/ sábado 18 de julio de 2020

Leyendas del Sur: El pescador que vio a Dios

A dos años de su paso avasallador por Escuinapa, el huracán Willa dejó en un pescador de Teacapán una experiencia de vida a la que él le llama un milagro

Escuinapa, Sin.- Recordado por las desgracias que dejó a su paso en octubre de 2018, el huracán "Willa" fue un fenómeno natural que ha quedado grabado en la memoria de los escuinapenses y más en la de un pescador de Teacapán que asegura haber visto y recibido un milagro de Dios esa noche.

"Aún recuerdo aquella noche del martes 23 de octubre del año 2018, el día en que casi pierdo la vida, por días, las noticias anunciaban un gran ciclón que se acercaba a las costas sinaloenses de categoría 4, el grande y temible 'Willa', lo pronosticaban como terrible y muy peligroso, yo soy un humilde pescador que tiene una pequeña panga a la orilla del mar en Teacapán, mi sustento es la pesca de camarón y pescado, con lo cual alimento a mi familia, recuerdo que el puerto se había cerrado días antes por la llegada de este fenómeno, pero mis hijos tenían hambre y tomé la decisión de ir a buscar un poco de pescado, aún con el peligro que había, tomé mi atarraya y me dirigí a la playa", recuerda.

Al llegar a la orilla del mar, la playa estaba prácticamente desolada, ya la mayoría de las personas se encontraban resguardadas en sus casas y unas más se habían ido a Escuinapa a buscar un mejor refugio.

El pescador dice haber recibido un milagro de Dios. Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

"Cuando llegué noté que no había nadie, parecía un pueblo fantasma, ya que Willa tocaría tierra por la noche, primeramente me hinqué y pedí a Dios en una oración que me cuidara y que mi familia tuviera algo esa noche en su mesa, los vientos comenzaron cada vez más fuerte, las sirenas de las camionetas de Protección Civil se escuchaban muy fuertes, por más que intentaba no podía pescar nada, los pescados se habían ido también, ellos sabían el peligro que se acercaba".

Por más atarrayazos que aventó, lo único que pudo agarrar fue un pequeño pescado, que pudiera decirse andaba perdido entre el agua; al intentar regresar a su casa, fue cuando la situación se le puso difícil, ya comenzaban a sentirse los embates del huracán, que traía fuertes vientos.

"Triste, me dirijo a mi bicicleta con el único pez que había sacado, pero el viento era tan fuerte que no podía avanzar, sentía como el viento me tomaba y me empujaba por toda la orilla de la playa, sujeté mi costal y como pude avanzaba poco a poco hasta llegar a unos búngalos que estaban cerca, miraba cómo las palmeras tocaban el suelo y cómo el viento destrozaba las palapas que estaban ahí, me tomé de una base de una de ellas, no tenía techo, ya que había volado, el aire era bestial, no podía ver nada, sólo rezaba y pedía por mis hijos, amarré mi cuerpo con una soga que traía mi costal a la base, pero el aire me movía para todos lados, fue cuando mi cabeza golpeó varias veces contra el suelo".

Con pocas fuerzas, luego de intentar sujetarse del búngalo, el pescador asegura haber volteado al mar y en el agua vio que un hombre caminaba, entonces, a gritos le pidió ayuda, pero no volteaba a verlo, parecía que no lo escuchaba.

"De pronto, el viento se calmó y yo pude ajustarme aún mejor a la soga, pero al pasar aquel hombre todo volvió de nuevo, el viento soplaba con más y más fuerza, mis manos cansadas y mi cuerpo golpeado no resistieron más y me desmayé, al casi perder la conciencia pude ver sus pies, aquel hombre había escuchado mis súplicas y me dijo: ‘no temas, todo estará bien’, perdí el sentido y no supe nada más de mí, sólo sentía que mi cuerpo era golpeado una y otra vez".

Luego de recobrar la conciencia, el pescador abrió los ojos y junto a él estaba su costal con muchos pescados, lo que lo llenó de asombro, ya que él solamente había capturado uno.

"Cuando desperté, todo había pasado, los vientos aún eran fuertes, pero ya podía ponerme de pie, tomé mi costal y mi sorpresa fue que estaba lleno de pescado, no lo podía creer, a mi lado estaba mi bicicleta, la agarré y me dirigí a casa rápidamente".



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Al llegar a su hogar, su mujer y sus hijos estaban muy preocupados y llenos de miedo, porque no sabían qué le había pasado, pero al estar ya con ellos le contó a su esposa su historia y ambos coincidieron que se trataba de un milagro de Dios.

