Mazatlán, Sin.- La Plazuela República, ubicada en el Centro de Mazatlán, tiene un pasado que se remonta al siglo XIX y está llena de anécdotas e historias que aún resuenan en la memoria de los habitantes.
Sin embargo, un episodio poco conocido involucra la demolición de una vieja cantina para dar paso a la construcción de este espacio emblemático.
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Enrique Vega Ayala, cronista oficial de Mazatlán, antes de que se pudiera construir la explanada que da forma a la plazuela, existía una cantina llamada "El diablo verde".
Esta taberna, además de estar anexa al viejo mercado, era vista como un obstáculo, tanto desde el punto de vista urbanístico como moral.
Ubicada frente a la iglesia, "El diablo verde" era considerada una amenaza a la moralidad de la época por su nombre y a la reputación del lugar.
"La cantina estorbaba la perspectiva de la plazuela y atentaba contra la moralidad de aquellos tiempos. Por eso fue demolida para despejar el área y permitir la construcción de la explanada", cuenta Vega Ayala.
Aunque algunos residentes veían esta acción como necesaria, otros la consideraron un "mitote" y algo exagerado, al señalar que la demolición se debía más a las presiones sociales que a necesidades urbanísticas.
"Fue demolida porque estorbaba la construcción de la explanada. Lo demás era cosa de mitote", mencionó Vega Ayala.
La cantina fue finalmente derribada, permitiendo que la plazuela comenzara a tomar la forma que conocemos hoy, como un punto de encuentro cultural y social en el corazón de Mazatlán.
Orígenes como mercado
Antes de convertirse en un espacio de recreación, la plazuela fue sede del mercado local.
"El primer mercado estuvo donde ahora está la Plazuela Zaragoza, después pasó a la Plazuela Hidalgo y, finalmente, se instaló en lo que hoy es la Plazuela República, justo frente a la iglesia y detrás del Palacio Municipal", detalla el cronista.
Este mercado operó allí hasta finales del Siglo XIX, cuando se inauguró el mercado Pino Suárez, lo que liberó el espacio que fue destinado para la plazuela.
Transformación y anécdotas
El cronista recuerda que durante el Siglo XIX, la Plazuela República fue un punto de reunión para la comunidad.
“Ahí se celebraban ferias, se vendían artesanías y cobijas, y fue un sitio muy activo, especialmente durante el Carnaval y la Semana Santa", relata Vega.
Sin embargo, las quejas de la iglesia y el crecimiento urbano llevaron a que estos eventos se trasladaran, lo que liberó el Centro del constante cierre de calles.
El kiosko
Uno de los detalles curiosos de la plazuela es la donación del kiosco, que llegó gracias a la familia Melcher, de origen alemán.
“Aunque la donación es antigua, el kiosco no se instaló de inmediato. Primero había un busto de Benito Juárez y, posteriormente, se construyó la base que aún existe hoy”, explica.
Anécdotas de ‘patasaladas’
Fernando, un boleador que ha hecho de este lugar su segunda casa, comparte su experiencia tras más de 24 años de trabajo en la plazuela.
A pesar de la disminución en el número de visitantes, aún hay quienes buscan sus servicios para dar nueva vida a sus zapatos.
"Se siente una atmósfera bonita, nunca estoy solo. Hay festividades seguido y la mejor época es la de Navidad", señala.
América Ceballos, una habitante de 61 años, también encuentra en la plazuela un refugio. Visita el lugar con frecuencia, atraída por su ambiente cultural y la proximidad de servicios como la iglesia y una heladería.
“Vengo a desestresarme. Aquí uno ve pasar gente, se ríe de las cosas y alimenta a los animales”, explica.
América también evoca con emoción su infancia, cuando su madre la llevaba a disfrutar de las funciones de lucha libre que se celebraban en la plazuela.
“Era una tradición familiar, ver a los ídolos del ring como El Santo, Blue Demon y El Cavernario Galindo, cada domingo veníamos mi madre, mis hermanos, mi papá y yo, fue una época muy bonita aquí", recuerda.