Mazatlán, Sin. -En las entrañas de Mazatlán, la nostalgia flota en el aire salado, acompañada del eco de un evento celestial que marcó a la ciudad en el verano de 1991: el eclipse total de sol.
A través de las calles adoquinadas y los rincones ocultos, se tejen los relatos de quienes fueron testigos de este fenómeno astronómico, cuyos recuerdos aún brillan como estrellas en el firmamento de la memoria colectiva.
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En el bullicioso Mercado Pino Suárez, entre el ir y venir de los vendedores y el murmullo de los compradores, se encuentra don Ramón Tirado, un pescador de 59 años que vivió el eclipse en carne propia. Entre anzuelos y redes, relata cómo el cielo se oscureció de manera abrupta, sumiendo el embarcadero en una penumbra inusual que despertó asombro y temor entre los presentes.
"Me acuerdo que cuando estaba vendiendo pescados después de salir del mar, se comenzó a hacer de noche, nombre la gente no se lo podía creer, decían que se estaba acabando el mundo, todos corrieron a los puestos del embarcadero, se siente diferente cuando estas cosas pasan, si vamos a presenciar otro, quiere decir que va a pasar lo mismo o más oscuro, no sé mucho del tema, nada más la experiencia que tuve, se siente distinto", comentó el pescador.
En el corazón del centro histórico, donde la arquitectura colonial se erige como guardiana del tiempo, reside Aristeo Herrera y Cairo, que recuerda con claridad el día en que el sol desapareció detrás de la luna. En una pequeña cafetería en la que trabajaba, entre aromas de café recién hecho, comparte sus impresiones sobre aquel momento mágico que transformó la tarde en noche en cuestión de minutos.
"Yo en lo personal me divertí mucho ese día, porque se hizo de noche y uno ahí trabajando, fue en mi juventud como lo disfrute al máximo, porque de la nada se puso todo oscuro, como si fuera de noche, la gente gritando otros riendo incrédulos, fue un muy buen momento", declaró.
En el malecón, donde el mar abraza a la ciudad con sus olas danzantes, un grupo de amigos se reúne para pescar y rememorar tiempos pasados. Entre risas y anécdotas, evocan la sensación de ver el mundo a través de un filtro sepia, mientras el eclipse pintaba el paisaje con tonos dorados y plateados, como si fuera una escena salida de un cuadro impresionista.
Mario Iván Torrecillas, un transportista mediante aplicaciones, recuerda con vívida claridad su experiencia del eclipse en aquellos años.
En los rincones más distantes del centro, donde el tiempo parece ralentizarse, la grandeza del universo quedó grabada en su memoria.
"Me acuerdo de aquella anécdota y de que bonito lo pasamos la verdad, las gallinas y los pájaros se metían, pero era porque anochecía, ya cuando salía el sol, ellos regresaban a la normalidad, sin problemas solo con muchos cantos, me encanto esa experiencia, fueron minutos que disfrute, porque no sabía si me tocaría el del lunes y aparentemente ahí estaré", comentó quien entonces era un agente ventas.
En la plazuela república, donde la cultura de la vieja escuela llena el aire de alegría y melancolía, un grupo de jóvenes escucha con atención las historias de sus mayores sobre el eclipse de 1991. Y es que Maria Lucía Aramburo Jaime, relata que tras casi 30 años de dejar atrás su tierra natal, llegó de nuevo para presenciar el eclipse.
"Tenía 29 años en aquel entonces, me acuerdo que no llegabas ni a los 30 antes de irme a Guadalajara, ahora me toca traer a los nietos para acá y a mis hijos, esperando que disfruten, solamente es un paseo, pero les cuento las anécdotas, como que no me querían dejar salir mis papás, en aquel entonces me enojes, pero hoy ya me da risa", menciona.
Comenta que el motivo por el cual no la querían dejar salir, es porque sus padres pensaban que tendría una ceguera permanente.
"Ellos tenían la creencia que si salía a la calle era una ceguera, yo aún no me casaba, pero ya estaba grande para tomar esas decisiones, me acuerdo que yo les decía que no pasaba nada, pero mi así, cuando la realidad es que podría pasar lo que ellos me decían, pero la verdad es que solamente si lo mirabas de manera directa quedabas ciego, eran otros tiempos, había mucha desinformación", dijo entre risas.
No todo son buenos recuerdos
En medio de los relatos llenos de nostalgia y alegría, algunos recuerdan cómo el eclipse trajo consigo el miedo y la confusión, como el caso de aquellos que temieron el fin del mundo al ver la oscuridad repentina cubrir el cielo. Además, se refleja la desinformación de la época, como la creencia errónea de que observar el eclipse directamente podía causar ceguera permanente, lo que llevó a algunas personas a preocuparse por la seguridad de sus seres queridos.
"Yo me acuerdo que nadie de mi casa salió, mi esposo no quería que sacara a nadie de mi casa para ese día, en especial al más niño, que podía quedarse ciego o pasar algo, porque él no sabía nada él podía mirar al cielo de manera normal y en su inocencia no pasaba nada, nadie informaba como se cree, había mucha desinformación", contó con nostalgia Celia Ruvalcaba, habitante de Mazatlán.