/ lunes 4 de diciembre de 2023

Escuinapa, el pueblo que resistió a la Revolución Mexicana en Sinaloa

El arqueólogo Luis Alfonso Grave escribió sobre el episodio que vivió Escuinapa durante la Revolución

Con más de 100 años de haberse conformado como municipio independiente, pero con muchos más desde haber sido una región habitada, Escuinapa tiene relatos de episodios vividos en los diferentes movimientos de lucha a nivel nacional.

Uno de los sucesos que guarda fue durante el movimiento de la Revolución Mexicana, ocasión en que al pueblo le tocó defenderse con sus propios medios para evitar ser saqueados.

Puedes leer: El Rosario guarda 300 años de memoria y tradición en sus edificios históricos

El arqueólogo e investigador de origen escuinapense, Luis Alfonso Grave, relata en un artículo cómo fue que Escuinapa se vio en la necesidad de defenderse de una invasión, en mayo del año 1912, hecho el cual se publicó en el periódico mazatleco El Correo de la Tarde, considerado uno de los diarios más importantes de la época revolucionaria.

En El Correo de la Tarde, del 7 y 8 de mayo de 1912, se publicaron dos notas, de autor anónimo: “Como rayos caían sobre los zapatistas… un pueblo que sabe defenderse” y “Los sucesos de Escuinapa”.

Los eventos narrados ocurrieron el 3 de mayo de 1912 cuando la población de Escuinapa se vio amenazada por tropas zapatistas que venían por el camino real desde Acaponeta.

En un primer momento el ataque fue repelido por la guardia de Escuinapa al mando de Jesús Cisneros, quien lo reporta en un mensaje dirigido a Mariano Rivas, a cargo de la Prefectura de El Rosario:

“Hace unos cuantos minutos derroté a una avanzada de 40 revolucionarios de la Columna Guerrero, a la que le hice tres prisioneros; avancé cuatro caballos, recogí rifles, machetes y pistolas. Urgentemente remítame parque y refuerzo, pues las fuerzas de Guerrero encuéntrense en Guatamote (4 leguas de esta villa), y siendo el número abrumador, será imposible resistirlos, evacuando plaza caso de no recibir refuerzos. Firma: Jesús Cisneros”.

Apenas le dio tiempo a Cisneros de preparar la defensa de la población, a la guardia de Escuinapa se sumaron algunos civiles. En total eran 28, diez que contaban con caballos, los restantes 18 iban a pie.

Los de a pie tomaron de inmediato el camino a Acaponeta. El mando se le asignó a un vendedor de aguas frescas apodado “El Gacho”, a quien además acompañaban dos de sus hijos, de apenas 13 y 12 años de edad.

El redactor de las notas periodísticas se explaya al describir la participación de “El Gacho” y sus hijos: El Gacho tuvo que matar a puñaladas a un rebelde que le disparó un tiro a quemarropa sin herirlo, y le quitó la carabina que portaba, con la que se siguió batiendo”. Luego agrega: “En lo más duro de la refriega, los hijos de “El Gacho” no lo abandonaron, siendo su única misión arrojar bombas sobre el enemigo.

Habiéndose ocultado unos rebeldes en unos matorrales, para no ser vistos por “El Gacho”, uno de los hijos de este le gritó: -Les voy a echar una bomba a los matorros, padre, para que salgan-, y diciéndolo y ejecutándolo. Antes de que la bomba estallara, los que se ocultaban salieron en fuga precipitada, logrando “El Gacho” cazar a uno con un tiro de su carabina”. Finaliza la descripción señalando: “Acciones como esta se repitieron por aquellos chicuelos que salieron ilesos”.

Fueron 22 los muertos entre los zapatistas, mientras que entre la gente de “El Gacho” sólo hubo dos heridos: un rozón en la tetilla izquierda de uno y apenas un arañazo en el talón de otro. Pero las municiones se agotaron, por lo que emprendieron la retirada hacia Escuinapa. Ahí Cisneros ordenó que se replegaran aún más, hacia el rancho La Jarretadera, donde esperarían la llegada de los refuerzos pedidos al Prefecto de El Rosario.

