Culiacán, Sin.- Estaba en la guardia nocturna en Costa Rica, era junio del 2003 recién cumplía un año de haber ingresado a Cruz Roja. Los servicios en la sindicatura casi siempre se reducen a accidentes menores, heridas y suturaciones. Esa madrugada el radio nos cantó algo diferente.
15 trabajadores del campo venían de Chiqueritos en una camioneta por la Maxipista, en la profunda oscuridad de la madrugada y con la niebla que se forma en esa zona; un autobús de pasajeros impactó a la camioneta, haciéndola volcar y eyectando a todos los jornaleros al asfalto.
Esa madrugada en la estación había dos unidades y 5 paramédicos listos, por los detalles del accidente salió el equipo completo además de llamar a las unidades de Quila y Eldorado; Parecía uno de esos accidentes grandes.
En unos minutos ya estaban las dos unidades en el epicentro del choque; gritos de dolor se oían pero por la oscuridad no se veían los heridos. Con la luz de las ambulancias lograron hacer el triage y detectaron 6 muertos y 9 heridos, algunos de gravedad y otros sólo fracturas.
EL SUCESO
El reto era lograr desviar el tráfico del perímetro donde cayeron los jornaleros, pues autos y camiones que pasaban podrían provocar una tragedia aún mayor. Paramédicos lograban parar algunos autos y con luces daban aviso de precaución a los que pasaban de largo.
Los mismos conductores bajaban a ayudar a los socorristas que para entonces no se daban abasto con tantos pacientes. Mientras trataba de estabilizar la hemorragia de uno, otro requería pronta canalización; así los conductores voluntarios servían de auxiliares pasando vendas y sueros.
15 minutos después de llegar al accidente y con un mundo de trabajo encima; llegó la primera unidad de apoyo desde Quila. Para entonces ya preparábamos los primeros pacientes para el traslado. Mientras pasaba el tiempo y la luz ámbar de la mañana iba revelando la verdadera catástrofe, las unidades de apoyo llegaban y se iban con heridos.
De Culiacán llegó un helicóptero que pedimos por la urgencia de trasladar a los pacientes más graves, en total recibimos apoyo de 5 unidades y la aeronave, sin embargo el trabajo ahí parecía no terminar.
Para entonces la zona estaba acordonada y resguardada por elementos de la federal de caminos. El protocolo dice que la primera ambulancia en llegar es la última en irse, así que nosotros estábamos listos para ir a Culiacán con los últimos heridos cuando el sol ya estaba calentando el asfalto.
EL TRASLADO
Un joven de 16 años con serias lesiones era el más grave, junto a él, un hombre adulto con fractura en el brazo. Salimos rápido con los últimos de los heridos rumbo a Culiacán con la esperanza de haber hecho el mejor trabajo y poder salvar a los sobrevivientes. Para esas horas el impacto de haber visto a esos muertos ya había pasado y mi mente se centraba en salvar a ese muchacho.
Entregamos los heridos en urgencias y regresamos a Costa Rica, la guardia había terminado hace horas pero no el trabajo. Hicimos todas las diligencias necesarias y los días posteriores fueron peor.
3 días después del accidente me enteré de que 4 jornaleros más habían muerto en el hospital, la gran mayoría de los que viajaban en la camioneta habían muerto, pues. Algo doloroso y que a pesar del entrenamiento no se puede dejar de lado y olvidar.
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Pasaron los años y por cuestiones de la vida misma dejé las guardias de Cruz Roja, en 2019 regresé a Socorros ya con 36 años y todavía sigo pensando en ese accidente y los jornaleros muertos y todo el trabajo que realizamos, sigo deseando que algo así no se repita.
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