Mazatlán, Sin.- Nadie conoce tan bien el funcionamiento de los restaurantes como los meseros, personajes que son el enlace entre los comensales y la cocina. Su trabajo no es difícil, pero sí muy interesante, pues todos los días tienen que comunicarse con personas diferentes.
Marcelo Antonio Valle Zamora, de 49 años de edad, es uno de los cientos de meseros que prestan sus servicios en el puerto. Él creció dentro del sector gastronómico, pues cuando tenía ocho años de edad, su padre José Luis Valle adquirió la concesión del desaparecido restaurante Madrid del Olas Altas, y desde entonces esa ha sido "su vida".
Fue a los 15 años de edad cuando él empezó en este oficio, por las tardes y temporadas vacacionales trabajaba, le gustó tanto la atención al cliente, que después de 25 años sigue en el ramo, donde ha tenido un gran aprendizaje y un sin número de vivencias.
Estudió Administración de Empresas, pero le gustó más el inglés y el "arte de la mesereada", por lo que nunca ejerció su profesión. Después de unos años de trabajar en el negocio de su papá, se fue al legendario y desaparecido Señor Frog's, donde en 12 años tuvo la oportunidad de perfeccionar el inglés, conocer y relacionarse con muchas personas.
Al casarse y tener su primer hijo, decidió retirarse y trabajar de día, fue entonces cuando se fue como mesero al hotel Torres Mazatlán, de ahí le dio curiosidad por hacer algo diferente y se fue a trabajar en un negocio de vidrio y aluminio, donde duró dos años, y luego regresó a meserear en Estrella de Mar.
"Ahí estuve dos años, es un lugar muy bonito, pero muy retirado, si no me despertaba temprano, se me pasaba el camión y era un show para llegar, de ahí me fui al restaurante Del Pacífico por primera vez, y después de tres años, al Torrenza, como supervisor de restaurante, donde aprendí mucho, pero debido a altas y bajas con la administración opté por dejarlo" dijo Valle Zamora.
Desde hace seis años, Marcelo es capitán de meseros del restaurante Del Pacífico, del hotel Sands Las Arenas, en la avenida Del Mar.
En ese lugar, donde supervisa el turno de la mañana, está muy a gusto, ya que el director del restaurante, Rafael Rivera López, y la gerente general, Mari Uribe, son personas de mucha confianza y de quienes ha recibido un gran apoyo.
Destaca que a lo largo de los años, esta actividad le ha dejado una gran enseñanza, gratos momentos, pero también malos, pues para atender al cliente se necesita carácter, creatividad y don de servicio.
"Lo importante es que te guste tu trabajo, claro que no es fácil, me hice sicólogo del cliente, aprendí a conocer su movimiento corporal, clientes muy quisquillosos, pero tienes que encontrarles el lado para que estén a gusto, eso me ha enseñado la gastronomía" comentó el mesero.
Recuerda que en su lugar de trabajo una vez un cliente le pidió un jugo verde, y cuando se lo llevó le decía que no era verde, que no veía color verde, Marcelo ofreció cambiárselo, pero no aceptó y se fue muy molesto.
Para él lo más importante es que el cliente se vaya contento, por eso hace hasta lo imposible para que el servicio que ofrezca sea de calidad.
El mesero, padre de dos hijos, uno de 23 y otro de 10 años, habla con gran orgullo de su trabajo, y aunque el mayor ya le ayuda durante las temporadas altas, no quiere que siga sus pasos.
Y es que junto a su esposa ha logrado darle estudio, recién se recibió de Ingeniero en Electrónica, y desea que se dedique a su profesión.
ENTREGA A DOMICILIO, LA SALVACIÓN
Desde que inició la crisis del Covid-19, uno de los sectores más afectados por la pandemia es el restaurantero, pues a pesar de que algunos establecimientos de este tipo siguen operando, las limitaciones que enfrentan significan un importante freno a su actividad.
En Mazatlán, como en muchos otros lugares de México y el mundo, una gran cantidad de restaurantes tuvieron que cerrar de manera temporal, y muy pocos se mantienen abiertos bajo la modalidad de servicio a domicilio.
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En el restaurant Del Pacífico la cocina sigue funcionando "a todo gas". El comedor ha sido reducido al 40% de su capacidad, pero la gente sigue acudiendo al local a recoger la comida.
Marcelo explica que, en este momento de la pandemia donde la situación es cada vez más crítica, le están apostando al máximo a estos esquemas para seguir abiertos, con la ventaja que es el único lugar que opera en la zona, y el cliente que llega se le da el servicio con todo el cuidado y las medidas de sanidad que se requiere.
"Todos los días sanitizamos el lugar, tanto de muebles y utensilios de trabajo. Estamos trabajando combinando los dos turnos, cuatro días de cada uno, son acuerdos que llegamos con los patrones, incluso se le da despensa a los trabajadores que viven muy lejos y que no pueden venir a trabajar por tres días, y una ayuda económica hasta que pase todo esto" dijo.
Expresa que sus ingresos se han visto muy afectados, ya que buena parte de ellos dependen de las propinas, además de que su esposa también trabaja en un hotel y ahorita está descansando "obligatoriamente".
TEMOR AL CONTAGIO
El incremento de casos de coronavirus en Mazatlán, ha generado temor y preocupación al contagio, sin embargo Marcelo toma sus precauciones desde que sale de su casa, durante su jornada laboral y cuando regresa a su hogar.
Por ello, llama a la ciudadanía a que haga conciencia de lo grave de la enfermedad, que no salgan a la calle, que se queden en casa para evitar contagios, y que si lo hacen cuiden su sana distancia, usen cubrebocas y gel antibacterial.
Sí tengo temor, pero con la bendición de que tengo un día más de trabajo, de poder llevar el sustento a la familia, me da ánimo para salir a trabajar mientras se pueda. Marcelo Antonio Valle Zamora
El Covid-19 lo vino a cambiar todo. Cuando recién comenzó la pandemia Marcelo pensaba que todo había acabado, pero el servicio a domicilio lo salvó, gracias a eso puede seguir en el arte de la mesereada, por cuántos años, no lo sabe, sólo espera que las cosas vuelvan a la normalidad para poder hacer planes más a futuro. Por ahora va día a día.
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