Mazatlán, Sin.- Jorge Luis Rodríguez empezó como todos los que trabajan en el muelle, de “pavo”, embarcándose en las temporadas de pesca de camarón cuando tenía 17 años de edad, eso lo hizo durante dos o tres años, pero en tiempos de veda ayudaba de soldador hasta que aprendió el oficio; actualmente tiene 65 años, de los cuales más de 40 ha trabajado reparando barcos en el parque industrial “Alfredo V. Bonfil”.
Para él, la actividad pesquera va de mal en peor, temporada tras temporada, ya que a pesar de que la flota requiere de reparaciones mayores, no hay dinero más que para arreglar lo más necesario, y estar en condiciones de salir la próxima zafra camaronera.
Es originario de El Pozole, Rosario, su familia emigró a este puerto cuando él tenía 16 años de edad, y desde entonces tiene su domicilio en la colonia Benito Juárez de esta ciudad.
Vive con su esposa y una hija que no se le ha casado, un hijo y tres hijas más residen en los Estados Unidos.
A más de un mes de que se declarara la veda temporal para todas las especies de camarón, la actividad en el muelle apenas empieza con las reparaciones menores, entre ellas las de soldadura, que van desde parches en plumas, tangones, tablas de arrastre, hasta detalles en cubiertas y cascos de las naves.
Aquí se arregla de todo, desde la cubierta hasta tangones, plumas y escaleras, desgraciadamente no hay dinero, pero se está haciendo lo más necesario porque no quieren gastar mucho los patrones, pero se está haciendo lo que más se necesita, como las tablas de arrastre porque aquí rompe el chinchorro, se ponen parches aquí y otro allá Jorge Luis Rodríguez
Los primeros días trabajará solo, hará los detalles en soldadura, pero en dos semanas más cuando se le acumule la chamba, asegura, contrará un ayudante, pues hay reparaciones que requieren de dos o más trabajadores.
Actualmente, en el muelle hay entre 550 y 600 barcos amarrados, la mayoría requiere de trabajos de soldadura, de ahí que Jorge Luis señale que aquí siempre hay algo qué hacer, el problema no es la chamba, sino la falta de recursos económicos para invertirle a las embarcaciones.
La última temporada, comenta, fue la peor de todas, ya que desde enero, el 30% de la flota ya estaba amarrada en el muelle y el resto lo hizo en el siguiente viaje.
Para el colmo, el plan de contingencia del coronavirus Covid-19 y la suspensión de las actividades no esenciales, amenaza con afectar más la economía del puerto.
Ante la propuesta del gobierno federal de sustituir la flota vieja por barcos prototipo para la pesca de camarón, Jorge Luis pregunta: “¿Qué van a hacer con estos? Lo veo de la jodida, no estamos para eso, está canijo, y más por esta enfermedad de coronavirus que va a traer muchas desgracias, ni se sabe hasta cuándo va a durar, más duro se va a poner la cosa”, apuntó.
‘AQUÍ SE HACE DE TODO’
Jorge Luis recuerda que empezó en este oficio como ayudante de un soldador a quien apodaban “El Garapiñado”, de apellido Sánchez Nava, y después con don Rubén, a quien le dicen “El Mapache”, el primero ya falleció y del segundo, lo último que sabe de él es que vive en una casa, enseguida de la Zona 7.
Comenta que desde muy joven aprendió a armar las tablas de arrastre, con todo y madera, así como las orejas metálicas que lleva en sus esquinas de un grosor de una pulgada.
Empecé armando las tablas de arrastre, desde pequeño las sé arreglar, todo lo metálico, toda completa las hacíamos todas, son las tablas de arrastre del chinchorro, hoy hacemos de todo en soldadura, lo que nos pongan a hacer hacemos, desde entonces en pura soldadura hemos trabajado aquí Jorge Luis Rodríguez
Él al igual que muchos de los soldadores del muelle, trabajan como asalariados contratados por un patrón o una compañía que tienen entre 10 y 30 embarcaciones, dependiendo del número de barcos es el número de soldadores.
Hay compañías en las que trabajan tres o cuatro soldadores, y así, depende de los barcos que tenga cada compañía, si tiene más, son más trabajadores, hay compañías que tienen 30 barcos, tienen que tener mínimo seis o siete personas trabajando, y el que tiene poquitos tiene una o dos personas nomás Jorge Luis Rodríguez
Jorge Luis gana 2 mil 500 pesos semanales, ya que la temporada es baja, pero hay ocasiones en que el sueldo se incrementa a 3 mil pesos por semana, cuando el trabajo repunta y los barcos requieren de reparaciones mayores.
Ahorita andamos solos, ya tienen que meter más gente unos días más, porque ya viniendo la chamba que no puede hacer uno solo, tienen que meter a otra gente, cuando menos uno más Jorge Luis Rodríguez
EMPIEZA EL MOVIMIENTO
A lo largo del muelle se oye ya el gopeteo de los marros y las piquetas, así como el ruido del esmeril y las máquinas de soldar, que se usan para reparar las embarcaciones.
Poco a poco, el muelle cobra vida, tras la peor temporada en las últimas décadas, con miras a la próxima zafra camaronera, que se espera este año inicie entre los meses de agosto y septiembre.
Rodríguez estima que la actividad repuntará en dos semanas más, pues la carga de trabajo es mucha y cada barco requiere de cuando menos una o dos semanas, según los detalles pendientes.
Por lo pronto, él trabaja en una embarcación con problemas en una escalera y los puntales o plumas, también está en análisis si se ampliarán los tangones.
“Ahorita estamos soldando la escalera, poniendo tubos nuevos, detallitos, a este barco hay que bajarle la pluma porque está podrida allá arriba, se tiene que bajar para poderla soldar aquí abajo, chambitas de esas, lo que trae podrido, tratar de eliminarlo nomás, además quieren alargar un poco más los tangones, pero se va a decidir hasta que venga el patrón, esa chamba es de cuando menos una semana cada tangón”. Refiere que así como este barco, todos tienen detalles “necesarios”.
Señala que los trabajos de soldadura más comunes son las plumas o puntales, tangones, tablas de arrastre, escaleras, cubiertas y cascos.
Todo lo que vea el patrón que está dañado lo tiene uno que quitar, esas orejas de las tablas de arrastre son de una pulgada de grueso, pero algunas ya están viejitas, es como todo, la cubierta dura más tiempo para dañarse, incluso la protegen con la madera, cuando ya tienen muchos años todo se pudre, y ahí ya sería una reparación mayor, y para eso no hay dinero Jorge Luis Rodríguez
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EN REPARACIÓN
La mayoría de los barcos que integran la flota pesquera de Mazatlán, requieren de trabajos de soldadura cada temporada, por daños en plumas o puntales, tangones, tablas de arrastre, escaleras, cubiertas y cascos.
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