Escuinapa quedó pues sin defensores; en cuestión de minutos los zapatistas tomaron población y se dedicaron a pedir “prestamos” a los vecinos más ricos y a saquear las casas de los demás; lo que provocó una inmediata reacción por parte de los escuinapenses.

Los hijos de Escuinapa, viendo las depredaciones que habían comenzado, se pusieron todos de acuerdo y armados de filosos machetes y coahuayanas, uniéndose a varios pescadores armados de arpones y comenzaron la lucha contra enemigos del orden a pura arma blanca (para no hacer mucho ruido) y dividiéndose en patrullas sorprendían a los grupos zapatistas, acribillándolos a machetazos, puñaladas, hasta exterminarlos completamente, y así lo fueron haciendo con todos los que se iban encontrando: se embozaban en sus cobertores y sorprendían grupos y grupos de revoltosos, cayendo sobre ellos y aniquilándolos”.

Por fin a la medianoche llegaron los refuerzos de El Rosario con lo que se agudizó la matanza.

“No son para describirse las escenas que se desarrollaron en la obscuridad de la noche”, escribió, pudoroso, el redactor, pero en lo poco que dice se pueden vislumbrar con claridad los hechos, quizá más que si los hubiera descrito con detalle: “Algunos soldados refieren que los escuinapenses son tan listos para pelear con arma blanca, que como rayo caían sobre los grupos zapatistas, dejándolos tendidos en tierra en menos de tres minutos. También dicen que varios de los vecinos defensores portaban fisgas de pescar y que desde larga distancia las arrojaban sobre los revolucionarios, que caían heridos mortalmente”.

Como sea, fueron más de 60 los muertos zapatistas, en cuanto a los defensores si acaso tuvieron un herido, los cuerpos de los caídos fueron apilados y rociados con petróleo, la tarde del 4 de mayo les prendieron fuego para evitar la pestilencia.

Así concluyó uno de los episodios más sonados de los acontecidos en Escuinapa durante la Revolución y en el que, al menos en un primer momento, tuvieron un papel protagónico “El Gacho” y sus hijos.

Con más de 100 años de haberse conformado como municipio independiente, pero con muchos más desde haber sido una región habitada, Escuinapa tiene relatos de episodios vividos en los diferentes movimientos de lucha a nivel nacional.

Uno de los sucesos que guarda fue durante el movimiento de la Revolución Mexicana, ocasión en que al pueblo le tocó defenderse con sus propios medios para evitar ser saqueados.

Puedes leer: El Rosario guarda 300 años de memoria y tradición en sus edificios históricos

El arqueólogo e investigador de origen escuinapense, Luis Alfonso Grave, relata en un artículo cómo fue que Escuinapa se vio en la necesidad de defenderse de una invasión, en mayo del año 1912, hecho el cual se publicó en el periódico mazatleco El Correo de la Tarde, considerado uno de los diarios más importantes de la época revolucionaria.

En El Correo de la Tarde, del 7 y 8 de mayo de 1912, se publicaron dos notas, de autor anónimo: “Como rayos caían sobre los zapatistas… un pueblo que sabe defenderse” y “Los sucesos de Escuinapa”.

Los eventos narrados ocurrieron el 3 de mayo de 1912 cuando la población de Escuinapa se vio amenazada por tropas zapatistas que venían por el camino real desde Acaponeta.

En un primer momento el ataque fue repelido por la guardia de Escuinapa al mando de Jesús Cisneros, quien lo reporta en un mensaje dirigido a Mariano Rivas, a cargo de la Prefectura de El Rosario:

“Hace unos cuantos minutos derroté a una avanzada de 40 revolucionarios de la Columna Guerrero, a la que le hice tres prisioneros; avancé cuatro caballos, recogí rifles, machetes y pistolas. Urgentemente remítame parque y refuerzo, pues las fuerzas de Guerrero encuéntrense en Guatamote (4 leguas de esta villa), y siendo el número abrumador, será imposible resistirlos, evacuando plaza caso de no recibir refuerzos. Firma: Jesús Cisneros”.

