familia para enseñar a su hijo”, apuntó.
UN RETROCESO A LA INCLUSIÓN
Guillén Ledezma refiere que en el caso de una discapacidad que sea intelectual, es un poco menos difícil que un ciego o alguien con problemas auditivos, pero no imposible de lograr.
En la nueva normalidad que incluye la educación a distancia, Hilda considera que los niveles más difíciles para este tipo de estudiantes serán la educación media superior y superior, por tratarse de conocimiento más elevado y donde los padres de familia tendrán que dedicarle más tiempo al estudio, junto con sus hijos.
“Yo prefiero la clase presencial, a pesar de que mi hija puede escuchar igual en línea que en vivo, pero las dudas que ella tenía, podía preguntarlas inmediatamente, pero en línea lo veo bastante más complicado”, agregó.
Refirió que por un momento, su familia analizó la propuesta de un año sabático para Joselín mientras duraba la pandemia, pero llegaron a la conclusión de que más que luchar por un título o una boleta, se trata de un tema de inclusión, donde los niños socializan con otros.
“La mayoría de estos niños son apartados, y al estar en clases presenciales les dan la oportunidad de conocerlos, que sepan que no sólo es su limitación, sino que también tienen un corazón, que sienten y les duele el rechazo de la sociedad”.
Lamentó que la nueva normalidad esté dando al traste con los logros obtenidos en materia de inclusión.
“Apenas estábamos haciendo grandes logros, esto viene a perjudicar porque son niños que se estresan, que quieren salir a convivir, hacer deporte, son niños que hay que trabajar con ellos todos los días; esto es un retroceso para ellos y un reto para nosotros como padres de familia, y yo voy por ese reto, para superarlo de la mano de mi hija”, concluyó.
POR LEY
El artículo cuarto de la Ley de Integración Social de Personas con Discapacidad del Estado de Sinaloa, en su inciso B, establece que es un derecho la educación en todos los niveles, con los apoyos especiales e institucionales que se requieran para discapacitados.
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