/ jueves 31 de octubre de 2024

¿Conoces la vida de Reed Erickson en Mazatlán? Aquí te la contamos

Por décadas la mansión donde vivió en el puerto fue considerada como un sitio tenebroso

Mazatlán, Sin.- La leyenda de la casa de Reed Erickson en Mazatlán, conocida como el "Palacio de la felicidad", es un entramado de mitos que ha despertado la curiosidad de muchos.

A lo largo de los años han circulado rumores sobre rituales, sacrificios y encuentros oscuros que supuestamente se llevaban a cabo en la residencia.

Puedes leer: En Día de Muertos, esperan que la Machado se ‘llene de vida’

Sin embargo, pocos conocen la verdadera historia de este hombre trans, cuyas vivencias marcaron un hito en la comunidad LGBTQ+ de la época.

El cronista oficial de Mazatlán, Enrique Vega Ayala, revela aspectos poco conocidos de la vida de Reed Erickson que desafían las narrativas populares.

Él fue un personaje notable en su época, no solo en Estados Unidos, sino también en Mazatlán, donde decidió establecerse.

Su historia de vida es significativa, ya que se sometió a una transformación médica que, nacida mujer, le permitió vivir como un hombre.

"Era un hombre trans que, aunque nació mujer, se convirtió en un hombre. Pocos saben que fue pionero en someterse a esos procedimientos médicos”, dice Vega Ayala.

Esta transformación no solo fue un cambio personal, sino que también se alineó con su papel como benefactora de diversas causas relacionadas con la sexualidad y los derechos de la comunidad LGBT.

A pesar de ser un empresario exitoso y millonario, su vida no estuvo exenta de controversias.

La figura de Erickson se vio rodeada de prejuicios, lo que contribuyó a la creación de mitos en torno a su persona.

Vega Ayala sostiene que la leyenda urbana es producto de los prejuicios sociales hacia alguien diferente.

"Fue un benefactor (a) de causas alternativas, apoyando estudios sobre acupuntura, comunicación con delfines, y por supuesto, investigaciones sobre sexualidad, que cabe aclarar fue de los primeros en hacerse este tipo de cambios", expresa.

Su apoyo económico a movimientos pioneros en derechos LGBTQ+ lo colocó en una posición única, pero también atrajo miradas sospechosas hacia su vida personal.

Uno de los aspectos más llamativos de su vida en Mazatlán fue su excentricidad.

Vega Ayala menciona que Erickson vivía en una gran mansión, donde incluso tenía un leopardo como mascota.

Esta peculiaridad, sumada a su estilo de vida y a su afición por la experimentación con drogas, generó más rumores sobre su vida.

“Era un hombre excéntrico que experimentaba con sustancias, y por eso dejó Estados Unidos y se trasladó a México”, detalla el cronista.

Su llegada a Mazatlán no fue solo un cambio de residencia, estuvo marcada por un complicado episodio en su vida, cuando fue víctima de un secuestro, un suceso que requirió la intervención del Gobierno federal de Estados Unidos debido a la gravedad de la situación.

La mansión Erickson, conocida como "el Palacio de la felicidad", se convirtió en un centro de atención, no solo por su arquitectura extravagante, con cúpulas de bronce y adornos inusuales, también por las reuniones que allí se llevaban a cabo.

La leyenda creció en torno a su casa, en parte porque su excentricidad y la naturaleza de sus reuniones despertaron suspicacias. Tenía amigos que eran curanderos y organizaba eventos relacionados con ovnis y otras temáticas poco comunes”, explica Vega Ayala.

Esta combinación de elementos inusuales contribuyó a la proliferación de historias sobre rituales oscuros y sucesos sobrenaturales, aunque muchas de estas afirmaciones nunca fueron comprobadas.

A pesar de los rumores, la realidad de Reed Erickson es una mezcla de contribuciones valiosas y malentendidos.

“No hay evidencia que respalde los supuestos rituales o asesinatos relacionados con él”, aclara el cronista.

La vida de Erickson, marcada por sus contribuciones a las causas alternativas y su deseo de ser aceptado, se ha convertido en una narración compleja que desafía la percepción popular.

Erickson falleció en 1992 en Mazatlán, dejando tras de sí una estela de mitos y un legado que pocos se atreven a explorar a fondo.

“Se habla mucho de su vida, pero al final, pocos conocen su verdadero impacto y la importancia de su historia”, concluye Vega Ayala.

Donde antes era su casa, ahora es un fraccionamiento privado, y el lugar exacto de su "Palacio" alberga unas 20 casas que caben con tranquilidad.

