/ lunes 29 de abril de 2024

Entre enfermedad y falta de capacitación, el día a día de los camioneros de Mazatlán

En Mazatlán hacen falta más de 100 operadores de transporte urbano lo que ha generado que la mano de obra existente cubra largas jornadas de trabajo que van de seis de la mañana a nueve de la noche

En Mazatlán hay un déficit de más de 100 operadores del transporte urbano, lo que ha llevado a quienes se dedican al oficio del volante a cubrir largas jornadas que van de seis de la mañana a nueve de la noche. Entre las horas en el tráfico, el sedentarismo, una mala alimentación y poco descanso, los chóferes a menudo desarrollan enfermedades como diabetes y presión alta, aunado al estrés que genera el tráfico en el puerto.

Este déficit ha llevado a las alianzas de camiones a contratar personal con urgencia con requisitos mínimos: tener 23 años de edad, contar con licencia de conducir tipo B y "ganas de trabajar". Los filtros de reclutamiento y capacitación son laxos, es decir, no hay garantía de que quien está conduciendo la unidad esté calificado para el oficio.

También puedes leer: Alianza de Camiones colabora con autoridades para esclarecer accidente

Autoridades de Vialidad y Transporte han planteado la posibilidad de crear un plan de profesionalización para el sector, a través de carreras técnicas, pero hasta el momento todo ha quedado en buenas intenciones.

Accidente

El pasado 16 de abril ocurrió un fatal accidente en el que una alumna universitaria murió tras ser arrollada por un camión urbano, aunque las autoridades ministeriales iniciaron una carpeta de investigación para deslindar responsabilidades, el caso reveló un panorama poco visible detrás del transporte urbano.

A raíz de este hecho el delegado de Vialidad y Transporte en Mazatlán, Daniel Brito Rojas, declaró que hay un gran porcentaje de operadores que no cuentan con su Certificado de Aptitud, un documento que es obligatorio para el conductor del transporte público y que lo acredita como una persona capacitada para prestar el servicio.

El rezago para obtener el certificado se viene arrastrando desde hace cuatro años, a raíz de la pandemia y aún así docenas de operadores están detrás del volante.

"Vamos a plasmar un plan para tratar de detectar los motivos por los cuales los choferes están tardando en tramitar su certificado de aptitud, explorar y tratar de abonar a que puedan tener oportunamente sus cursos (...) derivado de la pandemia hubo algunos rezagos, estos se está renovando cada dos años y en pandemia, como era difícil el trámite, hay algunos rezagos que vamos a estar abatiendo, estamos en proceso de estimar las cifras de cuántos son", declaró Brito Rojas en entrevista con medios de comunicación.

Autoridades de Vialidad y Transporte han planteado la posibilidad de crear un plan de profesionalización. Foto: Fausto McConegly / El Sol de Mazatlán

El curso para obtener el certificado lo imparte el Instituto de Capacitación para el Trabajo de Sinaloa (ICATSIN) y solamente hay que asistir una vez a la semana durante cuatro semanas, además no es necesario como un requisito previo, el chofer puede ingresar a laborar a la par que lleva este trámite.

DéficitEn una de las dos alianzas transportistas que existen en Mazatlán hay en funcionamiento unas 450 unidades de 505 posibles y hay alrededor de 900 choferes, lo ideal es que hubiese 1,120 para rotar turnos y que las jornadas no sean tan extenuantes.

Algunos choferes se someten a jornadas de seis de la mañana a seis de la tarde, 15 horas, con descansos intermedios para poder alimentarse, descansar y hacer sus necesidades fisiológicas. La bolsa de trabajo siempre está abierta, los requisitos son mínimos y los filtros muy laxos: tener más de 23 años de edad, ganas de trabajar, licencia de conducir tipo B, no es necesaria experiencia pues en dos semanas se les instruye cómo operar estas grandes unidades.

"Una vez que entran tienen que estar en conjunto con Vialidad y Transporte porque los mandan al curso de capacitación, aparte el curso que les implementamos aquí nosotros", dijo Efrén Landell Osuna, dirigente de la Alianza de Camiones Urbanos. En este curso se les habla sobre la Ley de Movilidad Sustentable del Estado, muestran sus capacidades frente al volante y algunos conocimientos teóricos de vialidad, también están los estudios toxicológicos.

