Culiacán, Sin.- Si al momento de graduarse de Medicina le hubieran dicho al doctor Elizalde Rodríguez, que formaría parte de un ejército blanco que pelea contra un virus, mientras su salud corre peligro en una pandemia histórica, nunca se lo hubiera creído. Ahora, 12 años después de ejercer como médico general, su profesión se ha volcado en una “novela icónica”.
Son ya incontables las muertes de las que el doctor Rodríguez ha sido testigo en esta prolongada pandemia. Dice que aunque el equipo médico luchó por salvarles las vidas, muchas personas han muerto.
Desde el Hospital Regional de Eldorado y el Regional del IMSS de Culiacán, ha visto morir, pero también recuperarse a una multitud de pacientes. Por eso cuenta su historia.
LA BOCA DEL VIRUS
Entrar a la “boca del lobo”, se ha convertido en su rutina, al formar parte de los médicos, enfermeras y demás personal de salud que entra a las áreas Covid-19, un lugar que, por las características del coronavirus, todo tiene que estar cerrado por el alto nivel de contagio que hay en la habitación.
Los turnos vespertinos y nocturnos en ambos nosocomios son una odisea para el doctor Rodríguez, quien, aunque ha adquirido conocimientos científicos para atender pacientes y su confianza se ha recuperado, las muertes no cesan y parece que es ya una parte cotidiana de las áreas Covid-19.
A siete meses de que día a día Elizalde se viste con su traje de protección contra el coronavirus, el agotamiento físico y mental ha llegado a tal grado que pareciera que no existe la otra cara de la moneda: la vida de un recién nacido o la recuperación de un paciente que tiene una segunda oportunidad.
Al no ser el único de los trabajadores del hospital que empezaba a tener consecuencias negativas en su salud, los directivos acordaron rotar los servicios para nivelar el estrés de cada uno, despejando su mente con lo positivo que tiene la vida: el nacimiento de un bebé.
Me tocó atender un parto que llegó dando luz al hospital y encontrarte con las dos caras de la moneda, un día antes de pelear con la muerte y ese día estar dando vida y apoyando es muy reconfortante.
Elizalde Rodríguez
El recordar que no solo hay muerte en los hospitales durante la contingencia que provocó el coronavirus, Elizalde se permitió tener un momento de dicha y llorar de felicidad cuando terminó de atender a la mujer que acudió a ellos para tener un parto saludable.
“Ver tanta muerte, tanta muerte y traer una vida a la vida me fue muy reconfortante, gracias a Dios y la mayoría de los médicos tratamos de tener un hobbie, hacer ejercicio, tener proyectos personales y sociales, para tratar apoyar a la población y entonces despejar la mente”, mencionó.
FORTALEZA
Otras de las ocasiones en la que el médico fortalece su motivación para seguir luchando contra el Covid-19, es cuando los familiares de los pacientes le agradecen por su esfuerzo y dedicación para dejar estable a su enfermo, luego de haber pasado horas, días o semanas de incertidumbre.
Ver que estás ayudando a la gente y como se reúne con su familia eso te da un gran bienestar o que te digan muchas gracias doctor o algo así es muy reconfortante.
Elizalde Rodríguez
En el Hospital Regional número uno del IMSS, en el área temporal de atención familiar, cuando las personas están en espera de recibir información, Elizalde no pierde de mente la primera vez que entró a un área Covid-19, con un equipo que jamás pensó utilizar y que, por seguridad, tenía que estar completamente cubierto.
EXPERIENCIA
La experiencia, al igual que en los demás trabajadores de salud fue desesperante, por la limitación que se someten a la hora de respirar, cuestionándose si realmente quería seguir trabajando como médico, pero al ver la gran cantidad de pacientes críticos y el poco personal, hizo honor al juramento que repitió en su graduación.
“La primera vez que entré en un área Covid-19 sentí mucha ansiedad, miedo por todo el equipo de protección que traía y al ver la gran cantidad de enfermos con dificultades para respirar, ansiosos muchos de ellos que no alcanzan el aire aun con altos flujos de oxígeno”, explicó.
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Es así como su rutina tuvo un cambio radical, al pasar el tiempo solo en los hospitales y su casa, como una medida de evitar los contagios en la sociedad y en la comodidad de su hogar, creó un filtro de sanitización para no enfermar a su familia.
Las medidas de higiene incrementaron en su vida cotidiana y en los momentos que se enfocará en sus actividades de relajación o en mandados como acudir al supermercado, ninguno es después de salir de su turno del hospital, como una forma de no esparcir el virus.
Ya adaptado a su nueva normalidad, en el epicentro de los contagios, con cada una de las experiencias que ha adquirido, positivas y negativas, el doctor Rodríguez está convencido de que con sus conocimientos y habilidades podrá seguir haciendo frente al coronavirus mientras llega la vacuna que todos ansían.
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