Hace cuatro años Alejandro ya no regresó a su casa en Mexicali, Baja California. Su madre, María Guadalupe, inició entonces una búsqueda incansable que dio resultados positivos en marzo del 2023 en Mazatlán, donde lo localizó gracias a las redes sociales.
Años de lucha, insistencia y desesperación marcaron los pasos de esta madre en su camino para reencontrarse con su hijo, quien tiene fuertes problemas de consumo de drogas.
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La desaparición de Alejandro es una de las 109 mil 171 registradas en México hasta diciembre del 2022, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación.
Su caso no entra en desapariciones forzadas, desaparición cometida por particulares o privación de la libertad personal, pero sí forma parte de la crisis por desapariciones que se vive en todo el país.
El sufrimiento de una madre
Las lágrimas caen de sus ojos al recordar la angustia que vivió todos estos años, levanta su cara al cielo en señal de agradecimiento, pasa saliva y empieza a rememorar toda la odisea que pasó.
Cuando Alejandro desapareció, la señora Lupe empezó a buscarlo por todas partes, sabía que podría seguir en Mexicali, pero también existía la posibilidad de que hubiera salido de la ciudad, incluso del estado.
Luego de muchos días de incertidumbre, con algunas pistas que no la llevaban a nada, por motivos familiares Lupe se fue a vivir a Santiago Ixcuintla, Nayarit, desde donde continuó su búsqueda con familiares que viven en distintas ciudades del país. Fue entonces que supo que estaba en Tijuana, por lo que regresó a Mexicali, pero los días pasaban y ella no tenía noticias de él.
“Cuando fui a buscarlo no lo encontré, por lo que me regresé a Santiago Ixcuintla, después de un año supe que estaba en Caborca, en el estado de Sonora, a donde también fui, pero tampoco supe de él”, comenta.
Luego de dos años de peregrinar de un lugar a otro regresó a Nayarit sin una certeza de dónde estaba su hijo. Fue entonces que empezó a subir fotografías de él a las redes sociales y a pedir a los cibernanutas que si lo veían que le avisaran.
Los días pasaban lentos para ella, se tranquilizaba un poco cuando encontraba una pista de él, cuando le decían que lo habían visto por las calles en alguna ciudad de las que visitó, pero también la angustiaba que le pudiera pasar algo y que jamás volviera a saber de él.
Las adicciones de Alejandro hicieron el proceso más complicado, ya que en el mundo de las drogas perdía la conciencia y no conocía a nadie. Fue por esto que todas las pistas que tuvo decían que andaba deambulando por las calles.
Un día, en su desesperación y sin saber dónde seguir buscando, publicó en un grupo de Facebook de Mazatlán una foto de su hijo, donde pedía que le ayudaran a localizarlo. Ni siquiera tenía una pista de que pudiera estar en el puerto, pero ya era lo último que podía hacer, las autoridades, tanto de Mexicali como de Sonora, tenían todos los datos y se había iniciado un proceso de búsqueda, pero no lo encontraban.
El reencuentro
Luego de varias semanas de que publicó la fotografía de Alejandro en el grupo de Facebook, una persona de oficio taquero le envió un mensaje y una foto de un joven parecido a su hijo.
"Yo rápidamente lo reconocí, empecé a llorar y luego, luego puse una publicación donde pedía si alguien podría brindarme un alojamiento para poder llegar a Mazatlán, porque no tengo dinero. Fue entonces que una persona me ayudó a contactar a un centro de rehabilitación para mujeres, donde me dieron asilo".
Fue el pastor de la Misión Camino Casa Betel quien le dio alojamiento en Mazatlán y en cuanto llegó se contactó con la persona que vio a su hijo para ir a buscarlo. Su corazón le decía que ya estaba muy cerca de él, que todos estos años de lucha, de recorrer ciudades, estaban a punto de llegar a su fin.
“En cuanto llegué a Mazatlán inmediatamente me puse a buscarlo en la zona de Playa Norte, que fue donde me dijeron que dormía. Al llegar al lugar y mostrar la foto a los pescadores me dijeron que dormía debajo de un puente, entonces pedí ayuda a Protección Civil, para que me ayudaran a detenerlo, porque seguramente correría al verme, ya que no me reconocería si estaba drogado”.