Tras pasar los filtros cada domingo por grupos están obligados a acudir a un curso en las instalaciones de la Alianza y periódicamente autoridades estatales llegan de sorpresa para realizar estudios antidoping. "Nosotros tenemos una psicóloga en un convenio que tenemos con UAS, donde les da pláticas, los hace desenvolverse o o quitar si traen algún problema, nosotros los canalizamos con ella directamente", agregó el líder transportista. Acudir con la especialista en salud mental también aplica cuando el chofer se involucra en un accidente vial que no tiene consecuencias de alto impacto, para que pueda procesar el hecho, y cuando las consecuencias son fatales el operador difícilmente regresa a trabajar.

Azúcar y presión alta son las enfermedades más comunes entre los trabajadores del volante, en algunas ocasiones estos padecimientos se detonan en el mismo ejercicio de su labor, principalmente por el estrés y los corajes que hacen con los usuarios y conductores, otros ya padecen con antelación sobrepeso. Pese a ello la Alianza no tiene una estimación de cuántos operadores padecen estas enfermedades.

Profesionalizar al sectorPara Brito Rojas falta que las agrupaciones transportistas entren en el plan de no ver a los choferes como la persona que mueve la unidad, sino que es un trabajador que tiene que desarrollarse personal y profesionalmente.

"Entrar en esa dinámica de ser comunidad y que los choferes encuentren el sentido de pertenencia de un lugar para desarrollarse, hace falta que haya en las universidades impulso para la generación de programas académicos orientados al transporte público o como técnicos superiores", consideró.

En algún momento, añade, platicó con la rectora de una institución educativa porteña sobre la creación de un plan de carrera, y aunque vió factible esta propuesta no se concretó. "No se desvirtúan las capacidades de las personas que se desarrollan de manera empírica, pero creo que debemos de hacer un esfuerzo coordinado tanto el sector público como el privado y sociedad para transitar de usos y costumbres a formalidad, que todas esas capacidades que han desarrollado empíricamente profesionalizarlas porque eso también es motivante", mencionó.

Déficit

La falta de choferes del transporte urbano se agravó en 2020 durante la pandemia, ya que muchos emigraron a otras modalidades como las plataformas digitales ante las restricciones sanitarias de ese momento.

En Mazatlán hay un déficit de más de 100 operadores del transporte urbano, lo que ha llevado a quienes se dedican al oficio del volante a cubrir largas jornadas que van de seis de la mañana a nueve de la noche. Entre las horas en el tráfico, el sedentarismo, una mala alimentación y poco descanso, los chóferes a menudo desarrollan enfermedades como diabetes y presión alta, aunado al estrés que genera el tráfico en el puerto.

Este déficit ha llevado a las alianzas de camiones a contratar personal con urgencia con requisitos mínimos: tener 23 años de edad, contar con licencia de conducir tipo B y "ganas de trabajar". Los filtros de reclutamiento y capacitación son laxos, es decir, no hay garantía de que quien está conduciendo la unidad esté calificado para el oficio.

También puedes leer: Alianza de Camiones colabora con autoridades para esclarecer accidente

Autoridades de Vialidad y Transporte han planteado la posibilidad de crear un plan de profesionalización para el sector, a través de carreras técnicas, pero hasta el momento todo ha quedado en buenas intenciones.

Accidente

El pasado 16 de abril ocurrió un fatal accidente en el que una alumna universitaria murió tras ser arrollada por un camión urbano, aunque las autoridades ministeriales iniciaron una carpeta de investigación para deslindar responsabilidades, el caso reveló un panorama poco visible detrás del transporte urbano.

A raíz de este hecho el delegado de Vialidad y Transporte en Mazatlán, Daniel Brito Rojas, declaró que hay un gran porcentaje de operadores que no cuentan con su Certificado de Aptitud, un documento que es obligatorio para el conductor del transporte público y que lo acredita como una persona capacitada para prestar el servicio.

El rezago para obtener el certificado se viene arrastrando desde hace cuatro años, a raíz de la pandemia y aún así docenas de operadores están detrás del volante.

