Mazatlán, Sin. - Joselín Guzmán Guillén nació a los 7 meses de gestación, cuando a su mamá se le desprendió la placenta; los médicos no aseguraban que sobreviviría por su bajo peso, pero después de 40 días en la incubadora, la dieron de alta, al sacarla del hospital ya mostraba síntomas de estrabismo, que el neonatólogo consideró como algo que se normalizaría a más tardar en un año.
Sin embargo, al poco tiempo, la mamá de Joselín, Hilda Guillén Ledesma, empezó a notar que su hija no seguía con su vista sus manos y que al sacarla al sol no reaccionaba a la luz, a los 7 meses decidieron llevarla a Guadalajara para tener una segunda opinión profesional.
Allá les dijeron de manera contundente que la niña tenía ceguera con grado 5, y que no había nada por hacer, que si algún médico les daba alguna esperanza que no le creyeran ni vendieran propiedades, porque las probabilidades eran nulas.
Hilda Guillén entró en shock, se desmayó al oír la noticia, y de regreso a su casa se hacía mil preguntas sobre qué le diría a su hija cuando creciera, desde cómo podría describirle el cielo, las nubes, las montañas, el mar, todo lo natural.
En ese momento, volteo y veo a mi esposo y le digo: no me voy a quedar de brazos cruzados, voy a hacer todo lo que pueda, voy a tocar puertas y lo inimaginable por hacerle la lucha para que me hija pueda ver.
Hilda Guillén
Al poco tiempo, llevaron a Joselín a la Ciudad de México para otro diagnóstico y después a Monterrey, allá le hicieron un estudio que arrojó una pequeña luz de esperanza: un ojo no tenía nada de señal y el otro, de 100% de la vista tenía un 1%.
Aunque ese 1% era casi nada, como les recalcó el médico, ese porcentaje ha sido suficiente para darles fuerzas y ánimo a Hilda y su esposo Miguel Ángel, quienes han hecho todo lo posible por integrar a su hija a las tareas cotidianas de acuerdo a su edad, con grandes satisfacciones, y con el tiempo, se les abrieron las puertas para llevarla a atención especializada fuera del país, como es el Children’s Hospital Los Ángeles, en Estados Unidos, al que acuden desde hace 10 años a citas anuales o cada 2 o 3 años.
Actualmente, Joselín tiene 14 años de edad, estudia tercer grado en la Secundaria General Cuauhtémoc, el año pasado ganó el Premio al Mérito de la Juventud, en la categoría de Discapacidad e Integración, que otorga el Ayuntamiento de Mazatlán, sabe leer en sistema Braille y cuenta con los promedios más altos de calificación, en el último trimestre de 9.9.
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Ha participado en el Coro Infantil del Centro Municipal de las Artes, donde estudia desde hace 4 años música con los instrumentos de violín y piano, está por iniciar el curso de técnico en música que dura 3 años, para después emprender la licenciatura en música.
Su discapacidad no le ha impedido practicar el deporte, el año pasado ganó 2 medallas en un torneo estatal, en atletismo una de bronce, y en lanzamiento de disco otra de plata.
Su visión a futuro no sólo es desarrollar sus habilidades intelectuales o físicas, sino también abriga la esperanza de que un día pueda ver, ya que existe la posibilidad de un trasplante de retina en uno de sus ojos, que sólo requiere tener la edad para programarla y esperar la donación.
LEE Y ESCRIBE EN BRAILLE
Joselín entró a sus 4 años al kínder como cualquier menor de edad, y cuando estaba en tercero de preescolar solicitaron de muchas maneras a las autoridades educativas, al gobernador y al presidente de la República para que le hicieran llegar los libros de texto de primaria en Braille, ya que en las bodegas no se encontraban, así como apoyo para adquirir material y una máquina de escribir en ese sistema.
Todas las instancias se tiraron la bolita unas y otras, en el 2013 le llegaron libros de texto del 2003 porque no estaban actualizados. En primero de secundaria le mandaron sus libros a otra escuela y los recibió hasta que terminó su ciclo escolar, así que se los pasaron a otra niña con discapacidad.
Fue hasta segundo año cuando recibió sus libros de texto para ese grado.
Joselín inició sus estudios de Braille en una escuela para ciegos, pero no tuvo grandes avances, sino hasta que su mamá aprovechó la herramienta del Internet, ella tuvo que aprender primero para enseñar a su hija, después Joselín la superó en la lectura y la escritura.
Ahora Hilda Guillén ayuda y asesora a otros padres de hijos con discapacidad visual para que aprendan Braille, compartiendo los tips y el procedimiento que ella siguió.
Joselín comenta que fue a los 3 años cuando aprendió a escribir y leer en Braille, lo primero se le hizo más fácil, ya que la máquina tiene sólo 6 teclas a diferencia de la normal que tiene muchas filas, y para leer hay que reconocer cada letra, lo cual es más difícil.
En la escuela, ella toma apuntes con la máquina y después repasa en su casa, cuando falla la máquina, su mamá le ayuda a apuntar notas.
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DESTACA EN EL ESTUDIO
Refiere que le gusta mucho el estudio, y si bien a veces ha sufrido discriminación o bullying de algunas personas, le gusta recordar lo mejor de la vida, actualmente estudia en la secundaria Cuauhtémoc de esta ciudad, y sus amigas más cercanas son Milagros, María y Esmeralda, con quienes hace equipo para hacer las tareas.
Recientemente fue nombrada vocera de las personas con discapacidad por el Ayuntamiento, situación que aprovechó para proponer a las autoridades varios proyectos de inclusión, entre ellos un museo para discapacitados en el que se pueda tocar.
En primaria participó dos veces como candidata a reina, fue reina del Día del Niño en cuarto año, en el 2014 participó en el programa “Cuenta cuento” y tuvo una presentación en el Acuario, en la Olimpiada del Conocimiento recibió un reconocimiento, estuvo en el coro infantil del Centro Municipal de las Artes por 3 años, donde participó en presentaciones en el Tianguis Turístico Mazatlán 2018 y en el festival navideño de ese año, bajo la dirección de Enrique Patrón de Rueda.
A los 5 años empezó a tocar piano y a los 8 violín, con varias presentaciones en escuelas y eventos artísticos, así como en varias expo Canaco y de Ciencias.
Joselín aconseja a los jóvenes que tengan alguna discapacidad que no se crucen de brazos, sino que practiquen algún deporte y que vayan a alguna escuela de actividades artísticas, para que vean qué es lo que les gusta y qué pueden hacer mejor, ya que la discapacidad no es una limitante para lograr sus sueños.
Comenta que la discriminación se da hacia todas las personas, sin importar que tengan o no alguna discapacidad, y lo más lamentable es que muchos se acostumbran a eso, cuando no debiera ser así, sino que todos tienen derechos y responsabilidades.
Y concluye con su frase que ella misma inventó y que le sirve de estandarte cada día: “Los pasos hacia adelante cuestan varios hacia atrás, pero al final siempre hay una recompensa”.
EN ESPERA
Actualmente, Joselín Guzmán recibe atención médica por citas en el Children’s Hospital Los Ángeles, donde le aseguran que podría ser candidata a un trasplante de retina con probabilidades de ver.