Apenas le dio tiempo a Cisneros de preparar la defensa de la población, a la guardia de Escuinapa se sumaron algunos civiles. En total eran 28, diez que contaban con caballos, los restantes 18 iban a pie.

Los de a pie tomaron de inmediato el camino a Acaponeta. El mando se le asignó a un vendedor de aguas frescas apodado “El Gacho”, a quien además acompañaban dos de sus hijos, de apenas 13 y 12 años de edad.

El redactor de las notas periodísticas se explaya al describir la participación de “El Gacho” y sus hijos: El Gacho tuvo que matar a puñaladas a un rebelde que le disparó un tiro a quemarropa sin herirlo, y le quitó la carabina que portaba, con la que se siguió batiendo”. Luego agrega: “En lo más duro de la refriega, los hijos de “El Gacho” no lo abandonaron, siendo su única misión arrojar bombas sobre el enemigo.

Habiéndose ocultado unos rebeldes en unos matorrales, para no ser vistos por “El Gacho”, uno de los hijos de este le gritó: -Les voy a echar una bomba a los matorros, padre, para que salgan-, y diciéndolo y ejecutándolo. Antes de que la bomba estallara, los que se ocultaban salieron en fuga precipitada, logrando “El Gacho” cazar a uno con un tiro de su carabina”. Finaliza la descripción señalando: “Acciones como esta se repitieron por aquellos chicuelos que salieron ilesos”.

Fueron 22 los muertos entre los zapatistas, mientras que entre la gente de “El Gacho” sólo hubo dos heridos: un rozón en la tetilla izquierda de uno y apenas un arañazo en el talón de otro. Pero las municiones se agotaron, por lo que emprendieron la retirada hacia Escuinapa. Ahí Cisneros ordenó que se replegaran aún más, hacia el rancho La Jarretadera, donde esperarían la llegada de los refuerzos pedidos al Prefecto de El Rosario.

Escuinapa quedó pues sin defensores; en cuestión de minutos los zapatistas tomaron población y se dedicaron a pedir “prestamos” a los vecinos más ricos y a saquear las casas de los demás; lo que provocó una inmediata reacción por parte de los escuinapenses.

Los hijos de Escuinapa, viendo las depredaciones que habían comenzado, se pusieron todos de acuerdo y armados de filosos machetes y coahuayanas, uniéndose a varios pescadores armados de arpones y comenzaron la lucha contra enemigos del orden a pura arma blanca (para no hacer mucho ruido) y dividiéndose en patrullas sorprendían a los grupos zapatistas, acribillándolos a machetazos, puñaladas, hasta exterminarlos completamente, y así lo fueron haciendo con todos los que se iban encontrando: se embozaban en sus cobertores y sorprendían grupos y grupos de revoltosos, cayendo sobre ellos y aniquilándolos”.

Por fin a la medianoche llegaron los refuerzos de El Rosario con lo que se agudizó la matanza.

“No son para describirse las escenas que se desarrollaron en la obscuridad de la noche”, escribió, pudoroso, el redactor, pero en lo poco que dice se pueden vislumbrar con claridad los hechos, quizá más que si los hubiera descrito con detalle: “Algunos soldados refieren que los escuinapenses son tan listos para pelear con arma blanca, que como rayo caían sobre los grupos zapatistas, dejándolos tendidos en tierra en menos de tres minutos. También dicen que varios de los vecinos defensores portaban fisgas de pescar y que desde larga distancia las arrojaban sobre los revolucionarios, que caían heridos mortalmente”.

Como sea, fueron más de 60 los muertos zapatistas, en cuanto a los defensores si acaso tuvieron un herido, los cuerpos de los caídos fueron apilados y rociados con petróleo, la tarde del 4 de mayo les prendieron fuego para evitar la pestilencia.

Así concluyó uno de los episodios más sonados de los acontecidos en Escuinapa durante la Revolución y en el que, al menos en un primer momento, tuvieron un papel protagónico “El Gacho” y sus hijos.

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