"Vamos a plasmar un plan para tratar de detectar los motivos por los cuales los choferes están tardando en tramitar su certificado de aptitud, explorar y tratar de abonar a que puedan tener oportunamente sus cursos (...) derivado de la pandemia hubo algunos rezagos, estos se está renovando cada dos años y en pandemia, como era difícil el trámite, hay algunos rezagos que vamos a estar abatiendo, estamos en proceso de estimar las cifras de cuántos son", declaró Brito Rojas en entrevista con medios de comunicación.

Autoridades de Vialidad y Transporte han planteado la posibilidad de crear un plan de profesionalización. Foto: Fausto McConegly / El Sol de Mazatlán

El curso para obtener el certificado lo imparte el Instituto de Capacitación para el Trabajo de Sinaloa (ICATSIN) y solamente hay que asistir una vez a la semana durante cuatro semanas, además no es necesario como un requisito previo, el chofer puede ingresar a laborar a la par que lleva este trámite.

DéficitEn una de las dos alianzas transportistas que existen en Mazatlán hay en funcionamiento unas 450 unidades de 505 posibles y hay alrededor de 900 choferes, lo ideal es que hubiese 1,120 para rotar turnos y que las jornadas no sean tan extenuantes.

Algunos choferes se someten a jornadas de seis de la mañana a seis de la tarde, 15 horas, con descansos intermedios para poder alimentarse, descansar y hacer sus necesidades fisiológicas. La bolsa de trabajo siempre está abierta, los requisitos son mínimos y los filtros muy laxos: tener más de 23 años de edad, ganas de trabajar, licencia de conducir tipo B, no es necesaria experiencia pues en dos semanas se les instruye cómo operar estas grandes unidades.

"Una vez que entran tienen que estar en conjunto con Vialidad y Transporte porque los mandan al curso de capacitación, aparte el curso que les implementamos aquí nosotros", dijo Efrén Landell Osuna, dirigente de la Alianza de Camiones Urbanos. En este curso se les habla sobre la Ley de Movilidad Sustentable del Estado, muestran sus capacidades frente al volante y algunos conocimientos teóricos de vialidad, también están los estudios toxicológicos.

Tras pasar los filtros cada domingo por grupos están obligados a acudir a un curso en las instalaciones de la Alianza y periódicamente autoridades estatales llegan de sorpresa para realizar estudios antidoping. "Nosotros tenemos una psicóloga en un convenio que tenemos con UAS, donde les da pláticas, los hace desenvolverse o o quitar si traen algún problema, nosotros los canalizamos con ella directamente", agregó el líder transportista. Acudir con la especialista en salud mental también aplica cuando el chofer se involucra en un accidente vial que no tiene consecuencias de alto impacto, para que pueda procesar el hecho, y cuando las consecuencias son fatales el operador difícilmente regresa a trabajar.

Azúcar y presión alta son las enfermedades más comunes entre los trabajadores del volante, en algunas ocasiones estos padecimientos se detonan en el mismo ejercicio de su labor, principalmente por el estrés y los corajes que hacen con los usuarios y conductores, otros ya padecen con antelación sobrepeso. Pese a ello la Alianza no tiene una estimación de cuántos operadores padecen estas enfermedades.

Profesionalizar al sectorPara Brito Rojas falta que las agrupaciones transportistas entren en el plan de no ver a los choferes como la persona que mueve la unidad, sino que es un trabajador que tiene que desarrollarse personal y profesionalmente.

"Entrar en esa dinámica de ser comunidad y que los choferes encuentren el sentido de pertenencia de un lugar para desarrollarse, hace falta que haya en las universidades impulso para la generación de programas académicos orientados al transporte público o como técnicos superiores", consideró.

En algún momento, añade, platicó con la rectora de una institución educativa porteña sobre la creación de un plan de carrera, y aunque vió factible esta propuesta no se concretó. "No se desvirtúan las capacidades de las personas que se desarrollan de manera empírica, pero creo que debemos de hacer un esfuerzo coordinado tanto el sector público como el privado y sociedad para transitar de usos y costumbres a formalidad, que todas esas capacidades que han desarrollado empíricamente profesionalizarlas porque eso también es motivante", mencionó.

Déficit

La falta de choferes del transporte urbano se agravó en 2020 durante la pandemia, ya que muchos emigraron a otras modalidades como las plataformas digitales ante las restricciones sanitarias de ese momento.

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