/ sábado 5 de febrero de 2022

El mesero que quiso ser marinero

José Lizárraga Vizcarra lleva más tres décadas de su vida dedicado a ser el anfitrión de los turistas que se hospedan en uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad

Mazatlán, Sin.- Su sueño era ser marino, pero al no aprobar el examen de admisión en la Escuela Náutica Mercante de Mazatlán, José Lizárraga Vizcarra entró a trabajar a los 18 años de edad como mesero a un restaurante en Olas Altas y nunca pensó que ahí encontraría su verdadera vocación y que además sería testigo del desarrollo y evolución turística que ha vivido el puerto en las últimas tres décadas.

Corría el año 1984 cuando empezó a “meserear”, le gustó el oficio porque vestía de blanco, estaba limpiecito, ganaba buen dinero de las propinas, pero le generaba un poco de conflicto que las personas lo mandaran.

Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

Sentía que los clientes del restaurante lo mandaban al momento de pedirle los alimentos o bebidas y le costó algunos meses entender que era un “intermediario” entre la cocina y los comensales.

"Una vez me vi en un espejo y me pregunté: ‘cómo le vas hacer, te va bien, pero te enojas cuando la gente te pide cosas’, sentía que me mandaban, y no era justo que me enojara con los clientes, tuve que organizarme mejor para no andar vueltas y vueltas y ahí tomé la decisión de dedicarme a esto de una forma muy profesional".

Los sinsabores han sido parte de su profesión en estas más de tres décadas, recuerda algunas malas caras o respuestas groseras de las personas que ha atendido, pero resuelve todo con la frase: “estoy aquí para servir”. Así que los malos momentos no tienen cabida en su memoria.

Actualmente es uno de los trabajadores más antiguos del grupo Pueblo Bonito de Mazatlán, donde lleva ya 34 años.

Una de las anécdotas que han marcado su vida fue cuando una cliente no tomó turno y entró al restaurante y se sentó en una mesa que no le correspondía. Al explicar la mecánica que se tenía en el lugar, la señora se molestó mucho y no se quiso levantar, acción que lo paralizó por unos minutos, pero tuvo que reaccionar para dar una solución a los comensales para quienes estaba asignada la mesa.

Cuando don José empezó a dedicarse a la atención al turista jamás pensó que lo haría por tanto tiempo y menos en uno de los grupos hoteleros más exclusivos del estado de Sinaloa.

Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

Por su lugar de trabajo han pasado artistas de la farándula nacional e internacional, políticos, empresarios y deportistas, además de otros personajes de gran poder adquisitivo que él ha visto y a quienes ha atendido. Y aunque de momento no los conoce, sus compañeros le dicen luego de quienes se trata.

En su rostro se nota el paso del tiempo, pero la sonrisa amable la conserva intacta. A sus 55 años es de lo más correcto y galante para hablar y dirigirse a los demás. El hombre alto, delgado y de piel blanca, reconoce que ser mesero es un oficio para el que se necesita tener vocación.

SE ABRE PASO EN MAZATLÁN

El señor Lizárraga como lo conocen, llegó de Mesillas, Concordia a Mazatlán, a los 6 años de edad, junto con sus padres y ocho hermanos, en busca de una mejor vida, aquí estudió la primaria, secundaria, preparatoria y la universidad.

Creció en la colonia Olímpica y como venía de un pueblo le fue difícil poder acostumbrarse al cambio de vida. Recuerda que cuando su papá lo llevó de paseo a Olas Altas, le mostró el hotel Freeman, que en ese entonces era uno de los más altos de Mazatlán, quedó muy impresionado.

"Es algo que se me grabó y cada vez que lo veo se me vienen esos recuerdos de mi infancia. El tráfico en la ciudad también fue algo que me sorprendió mucho, incluso hasta me asustaba porque finalmente venía de un rancho, donde no había muchos carros".

A los 20 años, en diciembre de 1987 entró a trabajar al hotel Pueblo Bonito Mazatlán como mesero en todos los centros de consumo y cinco años después le dieron la oportunidad como capitán de meseros. El día que lo ascendieron entendió lo que era la superación personal.

Fue entonces cuando entró a estudiar a la Universidad Autónoma de Sinaloa la licenciatura de Administración de Empresas, así empezó a compaginar la administración y supervisión; cuando terminó la carrera ya era gerente de restaurante.

Además, trabajó 10 años como maestro en la escuela de Gastronomía y Nutrición de la UAS, donde compartió con sus alumnos las técnicas del servicio, el diseño y planeación de banquetes, además del control de los gastos en alimentos y bebidas, conceptos muy necesarios para quienes desean desarrollarse en el ramo de los alimentos y bebidas.

