Mazatlán, Sin.- Las carretas con comida son una tradición en Mazatlán, un lugar único para degustar de la gastronomía porteña; tacos, chorreadas, birria mariscos, cocos y dulces típicos, entre otras cosas, es lo que se puede encontrar en ellas.
Por allá en la década de los 50 se empezaron a instalar las primeras en el primer cuadro de la ciudad, principalmente a los alrededores del mercado Pino Suárez. Aunque al principio eran pocas, pronto esta modalidad de comercio empezó a ser rentable, hasta que se llegaron a contabilizar 103 carretas.
Don Raymundo Navarro fue de los fundadores en esta zona; en 1955 se instaló, tenía apenas 18 años y era la tercera carreta en el primer cuadro del puerto. La forma de preparar la comida no era la misma de hoy en día; antes no se usaba gas y la carne no era asada en una parrilla, era frita.
"El taco en ese tiempo era marginado porque decían que era para borrachos, para vagos, la gente muy poco lo comía. Eran de bistec frito y de tripa, dos tres productos nada más. En aquel entonces los tacos valían un peso”, dijo.
Su primera carreta la fabricó él mismo, era de madera.
Yo las hacía de madera, pero les metía hojas de lámina de estufas, para que no se quemara. No sabía carpintería, la misma necesidad me llevó a fabricarlas.
Raymundo Navarro
Pasó de las brasas a el gas, fue pionero, nadie más se animaba a usarlo porque le tenían miedo.
"Yo inicié en el gas en las carretas, porque antes era puro brasero, con agua caliente abajo. La gente le tenía miedo porque veían las mangueras y veían el gas, decían que iba a explotar", mencionó.
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En ese tiempo, la misma necesidad y las carencias lo hacían trabajar en dos partes; por las mañanas en el astillero y por las tardes en la carreta.
Recuerda que en esos años la gente era más tranquila y amistosa; se hacían bailes, tertulias, todos se reunían.
Dormíamos en las banquetas, por los calores, no había abanicos y no pasaba nada; había mucha seguridad; hacíamos bailes, tertulias, nos juntábamos todos.
Raymundo Navarro
Aunque de abuelos españoles, él es 100% mazatleco, nació en la calle Barrio Nuevo, ahora llamada Teniente Azueta y creció en el mercado Pino Suárez haciendo mandados, por lo que conoce esta zona comercial "de pies a cabeza".
"Después se acabó el trabajo, mucho extranjero emigró, aquí proliferaban los alemanes, españoles y japoneses y a raíz de la Segunda Guerra Mundial empezaron a irse".
Había mucha vida, los pocos hoteles que había en el Centro estaban llenos siempre, al igual que los restaurantes. Las calles, unas cuantas eran empedradas y la mayoría de chapopote.
Entre las anécdotas que más recuerda están los días de lluvia, las inundaciones en el Centro Histórico no son nada nuevo, pero antes había un "ejército de las escobas", que se encargaba de sacar toda el aguade las calles.
"Les llamábamos así porque acababa de llover y se ponían a barrer con las escobas de palma el agua hasta la calle Roosevelt, a puros escobazos. Las inundaciones siempre han estado, el Centro es un embudo, está en medio de los cerros. Me acuerdo que antes se sentaba uno en la banqueta de la iglesia y le colgaban los pies y ahora ya no, le fueron subiendo a las calles, según la hicieron alta porque, me contaba mi papá, se subía el agua hasta acá".
De 1987 a 1989, cuando José Ángel Pescador Fue presidente de Mazatlán se realizó un censo y se contabilizaron 103 carretas en el primer cuadro de la ciudad, que comprendía de la calle Ángel Flores hasta la avenida Zaragoza, de la Belisario Domínguez a la Antonio Rosales.
Don Raymundo, de 80 años de edad, estima que de los 103 comerciantes sólo quedan 10 propietarios de su generación, el resto son la segunda y hasta la tercera generación, que han recibido como "herencia" y en la mayoría de los casos, por no dejar que "muera" la tradición, deciden continuar en el negocio familiar.
"Ángel Pescador hizo un decreto como presidente municipal de 'ni una carreta más', pero va creciendo la ciudad, entran otros presidentes y otras ideas".
En febrero del 2020, el alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez Torres, inició una 'limpia" de vendedores fijos y semifijos de los alrededores del mercado Pino Suárez, pues después de su vista por España, traía un proyecto de remodelación para el centro de abastos, por qué los vendedores que se ubicaban en las calles aledañas debían ser "reubicados".
Los vendedores se opusieron a dejar el lugar en el que por años laboraron y se hicieron de una clientela, entonces una "batalla" legal se desató.
Los comerciantes se protegieron bajo un amparo, pero sólo 11, de los 15 que había a los alrededores, obtuvieron la suspensión, el resto fue vetado de instalarse nuevamente en el primer cuadro de la ciudad y en cualquier lugar de la ciudad, es decir, "los borraron del mapa" pues los inspectores de Comercio tienen la orden de que si se vuelven a instalar les será decomisada su mercancía y su carreta.
A casi un año, el proceso legal continúa; un episodio en la historia de las carretas que fin Raymundo no recuerda haber vivido nunca.
"Desalojarnos nunca, lo que han querido es reubicarnos, pero ya estamos identificados, ya sabemos quién es quién, nos conoce todo mundo. Estamos amparados varios, no es justo que más de 50 años aquí y vengan y digan 'quítense' y aquí estamos 'navegando' todavía".
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