Para saber

El cuerpo de Reed Erickson fue sepultado en Mazatlán, aunque no se ha revelado en qué panteón por temor de que destruyan su lápida.

Mazatlán, Sin.- La leyenda de la casa de Reed Erickson en Mazatlán, conocida como el "Palacio de la felicidad", es un entramado de mitos que ha despertado la curiosidad de muchos.

A lo largo de los años han circulado rumores sobre rituales, sacrificios y encuentros oscuros que supuestamente se llevaban a cabo en la residencia.

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Sin embargo, pocos conocen la verdadera historia de este hombre trans, cuyas vivencias marcaron un hito en la comunidad LGBTQ+ de la época.

El cronista oficial de Mazatlán, Enrique Vega Ayala, revela aspectos poco conocidos de la vida de Reed Erickson que desafían las narrativas populares.

Él fue un personaje notable en su época, no solo en Estados Unidos, sino también en Mazatlán, donde decidió establecerse.

Su historia de vida es significativa, ya que se sometió a una transformación médica que, nacida mujer, le permitió vivir como un hombre.

"Era un hombre trans que, aunque nació mujer, se convirtió en un hombre. Pocos saben que fue pionero en someterse a esos procedimientos médicos”, dice Vega Ayala.

Esta transformación no solo fue un cambio personal, sino que también se alineó con su papel como benefactora de diversas causas relacionadas con la sexualidad y los derechos de la comunidad LGBT.

A pesar de ser un empresario exitoso y millonario, su vida no estuvo exenta de controversias.

La figura de Erickson se vio rodeada de prejuicios, lo que contribuyó a la creación de mitos en torno a su persona.

Vega Ayala sostiene que la leyenda urbana es producto de los prejuicios sociales hacia alguien diferente.

"Fue un benefactor (a) de causas alternativas, apoyando estudios sobre acupuntura, comunicación con delfines, y por supuesto, investigaciones sobre sexualidad, que cabe aclarar fue de los primeros en hacerse este tipo de cambios", expresa.

Su apoyo económico a movimientos pioneros en derechos LGBTQ+ lo colocó en una posición única, pero también atrajo miradas sospechosas hacia su vida personal.

Uno de los aspectos más llamativos de su vida en Mazatlán fue su excentricidad.

Vega Ayala menciona que Erickson vivía en una gran mansión, donde incluso tenía un leopardo como mascota.

Esta peculiaridad, sumada a su estilo de vida y a su afición por la experimentación con drogas, generó más rumores sobre su vida.

“Era un hombre excéntrico que experimentaba con sustancias, y por eso dejó Estados Unidos y se trasladó a México”, detalla el cronista.

Su llegada a Mazatlán no fue solo un cambio de residencia, estuvo marcada por un complicado episodio en su vida, cuando fue víctima de un secuestro, un suceso que requirió la intervención del Gobierno federal de Estados Unidos debido a la gravedad de la situación.

La mansión Erickson, conocida como "el Palacio de la felicidad", se convirtió en un centro de atención, no solo por su arquitectura extravagante, con cúpulas de bronce y adornos inusuales, también por las reuniones que allí se llevaban a cabo.

La leyenda creció en torno a su casa, en parte porque su excentricidad y la naturaleza de sus reuniones despertaron suspicacias. Tenía amigos que eran curanderos y organizaba eventos relacionados con ovnis y otras temáticas poco comunes”, explica Vega Ayala.

Esta combinación de elementos inusuales contribuyó a la proliferación de historias sobre rituales oscuros y sucesos sobrenaturales, aunque muchas de estas afirmaciones nunca fueron comprobadas.

A pesar de los rumores, la realidad de Reed Erickson es una mezcla de contribuciones valiosas y malentendidos.

“No hay evidencia que respalde los supuestos rituales o asesinatos relacionados con él”, aclara el cronista.

La vida de Erickson, marcada por sus contribuciones a las causas alternativas y su deseo de ser aceptado, se ha convertido en una narración compleja que desafía la percepción popular.

Erickson falleció en 1992 en Mazatlán, dejando tras de sí una estela de mitos y un legado que pocos se atreven a explorar a fondo.

“Se habla mucho de su vida, pero al final, pocos conocen su verdadero impacto y la importancia de su historia”, concluye Vega Ayala.

Donde antes era su casa, ahora es un fraccionamiento privado, y el lugar exacto de su "Palacio" alberga unas 20 casas que caben con tranquilidad.

Para saber

El cuerpo de Reed Erickson fue sepultado en Mazatlán, aunque no se ha revelado en qué panteón por temor de que destruyan su lápida.

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