En el 2000 estuvo como gerente nocturno en la recepción, pero se dio cuenta que lo suyo era más enfocado a alimentos y bebidas; fue cuando lo invitaron a la apertura del hotel Emerald Bay y no lo pensó dos veces.

Don José ha tenido muchos colaboradores que fueron sus alumnos, algunos son chefs, gerentes de restaurantes, sommeliers. Compartir sus conocimientos y experiencia, pero sobre todo verlos en el campo de batalla, es muy satisfactorio para él.

Rosa Armenta, quien es una sommelier de los dos hoteles y muy reconocida en Mazatlán, es la encargada de vinos y licores, conoce cuál le va a ir mejor a una comida y a otra. También se encarga de administrar la bodega del restaurante u hotel, del abastecimiento de la misma, del control de los vinos y de su correcta conservación. Ella aprendió lo que sabe del señor Lizárraga.

Hoy en día, don José tiene una gran responsabilidad, pues están a su cargo alrededor de 400 colaboradores de servicios, cocina y steward.

TRABAJO DIGNO Y GENEROSO

Para don José es importante dignificar el oficio de mesero, ya que mucha gente dice: “busco trabajo, aunque sea de mesero”. Pero no cualquiera puede serlo.

"Este trabajo es muy completo, esto te debe de gustar, porque si no sales corriendo, tienes que tener tacto, criterio, buena comunicación, trato con los clientes, saber inglés, no sólo es cargar una charola y acarrear, sino que es un oficio muy digno".

De este trabajo ha salido para sacar adelante a su esposa Angelina y sus hijos, José Carlos, Jesús Adrián y Emiliano, quienes han sido su fuerza e inspiración

Su esposa siempre lo ha apoyado y lo poco o mucho que ha logrado en su vida, en gran parte se lo debe a ella, ya que han logrado éxito en lo profesional y en lo familiar, lo que valora mucho porque esta profesión es muy demandante.

Como todo ciclo en esta vida tiene un fin, don José empieza a pensar que cuando salga del restaurante le gustaría seguir capacitando a personas interesadas en el servicio, además de que el legado como mesero ha trascendido en su familia, pues uno de sus tres hijos trabaja con él, y lo aconseja para que llegue a ser habilidoso en el arte del buen servir, así como él lo ha sido.

DATOS

37 años dedicado a la atención y servicio al turista.

MAESTRO

Trabajó 10 años como maestro en la escuela de Gastronomía y Nutrición de la UAS.




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Mazatlán, Sin.- Su sueño era ser marino, pero al no aprobar el examen de admisión en la Escuela Náutica Mercante de Mazatlán, José Lizárraga Vizcarra entró a trabajar a los 18 años de edad como mesero a un restaurante en Olas Altas y nunca pensó que ahí encontraría su verdadera vocación y que además sería testigo del desarrollo y evolución turística que ha vivido el puerto en las últimas tres décadas.

Corría el año 1984 cuando empezó a “meserear”, le gustó el oficio porque vestía de blanco, estaba limpiecito, ganaba buen dinero de las propinas, pero le generaba un poco de conflicto que las personas lo mandaran.

Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

Sentía que los clientes del restaurante lo mandaban al momento de pedirle los alimentos o bebidas y le costó algunos meses entender que era un “intermediario” entre la cocina y los comensales.

"Una vez me vi en un espejo y me pregunté: ‘cómo le vas hacer, te va bien, pero te enojas cuando la gente te pide cosas’, sentía que me mandaban, y no era justo que me enojara con los clientes, tuve que organizarme mejor para no andar vueltas y vueltas y ahí tomé la decisión de dedicarme a esto de una forma muy profesional".

Los sinsabores han sido parte de su profesión en estas más de tres décadas, recuerda algunas malas caras o respuestas groseras de las personas que ha atendido, pero resuelve todo con la frase: “estoy aquí para servir”. Así que los malos momentos no tienen cabida en su memoria.

Actualmente es uno de los trabajadores más antiguos del grupo Pueblo Bonito de Mazatlán, donde lleva ya 34 años.

Una de las anécdotas que han marcado su vida fue cuando una cliente no tomó turno y entró al restaurante y se sentó en una mesa que no le correspondía. Al explicar la mecánica que se tenía en el lugar, la señora se molestó mucho y no se quiso levantar, acción que lo paralizó por unos minutos, pero tuvo que reaccionar para dar una solución a los comensales para quienes estaba asignada la mesa.

Cuando don José empezó a dedicarse a la atención al turista jamás pensó que lo haría por tanto tiempo y menos en uno de los grupos hoteleros más exclusivos del estado de Sinaloa.

