La búsqueda de mejores condiciones de vida de las nuevas generaciones ha sido un factor importante para que pueblos enteros que en épocas pasadas eran el hogar de decenas de familias se hayan quedado solos.
El Ciruelo, un poblado que se encuentra en lo alto de la sierra de Rosario, en las cercanías de la sindicatura de Jalpa, es uno de esos tantos pueblos que existen en esta zona que han sido víctimas del tiempo y del olvido por parte de las nuevas generaciones de aquellas familias que nacieron ahí.
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Por el espacio donde se encontraba asentado este pueblo pasa el río San Antonio, de donde las familias obtenían el agua para el consumo propio, el sustento de sus animales y el riego de sus cosechas.
Pedro Enrique Quintero, un vecino del municipio de Rosario y a quien en su etapa de infancia le tocó vivir en algunos pueblos de la sierra, entre ellos El Ciruelo, relata un poco los recuerdos y las vivencias que le quedaron grabadas en su memoria al caminar y correr entre los campos de la sierra.
Comenta que entre las conversaciones que tenía con las pocas personas que aún vivían en El Ciruelo, en su mayoría adultos mayores, estos les decían que este pueblo era mucho más grande que otros aledaños, incluso que la misma sindicatura de Jalpa, pero no contaban con el servicio de energía eléctrica, lo que originó que las familias comenzaran a moverse.
“Que las casas se extendían hasta las faldas del Cerro del Oro y quedó solo porque la gente emigró al otro lado del río, por donde pasaba las líneas de la CFE, pues no contaban con energía eléctrica, fue así como El Ciruelo se fue quedando solo”, comenta.
Cuando a Pedro le tocó llegar a vivir a El Ciruelo, el pueblo estaba conformado ya nada más de cuatro o cinco familias, quienes tenían sus hogares muy distantes de los otros.
“Vivía otra familia, don Alejo y doña Zenaida; también tenía su casita en el paredón junto al río un señor que le decían ingeniero, que traía un montón de perros y por último una pareja mayor, Don Mere y Doña Tito, estos últimos siempre nos visitaban para echarse su cafecito galletitas y platicar sus anécdotas”, recuerda.
En este lugar no había tecnología y la única fuente de energía para las familias era el sol, por lo que para sus habitantes el día iniciaba en la madrugada y terminaba al ocultarse el sol.
“Recuerdo que la cena era a las 6 de la tarde antes que se metiera el sol, pues en cuanto caía la noche ya estábamos acostados y nuestra mamá contándonos un cuento antes de dormir, como dije no había electricidad así que usábamos una cachimba de petróleo. Para el agua íbamos en burro a acarrear de un pozo que se hizo a la orilla del río, para los zancudos con unas plastas de vaca se armaba y para mitigar el calor un chapuzón en el río, aunque en ese entonces no se sentía tan feo el calor”, señala.
Además, ahí en el pueblo un viejo árbol, al cual le colgaban las ramas y les servía para columpiarse en ella, era una de las formas de diversión para él como niño.
Después de estar viviendo por un lapso de tres o cuatro años en este pueblo, al igual que otras familias, llegó el momento de despedirse de El Ciruelo, todo para tener mejores condiciones de vida.
Luego de haber formado ya su propia familia, viviendo ya en la cabecera de Rosario y tener el gusto por recorrer la sierra de este municipio, se dio la oportunidad de volver a donde en su momento era el pueblo de El Ciruelo, que está deshabitado en su totalidad y en donde tuvo la oportunidad de recordar sus épocas de niñez.
Ubicación
El Ciruelo es un poblado que se encuentra en lo alto de la sierra de Rosario, en las cercanías de la sindicatura de Jalpa.