Mazatlán, Sin.- A un costado del mercado Miguel Hidalgo, sobre la calle Rafael Buelna, en la colonia Juárez, una importante zona comercial por la alta presencia de vendedores semifijos y ambulantes, se encuentra la señora Alma Barrera Blanco, que a sus casi 62 años de edad trabaja al pie del cañón en medio de la pandemia.
La originaria de la Ciudad de México llegó a Mazatlán por allá en el año 1986, recuerda que fue justo después del gran terremoto que sacudió la capital del país el 19 de septiembre de 1985.
Pero fue hace aproximadamente 10 años cuando se inició como comerciante en el mercado de la Juárez, anteriormente vendía tamales, camote enmielado y bolis. Después enfermó y cambió de giro, ahora vende diversos artículos para el hogar como esponjas para lavar trastes, cerillos, encendedores, rastrillos, pinzas y cepillos para la ropa, entre otros. Todo a un módico precio.
"Cuando empecé en el comercio me ponía ahí en la puerta del mercado, vendía tamales, camote enmielado, bolis, me enfermé y ya me dedico a esto nomás", comentó.
A lo largo de su trayectoria como comerciante ha sabido enfrentar las adversidades y la presente pandemia no ha sido la excepción.
Dijo que durante los meses del confinamiento tuvo muy poquitas ventas y por precaución, al pertenecer al sector de la población más vulnerable, decidió resguardarse en su hogar. A su regreso, por disposición oficial, al igual que a otros compañeros, sólo le permitían instalarse de lunes a viernes.
"Nada más trabajábamos de lunes a viernes porque sábado y domingo no dejaban, pero ya va reacomodándose poco a poco", dijo.
Llega desde las 4:30 de la mañana y se va hasta las 2:30 de la tarde. Señala que la situación ha sido difícil para todos, pero gracias a sus clientes que siempre la procuran ha salido adelante.
"Sí se ha vendido la mercancía, un poco lento, pero sí. Soy muy conocida aquí, me procuran mucho, como ya me conocen, pues vienen conmigo", señaló.
Para obtener un poco más de ingresos empezó a vender cacahuate tostado y cubrebocas, sus precios van desde los 10 hasta 50 pesos. A pesar de que se convirtió en el artículo más vendido, expresa que hay mucha competencia y para las personas resulta costoso estar comprando cubrebocas a cada rato.
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"Tengo desde que empezó o pandemia vendiendo cubrebocas, se venden más o menos, no creas, hay muchos competidores, donde quiera hay muchos vendedores aquí en esta zona", expresó.
El único ingreso de Doña Alma es lo que vende de sus productos; lamentó no haber recibido ningún apoyo económico ni despensa alimenticia por parte de las autoridades municipales, por ello invitó a la ciudadanía a consumir en los pequeños puestos para ayudar al comercio local.
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