Y efectivamente, cuando se dirigió hacia el lugar en el que estaba se acercó a él y sí la reconoció, pero se echó a correr por el Malecón rumbo al Faro.
En ese momento sintió mucha desesperación, pensó que iba a comenzar una nueva búsqueda otra vez, por lo que los elementos de Protección Civil pidieron apoyo al Escuadrón de Salvamento Acuático y horas más tarde un salvavidas pudo detenerlo.
"Cuando lo encontramos andaba con lentes y una mochila en su espalda, cuando volteó me dice: ‘mamá Lupe, qué está haciendo aquí, cómo me encontró".
En ese momento Lupe sintió un alivio inmenso, su cuerpo descansó, fue como si por años hubiera cargado una mochila llena de piedras en la espalda y por fin se la quitaran.
La lucha contra las drogas
Alejandro, quien hoy tiene 28 años edad, empezó a consumir drogas desde los 18 y antes de los 24, que fue a la edad que desapareció, ya había sido ingresado seis veces a un centro de rehabilitación. Lupe cuenta que de repente se le escapaba y no sabía de él por varios días, pero nunca tanto tiempo como sucedió ahora.
Las lágrimas vuelven a inundar sus ojos, con profundo dolor de madre asegura que Alejandro es un muchacho noble, trabajador y muy inteligente, pero que lamentablemente la droga lo perdió.
"Cuatro años sin verlo fueron un sufrimiento para mí y en las condiciones en las que lo encontré no fueron nada agradables. Andaba muy mal, perdido, no sabía nada de él. Ahora ya se ríe un poco y platica. En estos cuatro años se tiró a la perdición, pero afortunadamente lo encontré bien y podemos empezar de nuevo un proceso de rehabilitación para que él esté bien".
Sin embargo, las tragedias no la dejan, ya que por muchos años ha vivido entre el sufrimiento y la angustia debido a que tiene otro hijo, de 34 años de edad, perdido en los Estados Unidos con el mismo problema; además sufre de diabetes y recientemente fue diagnosticada con cáncer en los huesos en etapa inicial.
Desde que se reencontró con su hijo se quedó a vivir en Mazatlán, ya que Alejandro fue internado en un centro de rehabilitación en la colonia Genaro Estada, mientras ella sigue viviendo en el centro de rehabilitación para mujeres.
“Le pido a la gente que me ayude, porque aunque no me están cobrando en el anexo, necesito dinero para el psicólogo, medicamentos, zapatos, ropa para mi hijo y para mí también y si alguien se tienta el corazón que nos mande una despensa, todo lo que nos puedan dar es de mucha ayuda”, señala.
Pueden contactarla en calle Bahía Ceuta y Colotepec número 430, colonia Mazatlán III, o al teléfono 3221-518021.
Triste realidad
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), de las 109 mil 171 personas con el estatus de desaparecidas en todo el territorio nacional, el 74 por ciento son hombres y 24 por ciento mujeres, mientras que el resto no se determinó el sexo.
Jalisco es la entidad con más desaparecidos, con 14 mil 971 personas en esa condición; seguido de Tamaulipas, con 11 mil 971; Estado de México, con 10 mil 996; Nuevo León, 6 mil 222 y Veracruz, 5 mil 736.
La lista de los 10 estados con más personas no localizadas la completan Sinaloa, con 5 mil 471; Michoacán, con 4 mil 324; Sonora, con 4 mil 297; Ciudad de México, con 4 mil 40 y Guerrero con 3 mil 796.
En Sinaloa, durante el 2022 se sumaron a la lista de personas no localizadas 686 personas, es decir, cada día del año pasado, cerca de 2 personas no volvieron a sus hogares.
El 63 por ciento del total de personas que se reportan como desaparecidas suelen permanecer como no localizadas en el estado, 10 por ciento es localizada muerta y el resto, 27 por ciento, es encontrado con vida.
Datos
4 años desaparecido duró Alejandro
28 años de edad
6 veces había ingresado a centros de rehabilitación antes de desaparecer.
La cifra
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación, en México hay 109 mil 171 personas de las que no se sabe su paradero.