Mazatlán, Sin.- Desde hace 11 años que Gabriela Escalante no celebra un 10 de mayo en compañía de todos sus hijos. Un día que debería estar lleno de alegría y felicidad se pintó de tristeza y amargura desde que su hijo Jesús Antonio fue levantando en la colonia Juárez y nunca más lo volvió a ver.
"Once años tengo sin mi hijo, acababa de cumplir él 20 años. Las autoridades no dicen mucho, no ayudan, es más la ayuda que tenemos de colectivos de rastreadoras. Es muy incierto, los primeros años batallamos con las pruebas de ADN, nos las hicieron a mi esposo y a mí, según ellos dicen que te van a llamar y nunca llaman", dijo.
Más de una década que ha sido muy dolorosa, también para su familia. Las autoridades, agrega, más que ayudar, hacen más pesado y largo el camino de la espera con proceso largos y muy burocráticos.
“Es muy doloroso porque, aparte de la persona que le hizo daño a tu hijo, el gobierno es el que te hace más pesado todo esto. Estos 11 años han sido horribles, tengo una hija mayor y uno menor que él, nos dejó un hueco tan grande", agregó.
Con lágrimas en los ojos, expresa cómo la desaparición de su hijo, que hoy tendría 31 años, ha cambiado su vida.
"Te quitan las ganas de vivir, te quitan las ganas de sonreír. Duré como dos años sin salir de mi casa y vamos a reuniones con mi familia, que ya no son las mismas, veo a la gente reír y no me molesta, me siento mal por él, que no sé dónde está, ninguno merece estar en un pozo o tirado por ahí, es muy injusto y muy cruel eso", expresó.
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A Dios, sólo le pide que le regrese a su hijo, esté vivo o muerto; que las personas que se lo llevaron se tienten el corazón y le digan dónde buscar, para darle una sepultura digna.
"Tenía la corazonada de que lo encontraría con vida, ya lo veo muy lejano, estoy segura que ya no lo voy a ver con vida, es mucho tiempo. Era tan familiar, extraño sus abrazos, era bien cariñoso mi hijo", añadió.
LA MANIFESTACIÓN
Testimonios como los de Gabriela se hicieron escuchar ese 10 de mayo, Día de las Madres, en el puerto; decenas de mujeres, madres, hermanas, esposas y familiares de personas desaparecidas del colectivo de rastreadoras Tesoros Perdidos Hasta Encontrarlos se manifestaron pacíficamente en el Monumento a la Familia, en la avenida Del Mar.
"No queremos culpables, queremos a nuestros hijos", manifestó doña Guadalupe Osuna al colocar una lona en el Malecón con la imagen de su hijo Erik Lizárraga, desaparecido hace 10 meses.
"Me duele no tenerlo, a sus hermanos y a mi esposo, yo lo único que quiero es encontrar a mi hijo, no puedo superarlo todavía, es un golpe muy duro. Iba a trabajar mi hijo y hasta el otro día supe que me lo habían levantado y quedaron su mandil y la mochila en su carro", contó.
El único objetivo de la manifestación fue exigir a las autoridades municipales y estatales el apoyo para continuar con su labor de búsqueda. Hasta la fecha, a casi cuatro años de fundación, no han recibido ningún tipo de apoyo económico, sólo en especie, como sueros y algunas herramientas por parte de la ciudadanía.
Además de visibilizar su causa y mandar el mensaje de que, como cualquier otra madre, desean pasar este 10 de mayo en compañía de sus hijos, sea vivo o muerto, lo único que anhelan es terminar con el dolor y la incertidumbre.
PROCESO DOLOROSO
Juan Carlos Rivera es el hijo de Noemí Padilla, que desapareció hace dos años y desde entonces no ha sabido nada de él.
"Dos años, no regresó a casa y no supieron de él, desde entonces estoy en búsqueda. Ha sido lo más duro que pueda pasar uno como madre, buscar a su hijo, es muy doloroso no saber qué pasó con ellos, dónde están, qué hicieron. No hemos tenido noticias, mucha gente ha querido extorsiones, pero nadie nos da noticias real de él", relató.
Las jornadas de búsqueda comienzan desde las 8:00 de la mañana y terminan hasta las 4:00 de la tarde. Es en el monte, donde generalmente buscan, además de exponerse al calor y el sol, también enfrentan situaciones como animales silvestres y grupos armados que no les permiten continuar con su búsqueda.
En su día, se hicieron escuchar ante las autoridades y a quienes se llevaron a sus hijos les mandaron un mensaje: de la forma que sea y en el anonimato, les hagan llegar una pista, o les digan dónde están o dónde buscar. No quieren culpables, quieren a sus hijos.
Un cúmulo de sentimientos, añadió, es el sentir cuando encuentran una fosa o restos óseos, pensando que puede ser uno de sus hijos, y por la forma y el estado tan cruel e inhumano en el que son hallados unos cuerpos. Pero también es un "alivio" para aquellas familias que encontraron a sus "tesoros" y ahora sí piden darle una sepultura digna.
DATOS
- 4 años lleva en su labor el colectivo “Tesoros Perdidos Hasta Encontrarlos”.
- 137 puntos positivos han localizado en zonas periféricas y poblados colindantes a Mazatlán.
PARA SABER
Madres que buscan a hijos y familiares desaparecidos realizan el trabajo de mapeo, búsqueda y localización de cuerpos y fosas clandestinas en todo el municipio.
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