Foto: Fausto Mcconegly | El Sol de Mazatlán

Por su lugar de trabajo han pasado artistas de la farándula nacional e internacional, políticos, empresarios y deportistas, además de otros personajes de gran poder adquisitivo que él ha visto y a quienes ha atendido. Y aunque de momento no los conoce, sus compañeros le dicen luego de quienes se trata.

En su rostro se nota el paso del tiempo, pero la sonrisa amable la conserva intacta. A sus 55 años es de lo más correcto y galante para hablar y dirigirse a los demás. El hombre alto, delgado y de piel blanca, reconoce que ser mesero es un oficio para el que se necesita tener vocación.

SE ABRE PASO EN MAZATLÁN

El señor Lizárraga como lo conocen, llegó de Mesillas, Concordia a Mazatlán, a los 6 años de edad, junto con sus padres y ocho hermanos, en busca de una mejor vida, aquí estudió la primaria, secundaria, preparatoria y la universidad.

Creció en la colonia Olímpica y como venía de un pueblo le fue difícil poder acostumbrarse al cambio de vida. Recuerda que cuando su papá lo llevó de paseo a Olas Altas, le mostró el hotel Freeman, que en ese entonces era uno de los más altos de Mazatlán, quedó muy impresionado.

"Es algo que se me grabó y cada vez que lo veo se me vienen esos recuerdos de mi infancia. El tráfico en la ciudad también fue algo que me sorprendió mucho, incluso hasta me asustaba porque finalmente venía de un rancho, donde no había muchos carros".

A los 20 años, en diciembre de 1987 entró a trabajar al hotel Pueblo Bonito Mazatlán como mesero en todos los centros de consumo y cinco años después le dieron la oportunidad como capitán de meseros. El día que lo ascendieron entendió lo que era la superación personal.

Fue entonces cuando entró a estudiar a la Universidad Autónoma de Sinaloa la licenciatura de Administración de Empresas, así empezó a compaginar la administración y supervisión; cuando terminó la carrera ya era gerente de restaurante.

Además, trabajó 10 años como maestro en la escuela de Gastronomía y Nutrición de la UAS, donde compartió con sus alumnos las técnicas del servicio, el diseño y planeación de banquetes, además del control de los gastos en alimentos y bebidas, conceptos muy necesarios para quienes desean desarrollarse en el ramo de los alimentos y bebidas.

En el 2000 estuvo como gerente nocturno en la recepción, pero se dio cuenta que lo suyo era más enfocado a alimentos y bebidas; fue cuando lo invitaron a la apertura del hotel Emerald Bay y no lo pensó dos veces.

Don José ha tenido muchos colaboradores que fueron sus alumnos, algunos son chefs, gerentes de restaurantes, sommeliers. Compartir sus conocimientos y experiencia, pero sobre todo verlos en el campo de batalla, es muy satisfactorio para él.

Rosa Armenta, quien es una sommelier de los dos hoteles y muy reconocida en Mazatlán, es la encargada de vinos y licores, conoce cuál le va a ir mejor a una comida y a otra. También se encarga de administrar la bodega del restaurante u hotel, del abastecimiento de la misma, del control de los vinos y de su correcta conservación. Ella aprendió lo que sabe del señor Lizárraga.

Hoy en día, don José tiene una gran responsabilidad, pues están a su cargo alrededor de 400 colaboradores de servicios, cocina y steward.

TRABAJO DIGNO Y GENEROSO

Para don José es importante dignificar el oficio de mesero, ya que mucha gente dice: “busco trabajo, aunque sea de mesero”. Pero no cualquiera puede serlo.

"Este trabajo es muy completo, esto te debe de gustar, porque si no sales corriendo, tienes que tener tacto, criterio, buena comunicación, trato con los clientes, saber inglés, no sólo es cargar una charola y acarrear, sino que es un oficio muy digno".

De este trabajo ha salido para sacar adelante a su esposa Angelina y sus hijos, José Carlos, Jesús Adrián y Emiliano, quienes han sido su fuerza e inspiración

Su esposa siempre lo ha apoyado y lo poco o mucho que ha logrado en su vida, en gran parte se lo debe a ella, ya que han logrado éxito en lo profesional y en lo familiar, lo que valora mucho porque esta profesión es muy demandante.

Como todo ciclo en esta vida tiene un fin, don José empieza a pensar que cuando salga del restaurante le gustaría seguir capacitando a personas interesadas en el servicio, además de que el legado como mesero ha trascendido en su familia, pues uno de sus tres hijos trabaja con él, y lo aconseja para que llegue a ser habilidoso en el arte del buen servir, así como él lo ha sido.

DATOS

37 años dedicado a la atención y servicio al turista.

MAESTRO

Trabajó 10 años como maestro en la escuela de Gastronomía y Nutrición de la UAS.




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