/ sábado 18 de enero de 2020

El escenario dantesco que marco la vida de Jorge

El espectáculo de la muerte sorprende a cualquier paramédico y les forma el carácter para una vida de servicio

Culiacán, Sin. - Era el 7 de abril de 1980 en Rancho Viejo, municipio de Mocorito, un camionazo... así comienza su relato Jorge Enrique Murillo, paramédico veterano con más de 40 años de experiencia en Cruz Roja.

Fuimos al servicio porque el síndico de Pericos nos llamó para informarnos sobre el accidente. Era temprano y a esa hora no teníamos mucho personal; tres choferes y yo en la única ambulancia que había disponible.

Enrique.

Llegamos al puente donde habían reportado el accidente: un camión de pasajeros sobrecargado por el regreso a clases se volcó en el barranco bajo el paso.

Enrique

Enrique se enfrentó a un escenario dantesco donde decenas de cuerpos salieron disparados por el impacto. “A mis 22 años no había visto tantos muertos, ni siquiera uno solo.”

Cuenta que comenzaron separando los heridos graves de los muertos, una selección dolorosa que se tiene que hacer con mano firme. Al fondo del caos alguien llamó, una débil voz articula su nombre y lo reconoció enseguida: un paramédico de Guasave.

Como él, once personas más sobrevivieron y cincuenta y cinco murieron. El trabajo de los paramédicos fue titánico para acomodar y sacar a los heridos.

Para facilitar el trabajo de los voluntarios que llegaron después de diferentes sindicaturas aledañas, alineamos a los muertos en orden a un costado del camión. Una macabra pero necesaria formación simétrica de cadáveres.

Las horas fueron largas en el camión, seguimos sacando y sacando cuerpos flácidos y empapados en sangre. Nos regresamos exhaustos a Culiacán con esa imagen en la mente.

Enrique

“Llegué a casa y hasta entonces me di cuenta, por las miradas de mi familia; estaba lleno de lodo, agua y sangre seca. Como si hubiera viajado al infierno y regresado en ese servicio”, rememora.

Durante casi un mes, Enrique no podía ir a un servicio de choque pues el fantasma de esos cincuenta y cinco cadáveres se aparecía en mi mente, ese infierno que todavía recuerda.

INFIERNO

Enrique se enfrentó a un escenario dantesco donde decenas de cuerpos salieron disparados por el impacto.

ALINIADOS

Para facilitar el trabajo de los voluntarios alineamos a los muertos en orden a un costado del camión.


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Culiacán, Sin. - Era el 7 de abril de 1980 en Rancho Viejo, municipio de Mocorito, un camionazo... así comienza su relato Jorge Enrique Murillo, paramédico veterano con más de 40 años de experiencia en Cruz Roja.

Fuimos al servicio porque el síndico de Pericos nos llamó para informarnos sobre el accidente. Era temprano y a esa hora no teníamos mucho personal; tres choferes y yo en la única ambulancia que había disponible.

Enrique.

Llegamos al puente donde habían reportado el accidente: un camión de pasajeros sobrecargado por el regreso a clases se volcó en el barranco bajo el paso.

Enrique

Enrique se enfrentó a un escenario dantesco donde decenas de cuerpos salieron disparados por el impacto. “A mis 22 años no había visto tantos muertos, ni siquiera uno solo.”

Cuenta que comenzaron separando los heridos graves de los muertos, una selección dolorosa que se tiene que hacer con mano firme. Al fondo del caos alguien llamó, una débil voz articula su nombre y lo reconoció enseguida: un paramédico de Guasave.

Como él, once personas más sobrevivieron y cincuenta y cinco murieron. El trabajo de los paramédicos fue titánico para acomodar y sacar a los heridos.

Para facilitar el trabajo de los voluntarios que llegaron después de diferentes sindicaturas aledañas, alineamos a los muertos en orden a un costado del camión. Una macabra pero necesaria formación simétrica de cadáveres.

Las horas fueron largas en el camión, seguimos sacando y sacando cuerpos flácidos y empapados en sangre. Nos regresamos exhaustos a Culiacán con esa imagen en la mente.

Enrique

“Llegué a casa y hasta entonces me di cuenta, por las miradas de mi familia; estaba lleno de lodo, agua y sangre seca. Como si hubiera viajado al infierno y regresado en ese servicio”, rememora.

Durante casi un mes, Enrique no podía ir a un servicio de choque pues el fantasma de esos cincuenta y cinco cadáveres se aparecía en mi mente, ese infierno que todavía recuerda.

INFIERNO

Enrique se enfrentó a un escenario dantesco donde decenas de cuerpos salieron disparados por el impacto.

ALINIADOS

Para facilitar el trabajo de los voluntarios alineamos a los muertos en orden a un costado del camión.


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