Mazatlán, Sin.- "Puro made in La Noria, no made in China", dice Alberto Rentería Osuna, mejor conocido como "El Tico", mientras moldea el barro con sus manos.
El oficio lo aprendió de su padre desde que era muy niño y desde hace unos 30 años se convirtió en su fuente de empleo. Él es la tercera generación de alfareros en el pueblo artesanal de La Noria.
"Aquí había varias alfarerías, tres en aquellos tiempos, pero se ha ido acabando esto, ahora pura tecnología, el trabajo que se hace ahorita es casi con pura máquina", expresó.
"Desde chiquillo yo le ayudaba a mi apá, pero no me gustaba a mí el trabajo este en realidad, porque lleva mucho proceso y no me gustaba, con el tiempo me casé y no hubo de otra más que echarle ganas", agregó.
Lo primero que se enseñó a hacer, recuerda, fueron los maceteros y las ollas para el agua.
PROCESO
El proceso de elaboración de una pieza comienza desde que se obtiene el barro en bruto, no puede ser de cualquier tipo, necesita poseer ciertas y cuales características.
"El barro necesita conocerlo la gente para poderlo trabajar, contiene caliche, una piedrita blanca, y si tiene esa no sirve, porque cuando se quema el barro revienta y deja un pozo", explicó.
Para obtener la masa moldeable no se necesita más que de agua, luego se tiene que dejar reposar hasta el día siguiente, así quedará más compacta. El barro nunca agarra mal olor, no se apesta, pero el que no es barro, sí.
Para el siguiente paso hay dos opciones, ponerlas en un molde, según el artículo que se vaya a elaborar, o moldear en el torno; en algunos casos se ocupa de las dos técnicas.
El torno que "El Tico" utiliza es de los antiguos, de los que se pedalean con el pie; a pesar de que hoy día existen tornos eléctricos, no cambia su torno de madera por nada.
Cuándo el barro ya tomó forma, se le pueden grabar algunas decoraciones, ya sea con sellos o a pulso. Se procede después a dejar secar la pieza a sombra por unos tres días. El penúltimo paso consiste en la quemada, que lleva alrededor de unas tres horas, luego se le aplica pintura para darle brillo y se seca a fuego en el horno otra vez.
"Todo trabajo, por más sencillo que sea, tiene lo suyo, su chiste", comentó.
SER ARTESANO
Ser artesano es ser parte de la identidad de las zonas locales. Las artesanías tienen un aspecto que las hace únicas, ya que cada pieza es trabajada por separado y suelen mostrar parte de las tradiciones y costumbres de los pobladores que las fabrican.
Sin embargo, ser artesano también requiere de invertir mucho tiempo y una fuerza laboral mayor, que no siempre es valorada por quienes gustan de comprar artesanías, tampoco hay un sueldo base.
"El Tico" se levanta muy temprano, para hacer rendir el día, pues el viento y el frío son enemigos del barro; reseca la masa, se encascara y se puede llegar a quebrar. En este oficio no hay nada seguro hasta que la pieza es sacada del horno, ya con pintura, pues en el proceso pueden surgir inconvenientes que no son reversibles.
Él elabora unas 120 piezas a la semana, según lo que le vayan pidiendo: fábrica desde vasos, tazas, platos, ollas, molcajetes, macetas, floreros y un sin fin de artículos decorativos.
Los precios varían, según la pieza, y si es por mayoreo o menudeo, lo que sí es seguro, afirma, es que nunca se paga lo que es.
"La gente no siempre quiere pagar lo que vale, pero tenemos necesidad. La gente, al artesano, es rara la vez que le valore su trabajo", señaló.
Al ser la tercera generación de su familia “El Tico” se ha convertido en todo un experto, a sus 55 años sigue trabajando el barro con entusiasmo, habilidad y sobre todo con mucha paciencia.
DATOS
55 años de edad.
30 años de alfarero.
120 piezas elaboradas a la semana.
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