Crónicas de ambulancia: El reto por salvar una vida

Esta vez Julia debía enfrentarse a un reto mayor, donde su vida corría peligro

Melissa Ortiz │ El Sol de Sinaloa

  · sábado 20 de febrero de 2021

Foto: Melisa Ortiz │ El Sol de Sinaloa

Culiacán, Sin.- Una mañana fría de noviembre, Julia y Rubén, socorristas al servicio de la Cruz Roja en Culiacán, se encontraban sobre el puente que cruza La Costerita en la base de La Primavera; Julia realizaba el conteo de vendas y gasas; de pronto le pareció escuchar un grito de auxilio.

Los ecos de una voz masculina se hicieron cada vez más fuertes, ella miró a su compañero.

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- ¡Alguien grita!, se escucha que alguien grita-, dijo preocupada.

- ¡Estás loca! -señaló Rubén.

Julia, con su sexto sentido, salió de la unidad de socorros en busca de tan desgarradora voz.

Entre las hojas secas y árboles otoñales no logró distinguir con exactitud de dónde proviene tal voz, poco a poco se dio cuenta que un hombre cuyo rostro y cuerpo están cubiertos de lodo: corre, salta y manotea.

Al aproximarse más a la voz, Julia escuchó un zumbido, por lo cual deduce aquella capa negra que cubre al hombre no es lodo.

- ¡Son abejas! -

“Soy alérgica”, piensa, pero de ninguna manera dejaría al hombre a su suerte.

Rubén le siguió el paso, se aproximó al hombre y lo envolvió iniciando la batalla. Temerosa, Julia y su compañero lo hicieron rodar en el asfalto.

Luego ingresaron al hombre de madura edad a la ambulancia. Con unas tarjetas, quitaron los pequeños aguijones del cuerpo del paciente; no lucía muy bien por lo que debían darse prisa y trasladarlo.

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LA ESTAMPIDA

La jornada laboral de los obreros ese día otoñal inició al alba, se encontraban en una construcción en el conjunto habitacional a la orilla del canal, los hombres iban de arriba abajo con sus cascos y maderas, algunos sobre las máquinas que removían el terreno.

Ya pasadas las diez un trascabo movió los troncos secos del sector cuando el zumbido recorrió el lugar. Corrieron, todos corrieron hacia la tráiler que los albergaba del frío, las puertas se cerraron y aquel hombre al que atendían en la ambulancia no logró entrar, o más bien, sus compañeros no se lo permitieron.

En su desespero al ser atacado por tan diminutos seres corrió colina arriba en busca de ayuda, no pensó alguien le fuese a ayudar, pues dijo le parecía peligroso.

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ANAFILAXIA

Las picaduras en el cuerpo del hombre trascendían a más de cien, la piel amorfa por las picaduras se había tornado colorada.

Rubén llamó a un médico, el cual indicaría qué hacer y cómo realizar las intervenciones necesarias. Julia indicó a este lo referido por el paciente en cuanto al historial médico, indicando se encontraba en estado de anafilaxia, donde las picaduras habían provocado severas lesiones.

Las indicaciones del médico eran seguras, la aplicación de hidrocortisona por vía intravenosa era necesaria, las ronchas e hinchazón debían disminuir.

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EL TRASLADO

El transcurso al hospital fue rápido, en poco tiempo las sirenas que rompían el viento entre las lomas por fin habían parado.

Julia seguía sin poder creer la guerra ganada ante sus enemigas, que de haber corrido con otra suerte habría dos hospitalizados.

El sol entró de nuevo a la ambulancia, del interior salió la mujer. Las llantas de la camilla tocaron el frío estacionamiento del Instituto, estas comenzaron a girar y subir, sintiendo cada vez más cerca el olor tan característico del nosocomio.

Foto: Melisa Ortiz │ El Sol de Sinaloa

Cruzaron rápidamente dirigiéndose al médico inmediato, ejecutaron el triage; las llantas rodaron de nueva cuenta, esta vez por los pasillos y las luces blancas, se dirigían al área de choque.

Ahí ocurrió un final, en el que agradecido el hombre se dirigió a la socorrista.

- Pensé que nadie me iba a ayudar, ¡gracias! -

Las cortinas se cerraron, Julia debía regresar a su base.



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