Mazatlán, Sin.- Ser docente no estaba dentro de sus planes, menos impartir clases a un grupo de adolescentes, incluso un día aseguró que nunca lo haría, pero como dice el dicho: "nunca digas nunca", fue una lección que el destino le tenía preparada a María Emilia Rendón Manjarrez, quien es docente del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica desde hace más de tres décadas.
La originaria del municipio de El Rosario, emigró al puerto por allá en 1963, junto a sus hermanos y sus padres; dejaron su pueblo por falta de oportunidades académicas y laborales.
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Recuerda que empezó desde muy abajo, trabajando por las mañanas y estudiando por las noches. Su primera carrera profesional la cursó en la ya extinta Escuela de Turismo de la Universidad Femenina del Pacífico; también estudió Contabilidad, en la Universidad Autónoma de Sinaloa, y a distancia, Comercio Internacional, en el Instituto Politécnico Nacional.
Trabajó en un despacho contable y luego en el Centro de Adiestramiento para la Industria Hotelera del Seguro Social. Estando ahí le exigieron la nivelación pedagógica y se puso a estudiar dos especialidades, una en Ciencias Sociales y otra en Ciencias Naturales, en la Escuela Normal Superior del Sur de Sinaloa, que hoy día ya no existe.
En 1980 ingresó a trabajar al Conalep, pero en el área administrativa, estuvo ahí hasta 1988 y dos años después, en 1990, regresó a la institución pero como maestra.
DOCENTE POR VOCACIÓN
Al ver que en el puerto había las condiciones para desarrollarse en el ámbito turístico decidió estudiar una carrera afín. Rememora que en ese entonces Mazatlán recibía mucha gente extranjera, sobre todo americanos; eran pocos hoteles, no había tantos lugares de interés y las playas eran el principal atractivo.
"Empezaban en ese tiempo (1983-1974) las carreras técnicas, eran el boom, México necesitaba muchos técnicos, había otras carreras, pero Turismo me llamó la atención por vivir en un puerto, veía que podía tener un desarrollo para poder mover grupos y siempre me llamó la atención, porque tienes la oportunidad de socializar más con otro tipo de personas, con segmentos diferentes", contó.
La pasión por la docencia la descubrió cuando entró a trabajar al Centro de Adiestramiento para la Industria Hotelera, aunque impartía clases a puros adultos.
"En una ocasión, hubo un incidente en un camión con unos niños que venían, eran de secundaria yo creo, venían haciendo mucho desorden y dije: 'nunca trabajaré con jóvenes'. Sin embargo, cuando entro a Conalep, y me dan la oportunidad de entrar como docente, ha sido una de las cosas más maravillosas que me han pasado en la vida", recordó.
Lo que más disfruta de su trabajo es la convivencia con sus alumnos; la clave, dice, está en entender a los jóvenes y escucharlos cuando ellos tienen la confianza de acercarse a platicar con su profesor o profesora.
"Hasta ahorita no me arrepiento de trabajar como docente, es una profesión muy noble, muy bonita, al interactuar con jóvenes el pensamiento de uno cambia mucho y hay compromiso con una sociedad de formar gente de bien y por eso se lucha", expresó.
En sus 32 años de servicio ha transmitido sus conocimientos a cientos de alumnos y ha visto pasar a decenas de generaciones, incluso ha sido profesora de los hijos de los alumnos que tuvo en sus inicios.
"Cómo la docencia no hay nada. Esa forma de ser de los chamacos siempre te motiva para salir adelante, me gusta mucho lo que yo hago".
Se considera una maestra "regañona", pero también comprometida con sus alumnos, no solo se trata de prepararlos para que crezcan académica y profesionalmente, sino también como personas.
"Llega uno a quererlos, aunque ellos dicen que soy muy regañona, sí, mi voz es muy fuerte, muy gritona, pero les doy muchísimas oportunidades para que ellos terminen, les doy muchísimos consejos en el aspecto de cómo pueden alcanzar ellos el éxito".
Confiesa que trabajar durante la pandemia del Covid-19, con clases a distancia, fue muy difícil para ella, sobre todo por el manejo de las nuevas tecnologías, también tuvo que enfrentar el poco interés que había de los alumnos por tomar las clases remotas; muchos decidieron abandonar los estudios y ponerse a trabajar.
LA NOSTALGIA ANTE EL RETIRO
En la carrera Hospitalidad Turística imparte las materias de Manejo y proceso contable, Administración de sistemas de reservación, Organizaciones de grupos y convenciones, Coordinación de recorridos en zonas arqueológicas y música y Creación de productos turísticos.
"Yo tengo muchísimos años de edad, bastantes, y deseos de seguir trabajando también; no me cansa, no me fastidia, ni me cambia el humor ni soy diferente, soy igual, igual como fui en un principio, yo sigo siendo gritona y regañona con los chamacos y comprometida con ellos".
A pesar de que disfruta de su trabajo, reconoce que llegará el momento en el que tendrá que retirarse y dar paso a los jóvenes con ideas más frescas.
"Como quiera que sea uno fue formado tiempo muy atrás y ahorita hay cosas diferentes, cosas nuevas, pero todavía no, quizá uno o dos años y ya me retiro. Sí me da nostalgia decir: 'si me voy' y yo acostumbrada al ir y venir, levantarme temprano, es una rutina. Sí lo he pensado, pero también pienso qué voy a hacer en caso de retirarme, estoy buscando la manera de hacer otras actividades, no de trabajo, sino para mí, pero sí me va a doler mucho retirarme", expresó.
RECONOCIMIENTOS
Dicho por sus propios compañeros, hablar de la trayectoria de una docente con más de 40 años de servicio es hablar de un ícono de esa institución.
“La maestra María Emilia es una fuente de conocimiento e inspiración, comprometida en su labor como docente, compañera y amiga, un ser humano extraordinario que ama lo que hace y lo demuestra todos los días en su forma de enseñar”, dice una de sus compañeras maestras.
Durante su trayectoria ha sido merecedora de diferentes reconocimientos en más de una ocasión, como "Maestra del Año" y "Excelencia Académica".
Recientemente fue homenajeada en el plantel en el Día Internacional de la Mujer por sus años de trayectoria; además fue nominada a la terna para la medalla "Agustina Ramírez", convocada por la SEPyC.
Con muchos años a cuestas y un gran aprendizaje y experiencia, ahora que se retomaron las clases presenciales fue una inyección de energía para ella. Le gusta ir y venir todos los días, anda de allá para acá, no para. Lleva en el alma el compromiso de la enseñanza y de formar a hombres y mujeres de bien.