Culiacán, Sin.-Gabriel recuerda esa mañana decembrina como una de sus guardias más pesadas. Por la radio reportan un “cinco bravo”, servicio el cual es asignado a su tripulación. El transcurso se hace largo, al ir cruzando la ciudad de extremo a extremo, el joven aprendiz piensa en la atención y en los posibles materiales a utilizar.
Al salir de la ciudad el camino se hace chico y difícil, en un principio el equipo dentro de la unidad cree cancelado el servicio, hasta que entre el cerro logran ver un tumulto de personas, entre los que se encontraban elementos policiacos, civiles y prensa.
Nervioso, Jacobo se aproxima hasta la banqueta, donde un joven llora y aprieta su brazo. Lleva su mirada al joven de rojo, y le cuestiona sobre su estado de salud.
Gabriel no mira a quien está dentro del automóvil destrozado, se enfoca en brindar la mejor atención a quien acababa de perder a su padre.
Toma de la mano al joven y lo sube a la camilla al mismo tiempo que informa a los elementos policiacos que será trasladado.
LA ATENCIÓN
Ya en la camilla, el joven intenta hablar, decir que no puede ser posible que frente a él hubiese pasado tal incidente, llora y se lamenta al tener que dejar a su padre atrás.
Por un momento y al estar sólo con el paciente, Gabriel se paraliza. Al ver al muchacho a los ojos piensa en lo duro que pudo ser el hecho. Dejando atrás cualquier angustia, comienza con las intervenciones.
Al cuestionarlo sobre su estado de salud, El joven paramédico le pide llamar a un familiar para que informe que será trasladado a un hospital.
Tembloroso, el joven toma el celular y comienza a teclear, al mismo tiempo que sus ojos se tornan colorados y su ritmo cardiaco se acelera.
Del otro lado de la línea responde una mujer, quien cuestiona sobre lo sucedido. “Mataron a su papá”. Resultaba increíble, pues no le hacía daño a nadie.
Después de cortar la llamada él ya se había quebrado, fue la voz de su madre al otro lado de la línea quien lo trajo a la realidad, asimilando el repentino fallecimiento de su progenitor.
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Luego de avisar a los elementos policiacos y de la Fiscalía que el joven sería trasladado, Gabriel inició sus intervenciones, poniendo vendas en el brazo del paciente y limpiando la sangre y tierra de su cuerpo.
El traslado al hospital fue corto, mismo en el que el joven gritaba y llamaba a su padre, sin aceptar el haberlo dejado atrás.
La llegada a la sala de “Urgencias” fue rápida, Jacobo informó al personal médico sobre lo sucedido, y se aproximó al joven en la camilla para informarle su partida, no sin antes dar unas palabras de aliento ante la reciente pérdida.
PERFIL
Gabriel Rodríguez Jacobo de 20 años, ingresó a Cruz Roja desde joven, donde fue tomándole cariño a la ambulancia, y hoy puede estar las 24 horas brindando atenciones desde una unidad de socorros.
A la par que realiza sus guardias y atiende sus estudios, Gabriel aspira desde la academia de bomberos ayudar a más personas.
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