Escuinapa, Sin.- Una celebración infantil se convirtió en días de mucho miedo para Ana y sus dos pequeñas hijas, quienes tuvieron que “enfrentarse” con el fantasma de una niña.
"Hace tiempo, fuimos a una fiesta que hizo una amiga, ella vive cruzando la calle del panteón, la cuestión es que en la fiesta mis hijas anduvieron felices jugando con otras niñas e hicieron amigas nuevas", recuerda Ana.
Lo escalofriante de la historia comienza cuando, a punto de terminar la fiesta, las hijas de Ana le pidieron que, si podían llevar a casa a dormir a una de las niñas que estaban allí, pues querían seguir jugando con ella. A lo que ella dijo que sí.
“Se llegó la hora de irnos a casa, les hablé a mis hijas para retirarnos, les dije que se trajeran a su amiga, fueron a buscarla y no la encontraron, se fueron tristes al ver que no la llevarían con ellas... Así quedó y nos fuimos a la casa y a media noche las escuché risa y risa, me levanto y me dirijo a su cuarto y estaban despiertas, las regañé y pedí que se durmieran. Así empezaron a ser las noches dese ese momento, ellas despiertas y yo regañándolas".
Un viernes, volvió a ocurrir lo mismo, pero Ana dejó que siguieran jugando, igual al siguiente día era sábado y no tenían clases.
“En la mañana, cuando estábamos almorzando, les pregunté que si se habían divertido jugando hasta la madrugada. La respuesta fue que sí, que ‘la niña’ las había hecho reír mucho, me quedé asombrada y pregunté que a cuál niña se referían… Entonces Perla, una de mis hijas, contestó que era la niña de la fiesta, que había ido a dormir a la casa y había estado en el cuarto de ellas. Sentí un escalofrió y me quedé atónita por un momento y les dije: ‘sigamos almorzando niñas, porque vamos a salir’".
En la noche, las risas de las niñas regresaron, pero esta vez Ana decidió escuchar tras la puerta para ver de qué se trataba.
“Cuando las oigo hablar con alguien más, fue tanta mi curiosidad que no abrí la puerta, seguí escuchando, de pronto Perla empieza a llorar, empujé la puerta y estaban las dos sentadas en medio del cuarto y pregunté que por qué lloraba. Me dice: ‘la niña me jaló muy feo porque ya quiero que se vaya’".
Aterrada, Ana sólo les dijo que se durmieran y que al siguiente día platicarían sobre lo ocurrido.
“Ya al otro día, en la comida, les recuerdo lo sucedido y pensando que es imaginación de ellas, les pregunté que si ya se había ido la niña. Una de mis hijas me dijo: ‘no quiere irse, mamá, ya no la queremos aquí, nos empuja cuando se enoja y no nos deja dormir, siempre quiere jugar’… Ahí ya no supe qué decir".
Esa noche, Ana escuchó un ruido, se levantó, abrió la puerta del cuarto de sus hijas y estaba todo apagado, se acercó a ellas para darles un beso, pero de pronto vio algo muy extraño.
“Mis hijas dormían en literas, entonces, estaba una niña sentada en la litera de arriba, balanceando su piecito de un lado a otro, le dije: ‘ya acuéstate, mañana hay escuela’, pensando que era mi hija, pero al agacharme a darle un beso a la niña en la litera de abajo, mi sorpresa fue de terror, al ver a mis dos hijas que estaban dormidas juntas”.
Ana se quedó paralizada, no quería mirar a la litera de arriba, ya que si sus dos hijas estaban dormidas juntas, quién era la niña que estaba arriba.
“Poco a poco decidí levantarme y mirar otra vez, pero ya no había nadie, me fui a mi cuarto, pero no podía dormir, me dio mucho miedo, ya cansada, me quedé dormida, cuando entre sueños escuché la voz de una niña que me decía que si se podía acostar conmigo, le dije que sí y levanté la cobija, sentí que se acostó a mi lado, al abrazarla la sentí fría, pero no abrí los ojos, estaba más dormida que despierta y de pronto me preguntó que si quería ser su mamá, entre sueños le dije que yo era su mamá".
Al día siguiente vio que una de sus hijas traía unos rasguños y andaba triste, por lo que le preguntó qué pasaba. Ella le contesto: “Tengo miedo, la niña no nos quiere ya en la casa, porque no quiere compartir a su mamá”.
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“Bastante preocupada, decidí irme junto con mis hijas a la casa de mi mamá por un tiempo. Luego varios vecinos me dijeron que en mi casa se escuchaba llorar a una niña. Fue hasta después que regresamos y ya todo había vuelto a la normalidad, ya no supimos nada, ni queremos saber”.
Ana dice que esa niña es un alma en pena que está en búsqueda de una familia. Incluso, entre los pobladores se comenta que ya son varias familias las que les ha tocado vivir la misma situación de ella y sus hijas, convivir con la niña que se “sale del panteón”.
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