Culiacán, Sin.- Egresado de la generación 35 del Técnico en Urgencias Médicas de Cruz Roja, Juan Jesús Guillermo Casillas de la Herrán, es un joven paramédico de 21 años que además cursa el cuarto año en la facultad de medicina. Prometedora carrera la del joven Guillermo y dentro la institución tiene corta pero intensa experiencia.
Un jueves por la tarde Guillermo terminaba sus clases en la facultad y lo carcomían las ansias de comenzar su primera guardia en Cruz Roja, apenas había terminado el TUM y la promesa de subir a una ambulancia le rondaba la cabeza con mucha fuerza.
En lugar de ir a casa decidió irse temprano a su primera guardia a la estación. Se cambió de uniforme y se preparó para recibir su primer servicio; era todo nervios y expectación.
La chicharra sonó antes de que la noche llegara pero su fortuna no le sonrió como él quisiera pues la rotación de guardias y servicios previos habían dejado un déficit de socorristas a esa hora: tuvo que salir solo a la emergencia.
TREPIDANTE
Subió a la ambulancia y el operador tomó rumbo hacia el destino marcado por la llamada. El joven paramédico iba repasando en su mente toda su preparación dentro y fuera del curso. Pero sus entrañas le respondían que quizás no estaba listo, que algo podría salir mal; clásico de las primeras veces.
La distancia no la recuerda, solo que llegaron muy rápido y que no le dio tiempo de prepararse mentalmente, igual, así hubieran sido horas, Guillermo estaría nervioso. El destino era una casa, está en la cocina, le dijeron.
Con temblor en su cuerpo pero sin mostrarlo, el socorrista entró a la cocina y encontró una persona boca abajo e inconsciente. Toda su preparación se borró de su mente y estaba totalmente en blanco.
Guillermo cuenta que el sintió que pasaron unos segundos de ese shock mental propio del nerviosismo, así que alcanzó a tomar control de sí mismo para pensar que hacer con el paciente. Hizo un resumen rápido de las posibilidades y gracias a una corta entrevista con los familiares del paciente pudo diagnosticar la urgencia.
Paciente con tratamiento antidepresivo que quizás pudo ingerir dosis más altas de dichos fármacos. Una auscultación rápido y descubrió una falta de oxigenación que atendió rápido. Pudo estabilizarlo y subirlo a la ambulancia y así salir rápidamente al hospital.
EL TRAYECTO
De nuevo arriba de la unidad, Guillermo tenía que repasar la enseñanza de sus tutores y maestros. Uno de ellos era el más presente; maestro de urgencias que le enseñó a trabajar bajo presión y que ahora era lo que debía aplicar.
Aún sin tranquilizarse por completo, socorrista tenía que seguir estabilizando al paciente en el trayecto al hospital. En cosa de minutos ya estaban a las puertas de urgencias y los nervios de Guillermo estaban casi destrozados.
Al bajar la camilla, el paramédico mira en el umbral de la rampa a quien era su maestro de urgencias, un alivio recorre su cuerpo al mirar una cara conocida entre tanto caos. Al entregar al paciente, el estudiante de medicina le da los informes y posibles diagnósticos a su mentor; este le felicita y aprueba sus hipótesis.
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El paciente llegó con vida, estable y con mayores esperanzas de sobrevivir. Guillermo terminó su primer servicio lleno de emociones encontradas y algunas sin identificar; ¿había hecho las cosas bien? ¿Qué le faltó? ¿Hizo todo lo que pudo? Preguntas que jamás tendrán respuesta clara pero que son parte de la experiencia de todo voluntario de la institución.
El joven continúa si crecimiento en las filas de Cruz Roja y en su facultad. Dice ser afortunado de poder servir en ambulancia y ampliar sus conocimientos en cuestiones de salvar vidas. Orgulloso portador de los valores de la benemérita institución, Guillermo Casillas sigue recorriendo su camino que apenas empieza.
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