Mazatlán,Sin.- Mazatlán vive la moda de las fiestas clandestinas, donde los jóvenes, encerrados en casas o salones de eventos, le dan rienda suelta a los excesos en un mundo paralelo de descontrol y libertinaje.
Desde la "Night Party" realizada en 2022, que dejó a un joven muerto, hasta las recientes celebraciones de Halloween de este año, este fenómeno ha tejido una red que plantea desafíos a la vida nocturna de la ciudad.
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De agosto a noviembre la Oficialía Mayor ha logrado detectar y clausurar al menos tres salones de fiestas que no cuentan con los permisos necesarios para poder operar.
“Hasta el momento se han detectado tres salones de fiestas y una fiesta clandestina que se iba a realizar en una casa privada ubicada en el fraccionamiento El Toreo, la cual aún no comenzaba, pero en su interior había varios menores de edad, todos con sus ‘aguas locas’ o algún tipo de bebida”, señaló Rogelio Olivas, Oficial Mayor del Ayuntamiento.
La situación
En el epicentro de esta situación se encuentra el salón Dumboland en la colonia Jaripillo, un espacio diseñado para 100 personas que en la "Night Party" de 2022 el número de asistentes fue tres veces más, lo que dejó como saldo el fallecimiento de un menor de edad.
El 2023 no ha sido una excepción, con al menos 16 fiestas clandestinas desde el Día del Estudiante en el mes de mayo, hasta las celebraciones como "Verano Fest" y "Bad Bunny Fest", en agosto.
La imprudencia flota en el ambiente de estos eventos, donde los jóvenes se sumergen en sustancias nocivas como cocaína, mariguana y una variedad desmedida de alcohol. Una vez concluida la fiesta, la búsqueda de intimidad en moteles cercanos, incluso con desconocidos, lleva la situación al límite.
La dinámica
Estas fiestas siguen una dinámica: llegar con alcohol, sustancias y amigos. Los costos oscilan entre 100 y 250 pesos para hombres, mientras que las mujeres suelen entrar gratis en horarios específicos.
La elección de lugares poco conocidos es clave, desde el famoso Auto Baño en Ejido Copales, hasta salones desconocidos en el fraccionamiento El Cid, El Toreo y Hacienda del Seminario, donde la clandestinidad es la norma.
En la reciente celebración de Halloween, en el fraccionamiento El Cid, una fiesta de 300 pesos, promocionada por estudiantes con la oferta de "pisto" incluido, generó cuestionamientos sobre la responsabilidad de los padres al permitir atuendos provocadores en sus hijos.
La difusión y sus implicaciones
La promoción de estas fiestas se difunde principalmente en redes sociales, con publicaciones en Instagram y grupos de WhatsApp que desaparecen tan pronto concluye el evento.
Un promotor conocido como "Ocampo" fue detenido recientemente durante una de estas celebraciones.
"Son ellos mismos los que llaman a los polis cuando ya han recaudado suficiente dinero, se quieren ir a pistear o a guardarlo todo, porque es una buena tajada libre la que les queda, y no lo reparten con nadie", expresó un colaborador de este tipo de fiestas.
Las ganancias, entre 30 mil y 40 mil pesos, son un fuerte incentivo para los organizadores, quienes corren riesgos importantes con tal de embolsarse estas jugosas cantidades.
Desorden y confusión
El 6 de agosto de 2022, en Dumboland, un salón para 100 personas colapsó bajo la presión de una multitud de 300, de los cuales 250 eran menores de edad. La falta de control evidente se tradujo en una tragedia.
"Fue un desmadre total, estábamos todos apretados, la música estaba a todo lo que daba y de repente, comenzaron a lanzarse golpes entre grupos, no sabías de dónde venían, y de la nada, alguien sacó un cuchillo, la raza gritaba, pero nadie sabía qué hacer", relató Irving "R", quien se encontraba en el salón aquella fatídica noche.
En este pandemonio, un joven perdió la vida en un violento altercado, marcando un hito trágico en la crónica de las fiestas clandestinas en Mazatlán.
"Vi al morro ahí tirado, sangrando y bien derrotado, pensé que era una pelea más, pero luego, vi el cuchillo y supe que esto no iba a acabar bien", agregó.
La realidad se distorsionaba entre la bruma del humo y las luces intermitentes, mientras algunos huían en pánico y otros, incapaces de sostenerse por el exceso de sustancias, eran cargados por sus grupos en un intento de escape.
En medio de la euforia y los riesgos que estos eventos conllevan, Mazatlán se enfrenta a un dilema: cómo manejar una cultura de fiestas clandestinas que, más allá de la diversión aparente, conlleva consecuencias peligrosas para la juventud de la ciudad.
Sin freno
El pasado 31 de octubre, día de Halloween, como parte de los distintos operativos que se implementaron, la Oficialía Mayor del Ayuntamiento detectó dos fiestas clandestinas en la zona turística del puerto.
“¿Cuando hablamos de una fiesta clandestina a qué nos referimos? a que no sacan un permiso, por ejemplo, en una fiesta si vendes boletos tienes que sacar un permiso especial. En este caso no. Solamente era por la presencia de menores, afortunadamente hemos detectado a tiempo y se van los muchachos sin empezar la fiesta”, explicó el oficial Mayor.
Olivas detalló que este tipo de acciones van en contra de ley, además de que se colocan sellos de clausura, se aplican sanciones económicas, estás van desde las 100 umas en adelante, alrededor de 20 mil pesos.
Explicó que la venta de cerveza no está prohibida siempre y cuando tengan los permisos, por lo que exhortó a quienes vayan a llevar a cabo alguna fiesta pública o privada, que soliciten los permisos correspondientes porque de lo contrario se aplicarán las multas.
Gracias a las redes sociales es más fácil detectar las fiestas que se organizan en la ciudad y que desde los días miércoles, los inspectores sondean las redes sociales más populares.
“Ahorita tengo a los muchachos desde el miércoles revisando las redes sociales y haciendo las bitácoras de revisión de las fiestas. Eso nos ayuda a programar las jornadas de supervisión”, puntualizó.