PARA SABER

Fue la noche del 23 de octubre de 2018 cuando el huracán Willa azotó en las costas del sur de Sinaloa.






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Escuinapa, Sin.- Recordado por las desgracias que dejó a su paso en octubre de 2018, el huracán "Willa" fue un fenómeno natural que ha quedado grabado en la memoria de los escuinapenses y más en la de un pescador de Teacapán que asegura haber visto y recibido un milagro de Dios esa noche.

"Aún recuerdo aquella noche del martes 23 de octubre del año 2018, el día en que casi pierdo la vida, por días, las noticias anunciaban un gran ciclón que se acercaba a las costas sinaloenses de categoría 4, el grande y temible 'Willa', lo pronosticaban como terrible y muy peligroso, yo soy un humilde pescador que tiene una pequeña panga a la orilla del mar en Teacapán, mi sustento es la pesca de camarón y pescado, con lo cual alimento a mi familia, recuerdo que el puerto se había cerrado días antes por la llegada de este fenómeno, pero mis hijos tenían hambre y tomé la decisión de ir a buscar un poco de pescado, aún con el peligro que había, tomé mi atarraya y me dirigí a la playa", recuerda.

Al llegar a la orilla del mar, la playa estaba prácticamente desolada, ya la mayoría de las personas se encontraban resguardadas en sus casas y unas más se habían ido a Escuinapa a buscar un mejor refugio.

El pescador dice haber recibido un milagro de Dios. Foto: Jesús López │ El Sol de Mazatlán

"Cuando llegué noté que no había nadie, parecía un pueblo fantasma, ya que Willa tocaría tierra por la noche, primeramente me hinqué y pedí a Dios en una oración que me cuidara y que mi familia tuviera algo esa noche en su mesa, los vientos comenzaron cada vez más fuerte, las sirenas de las camionetas de Protección Civil se escuchaban muy fuertes, por más que intentaba no podía pescar nada, los pescados se habían ido también, ellos sabían el peligro que se acercaba".

Por más atarrayazos que aventó, lo único que pudo agarrar fue un pequeño pescado, que pudiera decirse andaba perdido entre el agua; al intentar regresar a su casa, fue cuando la situación se le puso difícil, ya comenzaban a sentirse los embates del huracán, que traía fuertes vientos.

"Triste, me dirijo a mi bicicleta con el único pez que había sacado, pero el viento era tan fuerte que no podía avanzar, sentía como el viento me tomaba y me empujaba por toda la orilla de la playa, sujeté mi costal y como pude avanzaba poco a poco hasta llegar a unos búngalos que estaban cerca, miraba cómo las palmeras tocaban el suelo y cómo el viento destrozaba las palapas que estaban ahí, me tomé de una base de una de ellas, no tenía techo, ya que había volado, el aire era bestial, no podía ver nada, sólo rezaba y pedía por mis hijos, amarré mi cuerpo con una soga que traía mi costal a la base, pero el aire me movía para todos lados, fue cuando mi cabeza golpeó varias veces contra el suelo".

Con pocas fuerzas, luego de intentar sujetarse del búngalo, el pescador asegura haber volteado al mar y en el agua vio que un hombre caminaba, entonces, a gritos le pidió ayuda, pero no volteaba a verlo, parecía que no lo escuchaba.

"De pronto, el viento se calmó y yo pude ajustarme aún mejor a la soga, pero al pasar aquel hombre todo volvió de nuevo, el viento soplaba con más y más fuerza, mis manos cansadas y mi cuerpo golpeado no resistieron más y me desmayé, al casi perder la conciencia pude ver sus pies, aquel hombre había escuchado mis súplicas y me dijo: ‘no temas, todo estará bien’, perdí el sentido y no supe nada más de mí, sólo sentía que mi cuerpo era golpeado una y otra vez".

Luego de recobrar la conciencia, el pescador abrió los ojos y junto a él estaba su costal con muchos pescados, lo que lo llenó de asombro, ya que él solamente había capturado uno.

"Cuando desperté, todo había pasado, los vientos aún eran fuertes, pero ya podía ponerme de pie, tomé mi costal y mi sorpresa fue que estaba lleno de pescado, no lo podía creer, a mi lado estaba mi bicicleta, la agarré y me dirigí a casa rápidamente".



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Al llegar a su hogar, su mujer y sus hijos estaban muy preocupados y llenos de miedo, porque no sabían qué le había pasado, pero al estar ya con ellos le contó a su esposa su historia y ambos coincidieron que se trataba de un milagro de Dios.

PARA SABER

Fue la noche del 23 de octubre de 2018 cuando el huracán Willa azotó en las costas del sur de Sinaloa.






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