Mazatlán, Sin. - Tras más de 45 años de salir de manera continua a la pesca, al principio de pavo, después como marinero y en las últimas temporadas de motorista o patrón de barco, Rosario Quiroz Parra tuvo que quedarse en tierra al igual que muchos de sus compañeros que no lograron un puesto en una de las embarcaciones que zarparon vía la pesca el pasado 28 de septiembre.
Casi la mitad de la flota camaronera siguió amarrada al muelle, como en tiempos de veda, y con ella alrededor de mil 400 trabajadores del mar sin empleo.
Para fortuna de Quiroz Parra, quien cuenta ya con 63 años de edad, pudo acomodarse de velador de barcos en el muelle del parque industrial Alfredo V. Bonfil, con la intención de aprovechar la primera oportunidad para subirse a uno de los barcos que llegan “tronados” y, al ser reparados, vuelven a la pesca, o cuando salgan en su segundo viaje.
“Todo el tiempo he estado en la pesca, continuamente; hay veces que se enfada uno y he dejado de trabajar por poco tiempo, descanso y vuelvo, pero es la primera vez que me quedo por falta de recursos para la flota pesquera, se quedaron muchos barcos, nunca había pasado eso, hasta ahora, no sé qué pasaría, pero aquí estamos, a ver qué sale más adelante”, expresa consternado.
Lamenta que varios marineros estén pasando por la peor crisis de desempleo, por comentarios que ha escuchado seguido en el puerto, se enteró que algunos se contrataron de albañiles o peones en la obra de la construcción, otros de guardia, veladores y personal de seguridad, incluso, hay quienes trabajan en la descarga de embarcaciones atuneras en el muelle.
“Son varios marineros los que se quedaron, ahí se ven a lo largo del muelle sin trabajar, caminando a ver qué sale, hay veces que me encuentro camaradas que se dedican a la descarga en Pesca Azteca, que ya no tarda también en cerrarse el atún, he escuchado que algunos están hasta de albañiles y peones, andan así, otros de veladores, de guardia, de seguridad, los que conozco y me toca la casualidad de verlos”, apuntó.
Da gracias a Dios que él logró colocarse como velador en la misma empresa para la que trabaja como patrón de barco o motorista en tiempos normales, pero en esta ocasión no se pudo y consiguió este puesto, que le deja cuando menos mil 500 pesos mensuales.
“Yo en el amarre, soy de las personas que no me quedo quieta, porque hay familia que mantener, los hijos piden y no saben de dónde; los proveedores me dijeron desde antes que le dijera al jefe si había chanza de velador, vine con el señor, y sí, gracias a Dios, que me dio este trabajo y aquí estamos”.
Rosario Quiroz está casado y tiene 3 hijos, además de su esposa viven con él uno de sus hijos y una nuera con un nieto. De todos, solo él aporta ingresos para la casa.
Haya pesca o no, sea tiempo de veda, estén o no amarrados los barcos, él tiene que llevar sustento a su familia.
“En la veda, ya que se amarran los barcos, me voy de seguridad, en lo que caiga…, empecé en la pesca de pavo, como todo mundo, ya de ahí va ascendiendo uno, ya se va de marinero, ayudante, llega a máquina, ya si le gusta la patroneada, le llega a patronear, he llegado a ser patrón también, cuando no hay chanza le buscamos de máquinas, tenemos las dos categorías, si entramos nos vamos en las máquinas, si no hay de motorista, pues de ayudante, el chiste es salir, no quedarse parado, porque la familia pide y hay que entrarle al toro de lo que caiga”, indicó.
CON LA ‘CONSIGNA’ DEL SUSTENTO
Rosario Quiroz Parra es originario de Topolobampo, donde vivió su infancia y parte de su juventud, estudió hasta tercer año de secundaria con técnica pesquera en ese puerto, empezó a subirse a los barcos como pavo desde los 15 años, y por cuestiones de trabajo, siendo mayor de edad, cambió su residencia a Salina Cruz, Oaxaca, donde vivió por 12 años, allá contrajo nupcias.
Hace 22 años, la empresa para la que trabajaba se incorporó al puerto pesquero de Mazatlán y tuvo que cambiar de residencia con su familia, desde entonces vive aquí.
“Soy de Topo, pero cuando me preguntan, les respondo: Mi ombligo está en Topo, me salí, viví en Salina Cruz 12 años y aquí ya tengo 22 años, en Mazatlán, la gente me dice que ya soy ‘pata salada’, y yo lo creo porque me siento de aquí, mi mujer es de Salina Cruz, y ahora hasta con nietos”.
La “consigna” como la llama él, sigue con sus hijos y nietos, ya que si bien, ningún de ellos le dio por salir a la pesca, uno es soldador en el muelle, otro comerciante de bisutería y souvenirs y el que viven con él no trabaja.
“Ellos estudiaron hasta secundaria, y el que se dedica a vender, estudió repostería, tenía 12 años cuando estaba en la Miguel Hidalgo, se metió a la Felton, se recibió, pero no le gustó, le gustan otras cosas, ahora anda como comerciante. En casa somos 5 en total, tengo la nuera y la nieta, la dejó el chamaco y me quedó la consigna, mi esposa y un hijo, los demás ya están fuera, viven aparte”.
Recuerda que por un libro estuvo a punto de dejar sus estudios en Topolobampo, ya que en ese tiempo su padre ganaba apenas 400 pesos a la semana y adquirir el libro de texto representaba que la familia comería tortillas con sal, así que decidió dejar la escuela.
Sin embargo, el director de la escuela, de nombre Pablo Osuna Salazar, y su secretaria, le compraron el libro para que pudiera terminar sus estudios y salir como técnico pesquero.
“Ellos me compraron el libro y gracias a Dios le seguí estudiando hasta tercero de secundaria, por eso es que tengo los papeles”.
EN LISTA DE ESPERA
A Rosario Quiroz, le conocen en el muelle como “El Chihuil”, en alusión al pez bagre, ya que, entre marinos y trabajadores del mar, todos tienen apodos y solo a través de ellos, se les ubica; él, al igual que sus demás compañeros, esperaba salir a la pesca en esta temporada, pero por desgracia no pudo hacerlo.
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Ahora tiene que esperar turno para poder zarpar, la lista es larga y las oportunidades pocas, y aunque el trabajo de velador no es muy bien remunerado, cuando menos alcanza para comer y es seguro su ingreso.
“El Chihuil” no quita el dedo del renglón, pues la esperanza muere al último.
“A esperar a ver si en el segundo viaje hay una chancita de salir de viaje, si no a seguirle aquí, mientras nos aguante el jefe aquí vamos a estar, porque como le digo, está difícil la chamba ahorita, con esto de la pandemia más, a nadie se le desea el mal, pero ni modo, muchos se están quedando sin empleo”, concluyó.
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