Mazatlán, Sin.- El desempleo generado por la pandemia del coronavirus aumentó el comercio informal y con ello la competencia en todos los giros, entre ellos los productos de temporada como es la elaboración de piñatas para las fiestas decembrinas, donde se compite con todo para ganar clientela, incluyendo precios, nombres de marca, calidad y ubicación.
Socorro Rendón Lizárraga, quien es conocida como la mujer de las Mil Piñatas, por el nombre de su negocio, comparte la idea de que “el sol nace para todos” y también para aquellos que hoy incursionan en el comercio informal; sin embargo, en esta temporada, a pesar de que mantiene sus ventas, reconoce que el desempleo generado por la pandemia, sí ha afectado a todos los negocios formales, que han visto cómo la competencia ha crecido a gran escala.
De acuerdo a datos publicados por el Consejo para el Desarrollo Económico de Sinaloa (Codesin), en su reporte de empleo por región y municipio con información del IMSS, Mazatlán perdió 7 mil 910 empleos formales de marzo a junio de 2020, periodo en que arreció los contagios de Covid-19 y se dio el confinamiento, de los cuales solo se habían recuperado 4 mil 634 al mes de octubre, es decir el 58.5%.
A esas fechas, la cifra de empleo en el puerto era todavía 4.7% menos con respecto al mismo mes del año pasado, con 113 mil 093 puestos formales de trabajo, de las cuales el 82 de las plazas son permanentes.
A nivel estatal de 590 mil 235 empleos que había en marzo del año en curso, según datos del IMSS, en noviembre pasado se reportaron 565 mil 897 plazas formales, es decir, 24 mil 338 trabajadores menos.
“Hay mucha competencia por todos lados debido al desempleo, están haciendo muchas piñatas, por donde quiera se ven camionetas cargadas de piñatas, pero a pesar de todo, el sol sale para todos, Dios es el que provee todas las cosas, a mí nunca me ha dejado, hay veces que sí baja, pero se vuelve a reponer uno otro día”, expresó.
Refirió que es el mes de diciembre, la temporada más alta del año en cuanto a fabricación y venta de piñatas, ya que estas se piden para celebrar las posadas, para la fiesta de Nochebuena, Navidad y el cierre de año.
De ahí que en estas fechas, agrega, muchas personas desempleadas hayan optado por elaborar piñatas para vender en cruceros, avenidas, calles o en sus casas, y obtener así algún ingreso para sus familias.
Indicó que la competencia ya la tenía muy fuerte con los negocios formales que incluyen piñatas como parte de su mercancía en exhibición, y ahora se suma el comercio informal que también registró un crecimiento exponencial por la pérdida de empleo a consecuencia de la pandemia del coronavirus.
Comenta que actualmente, ella fabrica alrededor de 20 a 30 piñatas a la semana, según la demanda, a veces más a veces menos; le ayudan su hija y un hermano, quienes hacen entre 4 y 5 piezas, cada dos días, ya que este año también les restringieron el número de ayudantes, pues no pueden estar aglomerados en el negocio.
Ella elabora piezas para todos los gustos y bolsillos, las piñatas pequeñas de 40 pesos, medianas de 130 a 150 pesos, y grandes que oscilan entre 350 a 500 pesos.
Los diseños más difíciles para fabricar son los “monos” que representan figuras públicas como los presidentes Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador o personajes animados de Walt Disney, de superhéroes o de celebridades, para los cuales se requiere hasta 8 días, mientras los otros están en dos días.
NEGOCIO FAMILIAR
Socorro Rendón retrocede en el tiempo y recuerda cuando su esposo Manuel Díaz de la Cruz y ella incursionaron en el negocio de las piñas, allá por el año 1974. En ese entonces laboraban para una tintorería y como él había trabajado en la fabricación de piñatas en Jalisco, de donde era, y en Colima, le propuso hacer algunas para vendérselas a la dulcería que se ubicaba a la vuelta de la esquina de su casa.
“Yo no sabía nada de esto, pero él venía de Colima y de Jalisco donde él hacía piñatas, él era de Casimiro Castillo, Jalisco, de allá era; yo soy del lado de Concordia, él allá trabajaba haciendo piñatas, pero la hacía de payaso y también entregaba la piñata en las fiestas, hacía el servicio completo”, comentó.
Dijo que al principio elaboraban de 5 a 10 piñatas a la semana, mientras su esposo seguía trabajando en la tintorería, ella se quedaba en casa revistiendo piezas o formando figuras, ya hechas se entregaban a la dulcería, las más populares en aquellos tiempos eran los personajes de Cepillín, Mafafa y Patas Verdes.
Fue hasta 1978, cuando se decidieron dar el salto, y abrieron su negocio de lleno en la casa en que rentaban, donde hoy sigue operando la empresa familiar, bajo el nombre de Mil Piñatas, que se ubica en la calle Guillermo Nelson, en el Centro de la ciudad.
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Les nacieron dos hijos y una hija, quienes conforme crecieron se integraron a la empresa, primero apoyando con extender el periódico y a vestir palitos, después aprenderían a revestir y darle forma a las figuras.
Su esposo falleció en 1992, y ella tuvo que tomar el mando del negocio; el hijo mayor también murió pero siguen en el oficio su hijo del medio y su hija, el primero ya puso su establecimiento aparte y también les ayuda un hermano suyo.
TRADICIÓN ARRAIGADA
De 5 a 10 piñatas que hacían entre ambos esposos, ahora elaboran alrededor de 20 a 30 piezas, según la demanda.
La temporada decembrina es la más alta en demanda, lo que más se vende son los renitos, el monto de las nieves, la estrella tradicional, Santa Clos, botas de Santa y pinitos, en distintos precios.
Y lo más nuevo para fin de año, es el virus del Covid-19, ya que la gente acostumbra desbaratar a palazos al personaje o a la figura que causó más daño en el año, y esta vez lo superó con creces el coronavirus, le siguen en preferencia Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador.
“Ahorita lo que más se venden son los renitos, la estrella que es la tradicional, se venden botitas, pinitos, ahorita son poquitas piñatas, pero me surto en los días festivos: En Navidad y cierre de año todo se vende; para el fin de año están pidiendo mucho el virus para quebrarlo el año nuevo, y desestresarse”, concluyó.
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