Culiacán, Sin.- Juliana Zepeda Pérez, con sus manos callosas por el trabajo que desarrolla, recibió el premio a la Mujer Rural que entrega por primera vez el Congreso del Estado.
Orgullosa de su oficio, agradeció la distinción, pero no se olvidó de quienes le enseñaron la alfarería con la que se ha sostenido junto con su familia.
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En sesión solemne, la mujer de barro con lágrimas en los ojos al recibir el diploma y se le colocó una medalla que luce en una de sus caras el escudo de Sinaloa y en la otra el escudo del Congreso del Estado de Sinaloa, además de un premio en efectivo de 25 mil pesos, no lo creía al tamaño odisea.
En Sesión Solemne, donde asistieron el secretario general de gobierno, Enrique Inzunza, en representación del gobernador, Zepeda Pérez, una mujer menudita, se perdía entre las curules, donde se codeaba con los diputados, en su mirada se veía la satisfacción de lo que representa su oficio y que por eso le otorgaron el galardón.
La galardonada llegó acompañada de varios de sus hijos y un grupo de mujeres de El Valle de Arriba, la comunidad de Mocorito donde vive, y en nombre de ese sector al participar en tribuna pidió apoyo para que no se acabe esta tradición, que se hace con mucho amor.
Ella ha participado en exposiciones de Mocorito, Guamúchil y en la Expoagro de Culiacán, además de intercambiar experiencias por cinco días en Las Labradas, del municipio de San Ignacio.
Las lágrimas corrían por sus mejillas, con la voz entrecortada confesó que tenía muchas cosas dentro… Pero que no le salían y los asistentes con una salva de aplausos la animaban a que fluyera ese torrente de sentimientos.
“Mi trabajo me gusta, es muy bueno, me sirve como un deporte. Yo me relajo. Y si no estoy haciendo, me siento pensando cosas, y yo trabajando me dedico a lo mío. Ojalá que todo el tiempo esté yo buena para seguir trabajando”, dijo.
La entrega del premio es “un justo reconocimiento por su distinguida contribución, sus sobresalientes acciones, virtudes, trayectoria y participación en el desarrollo sostenible del Estado sinaloense, siendo un ejemplo a seguir para las mujeres rurales sinaloenses”, se lee en el dictamen emitido a favor de la galardonada.
“La persona galardonada reúne una concepción integradora de valores humanos, resaltando que las mujeres rurales son agentes de cambio, campesinas productoras de alimentos, trabajadoras que luchan por el bienestar de sus poblaciones, indígenas que defienden sus costumbres y emprendedoras protagonistas del desarrollo sostenible del campo en el ámbito social, económico y ambiental, toda vez que realizan infinidad de actividades que contribuyen al desarrollo de sus familias y de sus comunidades”.
Ante la solicitud de apoyo, el presidente de la Junta de Coordinación Política, Feliciano Castro Meléndrez, en tribuna hizo el compromiso, de que el Congreso del Estado convocará a un Encuentro de Artesanos y Artesanas para darle la dimensión que merece, porque ahí está la historia de Sinaloa donde se condensa su cultura.
Asimismo, se pronunció por impulsar una transformación de Sinaloa que ponga en el centro justamente la herencia cultural del medio rural en las zonas urbanas, y que no es otra cosa más que el soporte de una nueva dimensión de la política: el humanismo solidario.
Esto es justamente a lo que nos convoca las reflexiones de doña Juliana el día de hoy
Feliciano Castro Meléndrez